XOCAS FOLE
Nací en O Barco de Valdeorras, un pueblo de la Galicia interior de la provincia de Ourense, en el año 1955. Me gano la vida como administrativo y he llegado al mundo de las letras de manera tardía, quizás urgido por una necesidad de comunicación, puede que con mi propia persona. Fascinado por la complejidad del teatro que es la vida, suelo gustar de internarme en el mundo oculto de los individuos, hombres y mujeres, y acaso en especial en el de las parejas, que es donde esa complejidad se muestra quizás de forma más evidente. Convencido de que lo aparente y lo real suelen ser cosas distintas, busco tras la apariencia lo que nos ayude a andar el camino y a conocer en lo posible a ese ser misterioso que nos habita. He bebido del pozo de la literatura gallega, siempre empeñada, como la lengua, en la lucha por su supervivencia. Rindo homenaje al verbo resistente de Castelao, Cuevillas, Ferreiro, y tantos otros que nos han permitido llegar a la pluma admirable de Méndez Ferrín, Darío Xoán Cabana, al verso luminoso de Manuel María, o a la honda reflexión, ya exitosa, de Manuel Rivas. He de explicitar mi absoluto asombro ante las historias de José Saramago y mi admiración por quienes se han expresado en castellano al otro lado del mar, muy particularmente Julio Cortázar y Arturo Azuela. Sólo me queda aclarar que no he nacido poeta y la poca poesía que escribo responde más a una cierta necesidad de desahogo al que suelo ceder muy de cuando en cuando, siendo la narrativa el terreno en que me siendo más cómodo a la hora de satisfacer la necesidad de expresarme. Ojalá que algún día esa necesidad se vea correspondida por la lectura de quienes son sus desconocidos, pero próximos, destinatarios y destinatarias.
PIEL
Vivo inmerso en un tul que abriga las paredes
y entrega un dulce manto de alientos que me amparan.
Las manos siguen rutas marcadas por la luna
en las noches insonmes escritas con los dedos
recorren mil caminos sin miedo de perderse
y descubren caballos galopando en las brumas.
Ya los ojos no saben qué sol han de seguir
o que tiniebla triste habitaba hace un tiempo,
o si acaso habrá muerto la negra voz del sueño
en las alas que ascienden desde miles de puertas
abiertas por un duende que hasta ahora me odiaba.
Y si quiero saber ya no he de preguntarme
sino sólo esperar y brindarme sin miedo,
convertido en el cáliz que busca tierna lluvia
Y si busco un destino me encuentro aprisionado
entre dulces paredes y asciendo leve al árbol
de las frutas que liban libélulas doradas.
De las valles me nacen azahares de sueños
y en las cumbres florecen montañas sonrosadas.
En el vértice mismo del vientre palpitante
Nacen luces de auroras y flores de otros mundos.
Ni un pájaro que anuncie la venida del viento
ni un silbido en el aire que me envíe el destino.
Tan próxima la cierta textura que te envuelve,
la recorro entre sueños suspirando un silencio
y después me descubro el mar entre los labios
y lo bebo febril y te quiero cautiva.
Y me sé por tenerte
tambén tu prisionero
y más vale que nunca
vengan a libertarme.
ÁRBOLES DESNUDOS
En días como este la luz es un estorbo
y los ojos también
de puro innecesarios
Condenados a ser testigos del naufragio
los recuerdos dormitan
un sueño ensimismado
Hay manos que examinan la piel agonizante
y arrojan pesadillas
pálidas a la calle
Por donde transitamos envueltos en penumbras
exánimes y absurdos
como árboles desnudos
MAGIA
Caminar un camino al paso de la arena
Con zapatos del aire y nubes en la frente
Cómplice de la niebla la soledad tan dulce
Y el frío del otoño en las manos vacías
Respirar un murmullo de insectos laboriosos
Adivinar un nombre de trino entusiasmado
Recorrer con los dedos las rugosas señales
Del tiempo en la madera, las pieles de los siglos
Y en la humilde hojarasca fugaz y acogedora
Desvelar el misterio de las tardes en calma
Atrapar el calor del brillo de esos ojos
Y cantarle el recuerdo al sol que se despide
Soñando de las venas vegetales el pulso
De los cursos del agua la caricia en el rostro
Traducir los mensajes del viento en la espesura
Contarle sus secretos al hada de las fuentes
Y después sin pudor, con tierra entre las uñas
Reposar sobre el musgo antiguo y venerable
Penetrarse la boca con aromas de espinas
Y aletargar la vida entre árboles desnudos
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