David Mayor (Zaragoza, 1972), profesor, poeta, melómano y exlibrero, acaba de publicar un nuevo poemario: ‘Otra novela’ (Cartonerita niñabonita), que consta de veinte poemas, un prólogo y un epílogo.
De ’Otra novela’
Capítulo cuatro
Los libros tienen el poder de hacernos cambiar de sitio.
Apaga la luz y cierra la ventana.
Un muelle, un pasadizo secreto,
la clemencia del recuerdo y el inicio de un sueño.
No estar es el estado perfecto.
Cualquier libro
trata de una aventura.
Capítulo cinco
Ni la vida ni la literatura siguen las reglas clásicas:
exposición, nudo y desenlace.
Inconexas y desarticuladas, no se conforman
con lo que tienen entre las manos.
Hay algo más que perseguir: el recorrido
es el dibujo que describen
los días.
Capítulo seis
Lo que más amo me deja sin palabras.
Lo que más amo me deja sin palabras.
Capítulo siete
Lo contado es esencialmente cierto.
Un hombre soñador y montañas de hielo en el mar.
El Forward
salió con destino incierto,
arrastrado hacia donde todo vale lo que vale,
con un tripulante mensajero:
el amor es lo que parece.
Capítulo nueve
Fuera hay hielos a la deriva
capaces de impugnar la realidad,
un pedazo de ella.
Y una orca negra sin mancha
de ballena blanca,
otra novela minúscula e íntima
es lo que te espera.
Lo contado es esencialmente cierto.
Un hombre soñador y montañas de hielo en el mar.
El Forward
salió con destino incierto,
arrastrado hacia donde todo vale lo que vale,
con un tripulante mensajero:
el amor es lo que parece.
Capítulo nueve
Fuera hay hielos a la deriva
capaces de impugnar la realidad,
un pedazo de ella.
Y una orca negra sin mancha
de ballena blanca,
otra novela minúscula e íntima
es lo que te espera.
Capítulo diez
Polizontes
repitiendo las veces de la suerte
en esa hora tranquila
en que el mundo parece detenido,
se preguntan dónde estarán
las vidas que podrían haber sido.
Salir de casa
Atraviesa la plaza, gana la cuesta, para qué
apresurarse, permanece de pie, sólo
quiere estar en sus zapatos, acaso
se equivocó de siglo, de oficio, de país,
ni siquiera sabe si acertó con el disfraz
perfecto de persona inofensiva
que teme a hombres y alimañas.
Las personas son otras
cuando las cambiamos de sitio:
Hay pájaros que salen a la sombra
de quien piensa devorarlos.
Epitafio
“Avanzó en lo particular hasta perderse en él”.
Polizontes
repitiendo las veces de la suerte
en esa hora tranquila
en que el mundo parece detenido,
se preguntan dónde estarán
las vidas que podrían haber sido.
Salir de casa
Atraviesa la plaza, gana la cuesta, para qué
apresurarse, permanece de pie, sólo
quiere estar en sus zapatos, acaso
se equivocó de siglo, de oficio, de país,
ni siquiera sabe si acertó con el disfraz
perfecto de persona inofensiva
que teme a hombres y alimañas.
Las personas son otras
cuando las cambiamos de sitio:
Hay pájaros que salen a la sombra
de quien piensa devorarlos.
Epitafio
“Avanzó en lo particular hasta perderse en él”.
El número diez de la calle Dombasle
Una media luz de lámpara y polvo,
su media sombra delante de las notas
que no deja de escribir cada día.
Con los dedos engatillados repasa
la apretada letra de los cuadernos,
lo que cree, melancólico, ausente casi:
si fuera ángel volvería atrás,
pero el viento arrastra hasta las huellas.
Sigue nevando afuera y en la habitación
el frío es lo más barato que he encontrado.
En el libro Los chicos están bien
Poesía última
Edición de Manuel Vilas
Diferencia y repetición
DE su libro EN OTRA PARTE
Diferencia y repetición
Hay noches cerradas a la fuerza de la voluntad
en que las palabras se desprenden de la boca
como un tren que se va dejando el andén
vacío,
una calma de retorcidas ramas negras.
Hay noches
que no sabes si viajas en el tren.
DE su libro EN OTRA PARTE
Diferencia y repetición
Hay noches cerradas a la fuerza de la voluntad
en que las palabras se desprenden de la boca
como un tren que se va dejando el andén
vacío,
una calma de retorcidas ramas negras.
Hay noches
que no sabes si viajas en el tren.
De su libro “EN OTRA PARTE” el poema Queimada.
Queimada
Aquella noche la tengo en los dedos:
la espalda de tu cuello, las palabras justas,
la querencia.
Tú llenabas el silencio y sonreías,
los demás esperábamos
la señal para bebernos las sombras,
las palabras anudadas, el licor antiguo.
Y luego siguió el viento deambulando
y te guardé en los dedos para siempre.
la espalda de tu cuello, las palabras justas,
la querencia.
Tú llenabas el silencio y sonreías,
los demás esperábamos
la señal para bebernos las sombras,
las palabras anudadas, el licor antiguo.
Y luego siguió el viento deambulando
y te guardé en los dedos para siempre.
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