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jueves, 18 de agosto de 2011
4642.- NEFTALÍ CORIA
Neftalí Coria. Huaniqueo, Michoacán; México, 1959.
Poeta, Dramaturgo, Novelista y Director de teatro. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía y teatro: Cuaderno para detener un río (1990), El libro de los duraznos (1994), LunaMía (1994), Cuaderno infiel, (1996), Adoración de San Juan (1996), Bestiario de Viento y Fuego (1998), Javiera en el acuario de los peces rotos (Teatro, 1988), Comienza el Tango (Teatro, 1992).
Desde hace 1989 coordina talleres de poesía. Ha sido coordinador del suplemento Cultural Acento de La Voz de Michoacán, Editor de la Colección de libros Luna de Río de la Universidad Michoacana, Coeditor de la revista Ventana Interior y Director de la revista de poesía LunaMía.
Fue becario del FOESCAM en el área de Letras (Dramaturgia) en el periodo (2002-2003)
Sus últimas publicaciones son:
- Camas de Espesura y Jade, (Bilingüe) publicado por Art Alliance, New York, (2003),
- 2ª. Edición de su libro Cuaderno para detener un río, Tierra Adentro y SECUM (2005)
- Cuatro poemas bajo la Sombra mirada, en el catálogo de la exposición Sombra mirada de Arturo Rivera, (Proart, 2009)
- Tejer la luna con las manos (Tisser la lune de ses mains), Ed. Bilingüe, traducida al francés por Nayelli Castro Ramírez y publicada en Bélgica (2009)
Semblanza
Neftalí Coria ha publicado principalmente Poesía, pues su producción en este género, ha sido más numerosa. Uno de sus libros más significativos es sin duda LunaMía, editado por la UNAM en la colección El ala del tigre en 1994. En este volumen –como en Adoración de San Juan (UAM 1996)- las resonancias y musicalidad de sus tonalidades poéticas que caracterizan a este autor michoacano nacido en 1959, están claramente identificadas y tal vez sintetizadas. La exuberancia y las referencias a esas atmósferas donde las arboledas, los ríos, las lluvias y el mundo animal están presentes, determinan en la poesía de Neftalí Coria, una constante que va a subrayarse también en su obra dramatúrgica y novelística, las cuales se ciñen a nueve obras de teatro –cuatro de las cuales han sido publicadas de manera aislada en revistas y periódicos- y a tres novelas que permanecen inéditas hasta la fecha.
Su discreta y escasa labor como director escénico, consta de 16 montajes desde 1984 a la fecha, ha sido sin duda alguna, de un alto significado para el teatro en Michoacán.
Poemas
Escalera
¿Una palabra en la escalera sube o baja?
Escalera es palabra, pero ¿la escalera sube o baja?
¿Qué fue la escalera antes que palabra?
¿Una palabra que baja? ¿Una palabra que sube?
A veces creo que la escalera busca ser una cosa que se queda quieta en el cielo, que no dice, que sólo es palabra o tal vez, nube escalonada, cielo cuestabajo, alma por donde sube el cielo, ventana en lo alto, paso de gatos en el teatro inferior de los que sólo miramos como cruje el destino de los que comienzan a caer.
Una escalera en la palabra subir,
una escalera en la palabra bajar son dos palabras
y mil maneras de subir o bajar como palabra o como
simple peatón que sube o baja por el aire de un día soleado.
La escalera está hecha de sílabas
y yo las miro descomponerse en ese camino cuestarriba.
Camino
Para Antonio Colinas
Un camino de vidrios va por mis pies, y yo miro los pasos que da bajo mi rumbo.
Es un camino cuadrícula y más tarde curvea. Sube la pendiente del miedo que me da la sangre de mis pies. Luego se ha detenido, y corre de repente en la planicie de lo que estoy pensando.
-Es un camino que mide lo que pienso- afirmo. Lejos va este camino y mis pies no avanzan a su velocidad y luego pienso en la rapidez, en los deseos de llegar muy pronto a donde debí llegar hace muchas horas, pero creo que el camino me entretiene y no me deja avanzar; no coincidimos en la velocidad, ni en esa urgencia distinta por no quedarse donde ambos estamos caminando. Nos detenemos por un momento y damos un giro…
Allá lejos, el horizonte, es fuego.
La casa sucia de los pájaros y las palabras
Son aves en el bosque, lo que se le oye decir a las flamas del viento.
Las hojas no caen en esta región de la noche,
vuelan hacia abajo y cubren la página del mundo blanco
al que la poesía convierte en un amarillo mar
que se mueve contra lo escrito.
¿Y esa voz grave del acantilado?
¿Qué dice el cielo oscurecido ahora que el viento tiembla
de sólo pasar ante las fauces verdes del ruido de la palabra bosque?
Son aves el bosque,
sílabas plumadas que la noche atesoraba,
volantes verbos pretéritos, flores de aire alto,
palabras que aletean, sigilo de garras contra
el aire mismo, musgo del atardecer perdido…
El bosque es la casa sucia de los pájaros y las palabras.
Un bosque de rugidos
(Ars poesie)
Para Luis Jaime Cortez
Siempre que una página muestra
el ínfimo principio,
la punta inaugural,
la virginidad arrepentida,
los ojos van al viaje del estival cuerpo de papel,
al primero -primerísimo-
para que todo lo que ayer vieron,
caiga como mancha sobre la blancura,
y la palabra se vuelva
una nueva bestia,
una grande animalía,
un bosque de rugidos,
un aguacero del oscuro sueño que
sólo una vez llega a nombre del poema.
Los ojos apagados*
Para Jorge Reyes
que también oyó lo que
parecía no pasa. en su memoria.
*
Los dedos en la tierra y un macizo de palabras. Las uñas terregosas, los pies por la orilla del río. La noche untada en la suave penumbra de los ojos que no miran. Allá lejos, la mirada muerta y nosotros, al pie de la oscuridad cantamos.
*
Una herida tiene esta noche precisa y la oscuridad sigue sangrando sobre los ojos. Cruzamos la parcela y las hojas de maíz –cargadas de rocío-, nos tocan la cara como las frías caricias de los muertos.
*
Navegamos en la penumbra y sólo las voces esperanzadas, bajan por la piel de la noche. Se echan al agua como piedras en un sonoro derrumbe.
Nada vemos, ni los pasos que hemos dado hasta aquí para llegar al vientre de la oscuridad que no deja de sangrar.
Nos parece que un ave solitaria canta y nos llama…
Allá vamos.
*
No vemos por dónde ir, pero habremos de llegar. Vamos caminando sobre las piedras de la noche; tentando con los pies las otras huellas de los que por este camino pasaron.
Y llegamos a la casa del alba.
*
Buscamos el manantial púrpura de la madrugada. Vamos a llegar, así se cree desde la frescura que a los ojos ausentes ha llegado.
*
Parece que el camino de las piedras crece y se alarga a nuestros pies desesperados. Sin embargo la luz del agua que corre junto a nuestra marcha, nos guía con exactitud al desfiladero de la madrugada.
*
¿A dónde más llegaremos con este sueño en la sangre? ¿A qué luna estamos condenados, si la noche habla sobre nuestros hombros agotados y la mirada no alcanza el amarillo alto de la redonda bestia que nos sigue por encima del mundo?
Parece que no vamos a ninguna parte, pero suena cascabeles el río al lado de nosotros; son palabras turbias, la música de su veneno.
Parece que no llegaremos, pero aquí junto, oímos caer el río hasta lo más hondo del camino y la distancia.
Parece que nunca llegaremos, pero el río pregunta por nosotros los ahogados.
*
Cae a la noche como piedras, la luz del relámpago. Nos vemos las caras, callamos el miedo. Marchamos nuevamente.
El agua en los ojos. La noche fría se mira en el espejo de nuestra mirada.
*
Caminamos y cada vez somos más ¿O es que todo es ilusión en esta marcha que llevan nuestros pies?
Miramos con cautela eso enfrente que los ojos llaman espejismo. Vamos acercando los ojos al viento donde se yerguen las figuras que persisten como parte misma del viento que lleva la misma dirección que nuestros pies.
*
-¿Llegamos?- preguntan los pies.
Nadie responde.
Los pasos siguen con el agua que baja…
*
Vamos aquí, y luego nos quedamos quietos allá, por el lado del derrumbadero. Es el agua lo que por la mano pasa y moja la distancia entre la luz ida y la penumbra que nos tiene cercados.
*
Atienden los pies a la distancia como a una enferma. Los pasos curan. Avanzar no es morir solamente. La marcha no va a ninguna parte, pero se oscurecen los ojos.
La distancia sigue su agonía, y los pasos extravían a los caminantes que un día en su ojos la luz fue su luz.
*
-No miren hacia acá- piden los pies sin detener la marcha.
El agua calla y se estanca. Deja el cascabel en la profundidad y mira la huella de los pies que se escondieron.
*
Hace dos días que caminamos y nadie nos ve pasar. Hace dos días que los pasos van a convertirse en destino y nadie nos verá dar vuelta.
Vamos sin parar y muy pesados, vamos. No existe el retorno.
*
Debemos hacer una pausa en este lodazal. Detenernos un poco, dejarnos caer, cerrar la última luz de la mirada, llegar al fondo del reposo. Dejar que el pensamiento se hunda y no vuelva a la superficie hasta que la sed termine.
*
El pensamiento es un animal rabioso cuando despierta al centro del lodazal. Levanta los cuerpos de un tirón.
-Avancen- nos ordena.
Y nosotros avanzamos. Más adelante van unas bestias…
*
Vamos hacia donde la oscuridad nos llama. No podemos ver nada pero escuchamos el silbato de la muerte. El tropel que va adelante parece ir por el agua y el río tuerce su destino.
Vamos sin los ojos, sin la luz que nos dejó muy lejos. Allá, donde un silbato más se escucha, sabemos que la oscuridad está despertando.
Se oye cerca, el ruido de los dientes del alba…
[http://www.vozquemadura.com.mx/neftali-coria-1/]
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