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jueves, 23 de junio de 2011

4177.- LUIS PANIAGUA


Luis Paniagua (San Pablo Pejo, Guanajuato, México, 1979). Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Es autor de Los pasos del visitante (Punto de partida/UNAM, 2006), y coautor de Espacio en disidencia (Praxis, 2006) y Al frío de los cuatro vientos (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006).




El camino es un ojo cegado por la niebla
(fragmentos)

A la mitad del camino hierve un cuarteto de neumáticos sobre la cálida lengua larga del paisaje La claridad de medianoche es sólo un destello de faros dejados detrás de la memoria Las manos al volante sudorosas barajan posibilidades oscuras como fotos viejas que han ido perdiendo sus colores Los ojos prendidos al camino descifran la partitura blanca (u osamenta rasgada) que los faros han ido descubriendo








A la mitad del camino todo parece detenido A la derecha otro auto intenta rebasarnos Ha caído en un punto ciego en el juego de espejos de los retrovisores Un hachazo de ámbar dibuja una constelación en el cristal del parabrisas Ni con los limpiadores se disipa la opalescencia derramada Alguien pregunta quizá tú al volante quizá el auto a la derecha quizá yo ovillado en las cicatrices de mis puños si acaso Polifemo en su embriaguez habría soñado así su futura ceguera







Para Carlos Ramírez Vuelvas y Balam Rodrigo


Si llueve sobre la carretera hay que amainar el paso aligerar el peso sobre el pedal del acelerador y poner a trabajar a Thelonius Monk Hay que cerrar los ojos (si vas de copiloto) o usar gafas oscuras e imaginar el Arca de Noé varada en una playa como un esqueleto de ballena que la lluvia erosiona o al Titanic hundido abierto a la mitad como un mazo de naipes antes de barajarlo
Cuando regresas de la ensoñación por lo general ha pasado la lluvia Y Thelonius Monk no ha encontrado aún la muerte






En mi sueño un gato me mira En la noche su maullido es una encrucijada En su garganta yace un tren descarrilado en Bombay India La mirada del felino son los cuerpos destrozados al lado de la vía La sangre es tanta que se forma un caudal Yo siento que me hundo en sus ondulaciones mientras veo a Jesús caminar sobre las aguas:

Cuando las balas hicieron puerto en mí lo supe:

Hoy me bañé dos veces en el mismo río






Kilómetro 84 Tenemos diez minutos detenidos al lado del camino Yo escucho el craqueo de las intermitentes mientras tú revisas un mapa Las grietas en el suelo toman la forma de un continente de espuma disipándose en el vaso Ya casi no hay luz pero lo poco que ilumina repite su plegaria En este momento el silencio está del otro lado de la carretera opacando con la respiración un cristal que se fisura En el cigarrillo que crepita en mi mano arde el primer fuego del hombre






Dejé de contar los postes del camino (llevaba ya 584) cuando me preguntaste: eso que flota allá adelante ¿es una nube en forma de iceberg o es que nuevamente me he quedado dormido soñando con el hundimiento del Gran Buque? Te digo que no sueñas Que hay una nube ahí
Y en el cielo rojizo poco a poco empieza a tomar la forma de la cabeza rodante de Luis XVI






La palma extendida de un ciego que tantea en el aire el momento adecuado para dar el paso me parece tu mirada cuando tras el volante miras lo que está lejos Lo que otrora estuvo aquí palpita a la distancia De conservar manos humanas me tocaría por última vez el mentón la barba crecida el cabello que es según han dicho lo que sigue creciendo en estos pueblos de polvo






Aún no hemos tocado puerto El arroyo vehicular es casi un río congelado Un témpano crece en la garganta cuando digo ese nombre Si las campanas tocan a rebato un bosque de carámbanos germina en mis pupilas
Es necesario que esas sílabas me arrasen con todos sus ejércitos como a una ciudad sitiada Es necesario que esas siete letras me devasten como las siete plagas a Egipto Es necesario que tumben mi corazón a pedradas como si lapidaran a una adúltera Es necesario que mi voz no sea sino el Muro de las Lamentaciones
Aún no hemos tocado puerto pero tocamos puertas ya sin cuerpo







El arroyo vehicular es casi un río congelado Todo se va haciendo más oscuro porque la noche canta su canción en voz muy baja La bruma avanza como lo hace una mancha de humedad en una barda que impone sus límites y crece hacia el recuerdo Sólo pueden verse focos rojos que a la distancia hacen pensar en el suelo salpicado de sangre después de los disparos La noche es una fiesta enmudecida La carretera es un ojo cegado por la niebla



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