Claude Esteban (París, 26 de julio de 1935 - París, 10 de abril de 2006) fue un poeta y ensayista francés.
Nacido en París de padre español y de madre francesa, dividido entre dos idiomas, Claude Esteban fue el autor de una obra poética destacada en los últimos decenios del siglo XX y a principios de este siglo. Escribió también numerosos ensayos sobre poesía y lenguaje y fue el traductor al francés de algunos grandes poetas de lengua española, como Jorge Guillén, Octavio Paz, Borges, García Lorca, César Vallejo, Quevedo y Góngora. Publicó muchos ensayos sobre arte, artistas modernos (Ubac, Vieira da Silva, Palazuelo, Morandi, Chagall, Braque, Chillida, Giacometti...), pero también sobre pintores antiguos (Goya, Velázquez, Rembrandt, Claude Lorrain, Caravaggio...). En 1973, fue el fundador de la revista de poesía y arte Argile, publicada por Maeght (24 números, hasta 1981).
Traducidas al español
Algunos pasajes de "La Saison dévastée", trad. de Jorge Guillén, in Jorge Guillén, Final, Barcelona, Barral, 1981 (1ra publicación en la Revista de Occidente, 19 (Madrid, mayo de 1977)).
Siete días de ayer, trad. colectiva del Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna, dirigida por Andrés Sánchez Robayna, Tenerife, Ediciones Canarias, 1996.
En el último páramo, trad. colectiva, Madrid, Hiperión, 1998.
La heredad de las palabras, trad. de Juan Abeleira, Madrid, Hiperión, 1998.
Coyuntura del cuerpo y del jardín - Doce en el sol - Imágenes pintadas, trad. de María Victoria Atencia, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2001.
Diez textos publicados en la revista de Octavio Paz — Vuelta — entre 1981 y 1997.
Algunos pasajes de "La Saison dévastée", trad. de Jorge Guillén, in Jorge Guillén, Final, Barcelona, Barral, 1981 (1ra publicación en la Revista de Occidente, 19 (Madrid, mayo de 1977)).
Siete días de ayer, trad. colectiva del Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna, dirigida por Andrés Sánchez Robayna, Tenerife, Ediciones Canarias, 1996.
En el último páramo, trad. colectiva, Madrid, Hiperión, 1998.
La heredad de las palabras, trad. de Juan Abeleira, Madrid, Hiperión, 1998.
Coyuntura del cuerpo y del jardín - Doce en el sol - Imágenes pintadas, trad. de María Victoria Atencia, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2001.
Diez textos publicados en la revista de Octavio Paz — Vuelta — entre 1981 y 1997.
En español
Diario inmóvil / Diario immobile, poemas en español traducidos al italiano por Jacqueline Risset, edición bilingüe, Milano, Vanni Scheiwiller, 1987.
Diario inmóvil / Diario immobile, poemas en español traducidos al italiano por Jacqueline Risset, edición bilingüe, Milano, Vanni Scheiwiller, 1987.
En francés
Poesía
La Mort à distance, Gallimard, 2007.
Le Jour à peine écrit (1967-1992), Gallimard, 2006.
Morceaux de ciel, presque rien, Gallimard, 2001.
Janvier, février, mars. Pages, Farrago, 1999.
Quelqu'un commence à parler dans une chambre, Flammarion, 1995.
Soleil dans une pièce vide, Flammarion, 1991.
Elégie de la mort violente, Flammarion, 1989.
Le Nom et la Demeure, Flammarion, 1985.
Conjoncture du corps et du jardin suivi de Cosmogonie, Flammarion, 1983.
Terres, travaux du cœur, Flammarion, 1979.
Poesía
La Mort à distance, Gallimard, 2007.
Le Jour à peine écrit (1967-1992), Gallimard, 2006.
Morceaux de ciel, presque rien, Gallimard, 2001.
Janvier, février, mars. Pages, Farrago, 1999.
Quelqu'un commence à parler dans une chambre, Flammarion, 1995.
Soleil dans une pièce vide, Flammarion, 1991.
Elégie de la mort violente, Flammarion, 1989.
Le Nom et la Demeure, Flammarion, 1985.
Conjoncture du corps et du jardin suivi de Cosmogonie, Flammarion, 1983.
Terres, travaux du cœur, Flammarion, 1979.
Ensayos sobre poesía, literatura y lenguaje
Ce qui retourne au silence, Farrago, 2004.
D'une couleur qui fut donnée à la mer, Fourbis, 1997.
Le Partage des mots, Gallimard, 1990.
Critique de la raison poétique, Flammarion, 1987.
Un lieu hors de tout lieu, Galilée, 1979.
Ensayos sobre arte y monografías
L'Ordre donné à la nuit, Verdier, 2005.
La Dormition du Comte d'Orgaz, Farrago, 2002.
Traces, figures, traversées, Galilée, 1985.
Palazuelo, Maeght, 1980.
Ubac, Maeght, 1978.
Veilleurs aux confins (Fernández, Morandi, Josef Šíma, Szenes, Tal-Coat, Ubac, Vieira da Silva), Fata Morgana, 1978.
L'Immédiat et l'Inaccessible, Galilée, 1978.
Chillida, Maeght, 1972.
ELEGÍA, ATARDECER E IN PACE
Elegía
Que se termine con la fiebre,
no.
Con su figura.
El pan sobre la mesa,
el día con sabor
de día.
La mano abierta.
Hace falta esperar. Lo creo
y no lo creo.
Me asomo a la ventana y
veo el puerto.
Lo veo
y no lo veo más.
¿Qué importa
el tiempo?
¿Qué importa que me quede
un año inmóvil?
La sombra no responde. Y tú
estás sola,
más sola que la muerte
que va subiendo
–que ya me espera aquí,
en los espejos. ~
Atardecer
Torres que no acabaron
de crecer
y que se pudren.
Polvo
en las sienes, polvo
de luz en la saliva.
Cristos de plástico y libros
pornográficos.
Todo está bien. Se
vende. Todo
es vida.
Dentro de mí,
gusanos y ceniza. ~
In pace
No me digáis
que va a crecer la hierba.
Aquí sólo van conchas
y babas secas
del otoño
Lloros de nadie, corazas
no vencidas,
miradme a mí
que sigo entre las piedras.
Miradme a mí
que bajo por los musgos y me pierdo.~
AEROPUERTO
Aquí no duele
nada. Ni las gafas ni las pestañas.
El mundo, nada
más, el mundo. Mayor que
tú, menor.
El mundo solo
y dos corbatas viejas
por el suelo. ¿Quién
las recogerá?
Un hombre pasa con su maleta
sin cerrar. Un hombre
cae.
¿Quién lo recogerá? Dios,
como dicen otros,
para ir más tranquilos
a ver si quedan por las calles
los tranvías
y las chispas eléctricas del placer.
Un reloj japonés
dice la hora con segundos
rojos.
21:05. ¿Y después?
Las cosas cómo son, cómo
serán. Iguales.
Dos corbatas sin nombre, dos
estrellas
caídas por el suelo. Y esa voz
que repite para todos:
Señores pasajeros.
No hay dolor.
MAÑANA
El día que no fue
sigue volviendo.
Y sale por las calles
y se pasea
entre chalecos nuevos y botellas,
mirando escaparates,
dorando estatuas.
El día que no fue
no se defiende. No
necesita ver, lo sabe
todo.
Quien va a vivir y quien
ya tiene escrito
el sello de la muerte en la solapa.
El día que no fue
no me conoce
y tropieza conmigo en las aceras.
ATARDECER
Torres que no acabaron
de crecer
y que se pudren.
Polvo
en las sienes, polvo
de luz en la saliva.
Cristos de plástico y libros
pornográficos.
Todo está bien. Se
vende. Todo
es vida.
Dentro de mí,
gusanos y ceniza.
VOZ DE UNO
Nadie me dice -y queda
claro así:
te espero en la esquina.
Nadie me dice: es
martes, ¿lo recuerdas?
Nadie me dice: ¿por qué
llegaste tarde?
Nadie me dice
nada. Y queda claro así.
La noche es mía.
ELEGÍA
Que se termine con la fiebre,
no.
Con su figura.
El pan sobre la mesa,
el día con sabor
de día.
La mano abierta.
Hace falta esperar. Lo creo
y no lo creo.
Me asomo a la ventana y
veo el puerto.
veo el puerto.
Lo veo
y no lo veo más.
¿Qué importa
el tiempo?
el tiempo?
¿Qué importa que me quede
un año inmóvil?
un año inmóvil?
La sombra no responde. Y tú
estás sola,
estás sola,
más sola que la muerte
que va subiendo
-que ya me espera aquí,
en los espejos.
en los espejos.
SOMBRA
Me dice: ven. Y voy
y no la encuentro.
Y tropiezo en el sueño
con miles de gaviotas,
con barcos sin motor, con
bicicletas,
con informes sellados que no entiendo.
Me dice: ven. Y ya
no tengo brazos,
ni cara para ver, ni nombre
entero.
Me dice: ven. Y el insomnio
corre la cortina.
IN PACE
No me digáis
que va a crecer la hierba.
Aquí sólo van conchas
y babas secas
del otoño.
Lloros de nadie, corazas
no vencidas,
miradme a mí
que sigo entre las piedras.
Miradme a mí
que bajo por los musgos y que me pierdo
CREYENDO NOMBRAR (Croyant nommer, 1971)
Traducción de Miguel Casado
Armadura de la mañana.
Ya no salgo
de mí. Atravieso
mis labios
sin percibir que el sol
rasga el aire
los muros.
Invento corredores
donde el frío se acumula
se encorva
hasta este grito.
Materia muerta bajo los pasos.
Hace falta
continuar hacia el río.
El invierno bebió los senderos.
La sombra se agarra
a un retoño inviable.
Haber nombrado la fiebre
sólo a un niño dócil hace detenerse
al borde de los sueños.
La sangre se queda helada.
Más tarde
un grito
rasga el discurso.
Tierras, trabajos del corazón, todo
bulle a la vez.
Erguido
y ante el cielo este sabor de las cosas
concertado.
Hablabas
de locas promesas que unos dioses
hicieron en el principio.
Siembra.
Luego el viento.
Le quedaba al hombre
atrapar con mortero de palabras
su herencia de sombra.
El hombre
que no conoce del hombre
sino un peso de huesos.
Rostros corroídos.
Arrugas.
Su trabajo en el tiempo
hizo alzarse esta hierba que los reúne.
O como el deseo
sustituye a las llamas
que la consumen
negra
sin que el invierno distraiga
su tenor
la tierra
en torno a lugares
que por haber nombrado rige
el hombre
la tierra
con los brazos caídos desde la edad
de las hierbas nutricias
de nuevo sola
expuesta al duro querer del viento
alejándose de nuestras rutas
oh lenta estrella nuestra.
Las semillas han caído.
Todo
el trabajo del día
reposa ahora
sobre los muertos.
Un sabor de cobre
sube a los labios.
Poder
llevar el tiempo
un poco más allá.
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