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martes, 22 de febrero de 2011

3276.- ARMANDO FREITAS FILHO


ARMANDO FREITAS FILHO, nació en Río de Janeiro, Brasil en 1940.
Publicó, entre otros: "À mão livre", 1979; "3x4", 1985; "De Cor", 1988; "Cabeça de Homen", 1991 ("Cabeza de Hombre", Edición Bilingüe, Editorial Hiperión, España, 1995) y "Números Anônimos", 1994; y "Duplo Cego", 1997.





De "Números Anônimos"

I

Herido de flores en muchos puntos
el jardín ya comienza a huir
en perfume y desperdicio
con el color de cada color en alza
antes de caer:
hojas que fueron hasta el fin
y vuelven sin vida al suelo original
de donde volaron, antes de la primera línea
cuando nada se registraba aún
aquí, en la superficie
de cara al muro mojado de azulejos.


II

Hijo ninguno. Nada que se agarre
clavado por dentro
aún sin uña y diente
a la pared a plomo de la fachada ciega
visceral y único, furioso de vida
en el ataque.
Su sensación abierta viene a la boca.
Amor, pala de tierra
golpeando con toda fuerza y peso
sobre el pecho
para que el otro corazón crezca
enraizado en la sobrevida del tuyo.




III

Sos todo corazón, extremo
ultra-sonográfico y estremecido
a 155 p/minuto
y de aquí en adelante, latiendo hasta el fin.
En un principio, indiviso, profesional
tan sólo por sí mismo
sin tiempo de devaneo
en medio de la estática, de la tempestad
del otro cuerpo
que te retiene ahora, coesionado
que te expulsará después
cuando quieras huir.




IV

Falta amor. Las plantas enloquecen
desgreñadas de sed
en la tierra seca de las macetas, y todos
los clavos son sin perdón martillados
hasta que las cabezas se entierren.
Falta sangre, su corazón está lejos
latiendo en otra faja que no capto
no lo escucho ni siquiera en el odio.
No.




V

Miran al corazón pero no tiran.
Tal vez disparen, con silenciadores
y mira minuciosa, telepática
en el intervalo de los latidos
para matar sin sangre, en el susto
en familia, la fiera
y su programa de ataque permanente:
sin pensar, sólo pensar
si se muerde, recurrente — morderse
hasta morir sin ver siquiera
cuál fue el gatillo
la mano que la alcanzo primero
y que, llena de dedos, mató.




VI

La luz es de ayer, de garage
no comenta mas nada
exausta pero aún devasta, exhausta
y continúa rasgando la cara
las sábanas
de este mar paralizado
cercado de vidrios sin sentido
invadiendo el cuarto entero
donde en un vaso, sobrevive
el perfume del rojo
cortante de una rosa.
No tomé su mano
cuando pidió por padre y madre
ni vi su último rostro
con la arruga que insistió
durante la vida
o el rigor del traje plegado.
No tomé nada
no espanté las moscas
oigo sus ojos abiertos
e imagino las larvas
sin lágrimas, ciegamente




VII

El calor inmediato de la palabra oral
sin revisión de pensamiento
admite repeticiones, improviso
y fuga — estáticas
blancos
pero el papel, no.
Aquí, en esas voces por escrito
cualquier registro
hasta las tachaduras del borrador, el sucio
de las uñas
tiene un toque de arte-final
del arte que antes fue raza
garra — camisa de amador.




VIII

Escribo de cabeza, andando a pie
no con la elegancia
de aquellos que cuando con skate
casi alados, ondulando
en equilibrio, pasan al margen
en el intermezzo, en la calzada de la playa
acostumbrada a la prisa de los autos
y a la expectativa de las olas.
La poesía acaba con la vida, marca
montaña y mar al mismo tiempo
y lo que se salvó, agarrado
y aún se sostiene, litoral.


IX

En el aire, donde los andamios acaban
y la performance pierde el instante
del trapecio
sin apoyo de red ninguna
absolutamente fuera de registro
con pocas líneas de resolución
ultraleve radical, sin tierra
— nunca me cansaré de tu crepúsculo —
cielo.

(Traducciones de Aníbal Cristobo)


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(De "Cabeça de Homen")


AIRE

Música de árboles.
No la de las hojas y ramas,
Sino la otra, sólo para percusión.
Madera, raíces, cortezas, nudos, brotes.
Todo lo que pide hacha, corte, golpe.
Lo que es duro —áspero— golpea, y estaca.
Lo que estalla y crece de la tierra contra las estrellas.


Traducción: Adolfo Montejo Navas




NEGRO

para Aníbal

La primera palabra es no.
No de no puedo. No de no.
Contando los granos negros
hasta encontrar, para cortarlos
el eslabón más duro que estalla
los nexos, las mollejas que juntan
y digieren, hueso y cartílago.

Obra de todas las horas
sobria oración en la sombra
rezo de piedras entre dientes
maldiciendo la boca – afta
afán de bicho acorralado:
perro! perro!
en el ataque contra el muro repetido
contra el fin del día, que muerde.


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