Cosme Álvarez (Ahome, México 1964). Poeta, narrador y ensayista. Ha fundado y dirigido las revistas Revólver (1991-1992) y Astillero (2000). También es músico. Dirigió la revista musical Café Carnaval, donde, como en 1987, compartió escenario con Jaime López.
Ha publicado los libros Vivo sueño (Ediciones sin nombre, 2006); El azar de los hechos (Fondo de Cultura Económica, 1998); El cántaro de fuego, (edición privada, 1994) y Sombra subterránea (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1992) firmado con el seudónimo de Cosme Almada. Algunos de sus poemas aparecen en Eco de voces. Generación poética de los sesentas (Ediciones arlequín-Fondo Nacional para la Cultura y las Artes-Sigma servicios editoriales, 2004); también en la Antología de poetas sinaloenses editada por Eduardo Mendoza (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, CONACULTA, 1996). En el volumen Taller y Tierra Nueva, libro colectivo editado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, 1988), se publicó una entrevista suya al escritor Rafael Solana. Uno de sus cuentos, Es el fantasma, aparece en La bamba cultural, anuario del Instituto Mexicano de Cultura en Chicago, 1999.
En 1997 obtuvo el Premio Nacional de Poesía “Gilberto Owen” con el libro El azar de los hechos.
PRESENCIAS
Cada tarde
nacen y mueren
bajo la máscara vieja del hastío,
bajo la mueca de la luna,
las geografías de sus rostros
de palo.
Su lenguaje de limo crece,
árbol de tierra,
en el bosque del silencio.
Llenos de sí son un vacío
en el paisaje,
oquedades,
más viento que presencia,
tolvanera,
más voz de polvo que sonidos,
vértigos,
sus ojos no miran: murmuran,
dicen
con sílabas negras el nombre de la noche.
Vértigos,
son gritos del olvido,
rumores en la frente.
Son un bosque,
sus follajes sangran luz;
rizomas,
árboles de polvo viejo
en la tierra florida.
Surgen al mundo con el vértigo
de los días sin fruto;
flores marchitas del azar,
su silencio nos habla
desde el árbol:
pájaros negros en los ojos.
De Perra blanca
INSOMNE
Sentado a la mesa, delante la vela,
percibo el mundo y no hay división.
Mis ojos se cierran pero miran;
la llama de la vela me ilumina.
Los ojos se han cerrado pero miran,
intensamente miran;
su ver se prolonga más allá de mis ojos.
Este cansancio no me quema.
Los sentidos, abriéndose sin mí
—más allá de mí— son puertas infinitas,
o barcos que navegan por el agua de esta nada
que llamamos realidad.
Las cosas ya no existen, no son cosas:
son silencio,
círculo que se abre
se dilata se prolonga sin orillas.
Sentado ante la vela, yö ya no soy yo,
no hay centro ni hay distancias.
Mi cuerpo se diluye en los sentidos
y es tremendidad.
Mi cuerpo
es un puro silencio sin puntos cardinales,
agua inmaterial
por donde el ojo mira el mundo.
Mis ojos permanecen cerrados,
se abren al silencio.
Siempre es ahora, la misma hora siempre
y todos los lugares son el mundo.
No hay gente y no hay calles,
no hay cosas sino mundo.
Las formas visibles del mundo son apenas una cresta,
lluvia parda que ensordece los sentidos.
Todo lo que soy sólo fluye,
agua a la deriva de mi cuerpo:
lúcida punta de un iceberg sin medida
en el agua inmaterial de lo existente.
Escucho el rumor de mi agua rauda
brotar desde la llama de la vela,
un mástil de la luz ilumina
la proa de las cosas que juegan a ser cosas.
En lo alto de la torre del silencio
observo con el tacto y el oído las figuras,
océanos visibles que apenas son bahías
o el costado de otro río.
Con los ojos cerrados miro islas,
archipiélagos en medio de un naufragio,
continentes que no son lo que los ojos
formulan como el mundo: magia insomne.
No hay cosas ni hay personas,
tampoco sustantivos;
sólo está la base de las cosas:
relámpago que estalla.
Relámpago la base que nombramos al mirarla
y es inútil —el nombre del silencio no es silencio,
no hay brújula ni puntos cardinales—:
sólo agua que no cesa.
Mis manos son vistas por mis ojos,
mis manos se posan en la mesa;
no son una bahía de mi cuerpo
ni extremo de otra cosa.
Mis dedos son un puente para el ojo,
mi boca mismo puente hacia el olfato y el oído;
mi cuerpo es otro puente y mis sentidos
son agua inmaterial que aproxima las orillas.
Mis manos son palomas y son flores,
mis dedos el rizoma del follaje,
las ramas el oído: luz que suena:
delante de la vela crece un árbol.
Aquí, donde el ojo no es mirada,
es raíz de lo visible y lo invisible;
aquí donde el oído no es la oreja,
es ramaje de lo audible y lo inaudible.
Este mar son los sentidos,
que salen a la luz y se prolongan,
que se unen por el puente de agua rauda
al océano total de lo existente.
Mi cuerpo ya no es un cuerpo,
agua en el agua y los límites perdidos;
—por el otro lado del puente
el mundo cruza el puente y entra en mí.
Nada es real, nada es irreal,
siempre es ahora, la misma hora siempre,
símbolo lunar, agua en el agua.
Y todos los lugares son el mundo.
No hay hábito en la lumbre,
no hay columna sosteniendo este péndulo de cuerpo;
no hay causa ni azar, no hay efecto,
sólo está la luz, y este silencio que suena.
Sentado a la mesa, delante la vela,
ya no hay certidumbre ni recelo,
ya no hay alegría o desaliento,
sólo este relámpago del sueño:
De Vivo Sueño
VIVO SUEÑO
(Fragmento)
farsa el hombre en el légamo del lucro,
padrote de la vida cotidiana,
farsa el nuevo hombre, huele a dinero,
huele al oro del vientre de la tierra,
Prometeo en su máquina de carne,
no hay sangre sino lucro en sus arterias,
no hay puntos cardinales, hay dinero,
el símbolo sagrado de este mundo;
farsa el hombre de cobre y excremento,
ha hecho de la vida la Gran Puta,
huele a cobre y a lucro, huele a cerdo,
calcula sus ganancias en estiércol,
los ojos en el dólar de la muerte,
la voz en el sonido de la usura,
sonido gris que repta por el mundo,
limo que iguala el alma y la materia,
con pérdidas, ganancias, dividendos,
el hombre huele a cobre y excremento,
a cobre el empresario de la risa,
a cobre el escritor publicitario,
a cobre el mercader de la esperanza,
a cobre el ingeniero del engaño,
a cobre la sonrisa del banquero,
a cobre la cultura del esfuerzo,
a cobre el promotor de la persona,
a cobre los milagros del mercado,
a cobre el que cultiva fruta muerta,
a cobre el escultor de los metales,
a cobre los burócratas serviles,
a cobre el militar en la batalla,
a cobre la virtud del presidente,
a cobre el diputado en la asamblea,
a cobre los gurús de la noticia,
a cobre el abogado en los juzgados,
a cobre el que comercia con la vida,
a cobre el charlatán que mira dioses,
a cobre el analista de conciencias,
a cobre el bisturí del cirujano,
a cobre la terapia conductista,
a cobre los psicólogos de niños,
a cobre la receta del galeno,
a cobre los poetas que no estallan.
A cobre voy al mundo, estoy despierto,
la voz de la mirada ya no suena,
las alas de mis manos están rotas,
el ave de mi cuerpo se ha cansado.
De Vivo Sueño
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