Harivansh Rai Bachchan, India (1907-2003), fue uno de los autores más importantes en lengua hindi en el siglo XX. Nacido en el poblado de Patti, cerca de la confluencia del Ganges, el Yamuna y el Saraswati, fue autor prolífico y su acervo comprende poemas, ensayos y escritos autobiográficos. Muy joven traducirá integralmente al hindi Los Rubayata de Omar Khayyam. Dentro de la vena poética de Khayyam y utilizando la forma de cuartetos como él, asombrará a su ciudad y a la India con una colección intitulada Madhushala (La Casa del Vino), del cual los cinco poemas precedentes han sido seleccionados. La primera edición del libro, publicada en 1935, causó escándalo en ciertos círculos que, ignorando los paralelos contemplativos con Khayyam, condenaron a Bachchan por entregarse a una supuesta alabanza a la embriaguez. Mahatma Gandhi acallaría las diatribas, declarándose satisfecho por el innegable contenido místico de la obra. Distinguido con numerosos premios entre los que se cuentan el Sahitya Akademi Award, el Padma Bhushan y el Saraswati Samman.
Poemas de: Harivansh Rai Bachchan
Traducción de María Helena Barrera-Agarwal
Madhushala
4. De la tierna viña de mis emociones
El vino de imágenes he extraído yo;
El poeta ahora es atento sirviente
Que a muchos ofrece la línea fluida;
En la copa donde millones se sacian
El vino que vierto no se ha de agotar.
Mis lectores son huéspedes sedientos,
Mi libro de versos, la Casa del Vino.
6. El hombre sediento su hogar abandona
La Casa del Vino busca, sin saber
Cómo llegar a ella, temiendo que apenas
Su vía secreta no muchos conocen;
A todos pregunta, todos le dedican
Extrañas respuestas, enigmas sin fin;
Elige una vía, síguela sin falta,
Que todas te acercan a la Casa del Vino.
7. Ay, el tiempo que he dejado, tanto
Buscando la casa que añoro, que ansío;
Aún en la vía los guías me hablan
De aquellos placeres distantes, etéreos.
Apenas si puedo proseguir mi anhelo
Pero me resisto a volver los pasos.
La Casa del Vino siempre se me aleja
Y sigue llamándome, imperiosa, cierta.
73. Ay, el hombre es la copa tan frágil,
Precaria, fugaz en el barro que la forma, sí;
De ese agridulce fluido repleta,
Vino de la vida, que a diario se vierte;
Con miríada de brazos, la muerte nos llama
La sombría sirvienta proclama su ley;
Y tiempo, sediento, insaciable se bebe
De un sorbo este mundo creado, hasta el fin.
99. Copa inmaculada, vino no probado,
Codicias atizan, deseos atraen;
Cuando encuentre un día la Casa del Vino
Dejaré en la puerta mi avidez por fin.
No es amor tener, guardar, poseer,
Amor es el ansia, infinita, de hallar,
Mi sed insaciable se encarna en la espera
Del inmortal fuego que abrasa mi ser.
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