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martes, 4 de enero de 2011

2941.- MAGDALENA LASALA


Magdalena Lasala (Zaragoza, España 1958) es una escritora polifacética aragonesa.
Desde muy joven ha estado muy vinculada al teatro y demostró también una vocación literaria temprana. Estudió arte dramático, canto, derecho, ciencias de la información y psicología humanística. Es autora de una amplia obra que abarca distintos géneros y actividades. Ha sido traducida al alemán, portugués, italiano y checo. Directora de la revista literaria Criaturas Saturnianas, que edita la Asociación aragonesa de escritores (patrocinada por el Gobierno de Aragón), asociación que ha dirigido.
Colabora en diversos medios de comunicación y da conferencias. Vinculada también al mundo de la música, algunos de sus poemas han sido musicados e inspiradores de espectáculos audiovisuales.

Escribe narrativa, cuento, poesía, teatro, ensayo. Pero es tal vez su obra narrativa la más conocida y aplaudida por el público.

Poesía
Sus poemas se han sido traducidos al francés, inglés, italiano, checo, búlgaro y alemán. Ha sido también incluida en varias Antologías de Poesía Española publicadas en Europa. Sus textos líricos se han utilizado por compositores como Antón García Abril, Gabriel Sopeña, Luis M. Giacoman y M.Ferrández. Ofrece con frecuencia recitales poéticos en compañía del músico Jorge Fresno, por España y diversas ciudades europeas como Milán y Roma.
Frágil y sangrante frambuesa, 1990.
Zoo de emociones, 1991.
Seré leve y parecerá que no te amo, 1992.
Lilo vivo en mis pupilas, 1992.
Sinfonía de una transmutación, 1995.
La estación de la sombra, 1996.
Los siete sentidos capitales, 1998.
Cantos de un dios seducido, 1998.
Todas las copas me conducen a tu boca, 2000.
Los nombres de los cipreses que custodiaron mi ruta, 2004.
Y ahora tu pasas la mano osadamente, 2007.

Antologías poéticas y publicaciones colectivas
Poemas a viva voz III, 1991.
Bajo los puentes del Drina, 1993.
Cartas a Miguel Labordeta, 1994 .
El canto del Ebro, 1995.
Un siglo de poesía en Aragón, 1995.





El sueño de Firenze


Contemplaba iluminados tus ojos
En aquellas tardes de invernadero.
Firenze salía al recuerdo
con luces ocres sobre sus puentes.
Eras bello,
bello sobre mis risas
dulcificado tu perfil a contraluz
dentro del coche conduciendo a ningún sitio.
La tierra endurecida nos recibía
secretamente felices
agradecida de nuestras presencias que
la hacían feliz a ella.
Le prestábamos algo de la hermosura
que nos sobraba
durante unas horas.






XIX The Sun II

Voy en busca del lugar
donde desearé morir.
El pasado no sirvió de nada.
Pero hay un mar que recogerá mi cansancio
con mansedumbre de viejo amante,
mi cuerpo desnudo se dejará
acariciar sin prisa, sin nada más,
y se hará de noche y no querré
más versos, ni más flores.
Ese lugar existe y tiene una casa
que da al mar, donde veré ponerse
el sol sobre el dichoso olvido y la paz
del perdón de la vejez y la piel sosegada.
Hoy viajo en su busca.
Es lo único que quiero encontrar.


De su libro "Los nombres de los cipreses
que custodiaron mi ruta"
(Huerga Fierro editores, 2004)







A ti, mi bella amante furtiva,
vaya el homenaje de mi equilibrio hallado
en tu presencia
enlazada como hilos de un encaje
en las palabras tuyas y en tus silencios,
en los besos y en las copas,
en el temblor de tu duda
y tu certera dentellada,
suculentos ingredientes del menú
donde elijo cada día
un plato apto para mis ansias.
A ti, mi amante adorada, sutil dríade
candente sobre agendas y calendarios,
hespéride acogedora y al punto distante,
a ti, te debo tanto, mi amante ignorada,
hermana del oráculo inescrutable que creció conmigo,
hambriento amor.
A ti, amada, vaya mi dedicación eterna,
mi voz sumisa mejor modulada,
vaya la curva más perfecta de mi entrega
para ti, excelsa,
la reverencia de mi alma
domada por tu majestad;
a ti, amada amante mía, vaya tanto amor
que siembra
en mi pecho tu sonrisa más queda,
a ti regrese tanta dicha
que la más leve señal de tu deseo
sobre el mío,
en mí, causa.

De su libro “Todas las copas me conducen a tu boca”






QUE DIERA POR ESCONDERME

Qué diera por esconderme un día bajo
la mesa de tu despacho
rival de mi fiebre
y esperar callada a que llegaras
ocupado, como siempre.
Ellos se sentarían al otro lado,
tú vendrías a tu sillón y no dirías nada
tragando el respingo de verme
ahí abajo recibiendo
lo oculto de tu cuerpo
sin remedio.
Te sabrías
a merced de mi presencia secreta,
a mi merced ese fruto
que recoges todos los días
bajo esa misma mesa, en medio
de tu reunión.
Controla ese rojo que te sube por el rostro
y acostúmbrate a mirar
antes de sentarte
en tu sillón de importante.

DE "Y ahora tú pasas tu mano osadamente"







Yo te amé

Yo te amé una vez sobre las alas
de palomas invisibles
acudiendo a los altos tejados de cenizas.
Te amé en el barco rojo a la deriva
del vino embravecido
en nuestras bocas
y mis dedos como peces
recalaban muertos de vida en tu orilla.
Yo te amé una vez
a la sombra de pitillos
deslumbrados
entre cientos de llamas de velas
sobre el humo
desdoblados,
en el humo convertidos,
y el jardín era un océano verde
y los árboles eran sus dioses,
y el cielo oscurecido era un volcán
lleno de voces
que inundaban mis oídos con tu nombre amante.
Una vez te amé mientras cortabas la flor
de un lilo, yo hablaba
con el fuego y él crepitó
en tu honor y el mío,
te amé, y te añoré luego
cuando los pájaros callaban
y las palomas caían confusas
en el calor de los restos,
te amé y te seguí
amando más allá de las alas,
más allá del licor afrutado de aquel beso,
más allá.

De su libro “Todas las copas me conducen a tu boca”

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