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martes, 28 de diciembre de 2010

2869.- ADRIANO DEL VALLE


Adriano del Valle
(Sevilla, 1895 - Madrid, 1958) Poeta español. De padre asturiano y madre andaluza de ascendencia italiana, Adriano del Valle recorrió toda la Península entre sus diecisiete y sus veintiún años. Se acercó pronto a la poesía bajo la influencia de Rubén Darío. Se adhirió en primer lugar al ultraísmo, y fundó en Sevilla, junto con Isaac del Vando-Villar, la revista Grecia, que agrupó a los jóvenes poetas postsimbolistas, siendo posteriormente seguidor de la vía neopopulista de García Lorca y Alberti.

Fundó luego, junto a Fernando Villalón y Rogelio Buendía, la revista Papel de Aleluyas, en Huelva, y dirigió otras como Mástil y Arte y letras, ambas de Madrid, así como la revista cinematográfica Primer Plano. La influencia del Lorca del Romancero gitano y del Alberti de Marinero en tierra se hacen notar con fuerza en su primer poemario, Primavera portátil (1934). El libro recoge los poemas escritos por Adriano del Valle entre 1920 y 1923, y se editó con ilustraciones de Eugenio D'Ors.

En 1934 y 1937 obtuvo el Premio Sánchez Bedoya, otorgado por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y, en 1934 se le concedió el Premio Nacional de Literatura por su obra Mundo sin tranvías, escrita entre 1931 y 1933, y que quedó inédita en vida de su autor. Siguieron a éste Lyra sacra (1939) y Los gozos del río, de 1940. Adriano del Valle se manifiesta en ellos como un poeta de barroquismo desbordante, abierto a las más diversas sensaciones, sin eludir en ocasiones un conceptismo extremado.
Publicó a continuación Arpa fiel (1941), en donde vuelve a cauces de mayor clasicismo. El libro le valió el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera de 1941, y el Premio Fastenrath, de la Real Academia Española, de 1942, y fue saludado por Azorín como un hito en la creación poética española. Su producción tardía incluye Sonetos a Italia (1942); La Innombrable (1954); Misa de Alba en Fátima y Gozos de San Isidro (1955); Oda náutica a Cádiz (1957); Égloga de Gabriel Miró y Fábula del Peñón de Ifach (1957). Inéditos en vida del autor, aparte el poemario antes citado, quedaron El jardín del centauro, poesías de 1916-1920; el auto sacramental La divina pastora (1923) y Musa-Omnibus, poemario de 1934-1937.

Escribió una biografía, también inédita, de Fernando Villalón: Fernando Villalón, héroe de arpa y garrocha. Sobre un trasfondo de andalucismo, su poesía se impregna en ocasiones de imaginería futurista de indudable brillantez y vistosa polifonía verbal de raíz barroca, para serenarse en su poesía posterior en un clasicismo de rotunda y mediterránea expresividad. Añádese a ello el catolicismo del autor, esteticista y escenográfico, ceremonial y litúrgico. En sus últimos años ocupó la jefatura del Instituto Nacional del Libro Español.





El secreto

A orillas de la fábula, secretamente mía,
desde el árbol de sangre donde nace el latido
que se asoma a tu pulso, tu lengua, flor mojada,
era un sésamo oculto para el paisaje mórbido
de tu floral desnudo, desgajado en pudores
y amorosas laderas silvestres, en la sombra
de tus senos en vilo, colmenas del enjambre
cuyo vuelo guiaba el beso más antiguo.

Sempiternas colinas con pétalos y zumos,
el sí y el no acertaban, dudoso de tu aroma;
áureo botín de besos, acosadas axilas,
fugacísima imagen traída en tus relámpagos,
abriéndome entre lirios palomas y moluscos.
Y tú, ya casi un claro de luna en tus pestañas,
arcángel sin edad eras sencillamente.

Y acueducto sin lluvia, la luz del arco iris
nos volcaba el secreto flamígero del beso,
la soledad abriendo a nuestras almas juntas
donde las aves urden sus alcobas de trinos.
¡Oh amada mía! Siempre tu inaccesible cumbre;
y ya en ti, me despeño virgíneamente tuyo,
cuando el aire y el río te huelen desde cerca
el tatuaje invisible de la piel de tu aroma.

Y entonces, voy bajando por la rampa del grito,
del fulgor y la piedra, del viento y de la nieve;
ave soy rubricando con el vuelo las cumbres;
Ángel Caído soy recluido en tus ojos,
mordiendo en tu cabello sus pendulares frutos,
desplegando en mi torso su funeral bandera,
tu ardiente cordillera midiendo con mis brazos...

Con mi equinoccio envuelvo tus claros hemisferios
de antípodas caricias, cuando exploran mis besos
la tibia sangre nómada de tus venas azules.
La luna era el ex-libris del éxtasis nocturno,
tallo de flor nacido de tu propia semilla,
soledad sin los árboles que sostienen el cielo,
la delicia ignorando de beber en tu lengua,
como la piedra ignora el lenguaje del pájaro.

Si el beso no era un símbolo creado en tu homenaje,
su corola en tu hálito tuvo pétalos dulces
para impregnar la tierra con mieles suficientes
cuyo dulzor brotaba de la raíz del mundo.
Te conocí en el lecho mineral del planeta,
mientras tú apaciguabas la luz en la montaña...
Cósmicamente mía... Norte, Sur, Este, Oeste,
nupciales, cuatro vientos te velaban el sueño.





A FIÉSOLE

Esparce su dorada agrimensura,
riego templado en sol, la luz celeste,
a Fiésole, al jardín, al soto agreste,
al ave, al ruiseñor de la espesura.

El gótico ciprés, y en su verdura
los céfiros y arpegios del Oeste
que Florencia le envía. Su entorno es éste
y el Arno es longitud y el Domo altura.

Aquí tiene el silencio voz de hormiga
y soledad el agua restaurada
y el arco tiene en Dios su excelsa clave.

Su ¡Ave, César! entona ya la espiga,
gladiando con la hoz su rubia espada,
y reza en el ciprés, cantando, el ave.






A NÁPOLES

Nápoles apareja sus jardines
y ofrece al pez, virgíneas, sus corolas,
sus anclas de azahar, sus amapolas,
su pulso en flor, su anzuelo, a los delfines.

Toman baños de sol los bergantines.
La lava baja al mar en rompeolas.
Pompeyas de coral cuajan las olas.
La sal sabe a limón, sabe a jazmines.

Y en náutico cristal, la alegoría
del foque y el jardín... Mesa revuelta
que congrega al balandro y al tranvía

con el Vesubio, allí, casi en la puerta...
Y Capri en la azulada lejanía
de un sueño organizado a pierna suelta.





A ZI'TERESA

Ristorante napolitano

Rehoga el mar con sal napolitana
sus algas, a la luz de las farolas.
Flores de plato a plato, barcarolas,
tenores entre el queso y la manzana.

La lumbre, en los peroles, vesubiana...
Blanco mantel, blanquísimas las yolas,
y el pinche, doctorado en cacerolas,
grumete de la noche a la mañana.

Marinos tripulando freidurías,
marmitones, violines, bacanales,
cocheros ya dormidos en sus coches...

Limones, aguaduchos y tranvías...
Su digestión de lunas y corales
Nápoles hace así todas las noches.







AL LAGO MAYOR

El reino mineral, vítreo, derrama
su doblado país, cúbico apenas,
y eslabonando peces y, azucenas
boga el reloj, el pétalo y la escama.

La luna, deshojándose, embalsama
raíces de balizas y cadenas.
Calafatean lagartos y sirenas.
Zarpa el trino al socaire de la rama.

Se abre de par en par al embeleso
el agua sosegada entre las flores,
con goznes de suspiros y amapolas.

Dulce molusco, al aire se abre el beso
y derrumban los peces voladores
sus castillos de escamas en las olas.









FÁBULA DE LA ROSA Y EL VELOCÍPEDO

-Cuidado, Doña Perfecta,
-dijo a la rosa el biciclo-.
¿Por qué me sales al paso?
Si no te apartas, te piso....

-Pasa ya, tonto de acero;
no tienes miedo al ridículo.

-El jaramago te adora.

-¡Mentiroso!

-Yo lo he visto.

-Yo nací con la manzana;
vi a Eva en el Paraíso
y habrá rosas de mi estirpe
en el Día del Juicio.

-No sigas, rosa perfecta,
de eso a mí me da lo mismo;
tienes una vida efímera.

-Todo en la vida es efímero...





HORARIO SENTIMENTAL

ASTURIAS. Mi adolescencia. Había en la rada un velero
que estaba cargando sidra, fletado por un sidrero;
yo soñaba con mi novia, la hija del estanciero;
mi novia, flor de los trópicos, luna azul del ecuador.
Sonaba un dejo de gaita y un redoble de tambor…

Todas las noches leía "El crimen del padre Amaro";
por las páginas del libro cruzaba la luz de faro
de vez en vez…De luceros se llenaba mi ventana,
flora estelar del jardín que regará la mañana
con su manguera de luz. Yo soñaba, yo leía…
Mi adolescencia bogaba, soñando, por la bahía…

Mi abuelo Manuel del Valle, fue capitán de un velero
como aquél que en la bahía carga sidra de un sidrero.
Dan las doce de la noche. El reloj, sobre el testero,
con su péndulo – tic tac- junta horario y minutero.
Canta el cuco – cu cu cu cu…-en su idioma relojero.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Le agradezco como nieto del poeta la inclusión en su antologia.

Unknown dijo...

hola, creo que nos conocimos
el doce de diciembre en el
homenaje que hicimos en el
cementerio romántico, a los
poetas allí enterrados

también he empezado a montar
otro blog de poetas andaluces
y alli también está adriano

http://fernando-sabido-andalucia.blogspot.com/

un fuerte abrazo
Fernando

ONDA dijo...

Si allí estuvimos rindiendo homenaje a él y a otros grandes poetas enterrados Otro grande estimado amigo. Pocos son ahora los que alzan su voz para que no caigan en el olvido