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lunes, 13 de diciembre de 2010

2645.- JAVIER HERAUD


Javier Heraud Pérez (Miraflores, Lima, 19 de enero de 1942 – Madre de Dios, 15 de mayo de 1963), poeta guerrillero peruano. Desde muy niño mostró un gran interés por el estudio, lo que reflejaría en el ámbito académico, al ocupar el segundo puesto de su promoción en el colegio EuroAmericano, y el primer puesto en 1958 a la Facultad de Letras de la Universidad Católica del Perú.
En 1960, aún siendo menor de edad, publica "El río", poemario donde haría gala de su maestría para la composición literaria.
Heraud muere asesinado al cruzar el río Madre de Dios en una canoa, aPrimeros años
Hijo de Jorge Heraud Cricet y Victoria Pérez Tellería, fue el tercero de seis hermanos.
En 1947 ingresó al Colegio de Los Sagrados Corazones de Belén y en 1948 se incorporó al primer año de educación primaria en el [[Colegio EUROAMERICANO], donde cursó toda su instrucción escolar, en el que destacó tanto en competencias deportivas como en los juegos florales de poesía. Al concluir su educación secundaria recibió el Segundo Premio de su promoción y el Primer Premio de Literatura.
En 1958 ingresó con el primer puesto a la facultad de letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ese mismo año ocupó la plaza de profesor en el Instituto Industrial No.24, donde dictó los cursos de inglés y castellano, siendo, quizás, el profesor más joven en el Perú. En 1960 le nombraron Profesor de Inglés en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe.
En 1960, publica su primer poemario "El Río". En diciembre de ese año recibe, compartiendo con César Calvo, el Primer premio de literatura en el concurso " El joven poeta del Perú".
En 1961 se inscribe en las filas del Movimiento Social Progresista (MSP) de tendencia social demócrata. Participa en la manifestación de repudio por la visita del presidente Nixon al Perú. Se matricula en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos bajo presión de su padre, con el fin de estudiar Derecho. Publica su poemario "El Viaje".
En julio de ese mismo año, viaja a Moscú, invitado por el forum internacional de la juventud, permaneciendo 15 días en Rusia que marcarían el rumbo de su vida, queda evidenciado en sus poemas "En la plaza Roja" "Plaza Roja 1961".
Conoce la China, luego París, donde visitaría la tumba del inmortal César Vallejo y posteriormente visitaría Madrid. En 1962 renunció al movimiento social progresista, argumentando que: yo no creo que sea suficiente llamarse revolucionario para serlo.1
Recibe una beca para estudiar cine y parte a Cuba, junto con otros comunistas de Chile, donde conoce a Fidel Castro. En 1963 retorna al Perú para librar una guerra contra el imperialismo. Uniéndose al Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
Muere acribillado en un enfrentamiento contra la policía peruana y algunos pobladores de Puerto Maldonado. 29 balas perforaron su cuerpo en medio del río Madre de Dios, a los 21 años de edad.
Obras
El río (1960)
El viaje (1961)
Poesías completas y homenaje (1964)
Poema a dos voces (1967) con (César Calvo)
Premios y distinciones
Primer Premio en el concurso "El Poeta Joven del Perú", compartido con César Calvo, convocado por la revista Cuadernos Trimestrales de Poesía, de Trujillo, por su libro: [[El Viaje]]
Primer Premio de Poesía en los Juegos Florales convocados por la Federación Universitaria de San Marcos, por su poemario Estación Reunida (Póstumo, Lima 1960)




Dolor y esperanza de Javier Heraud

Poesía

El río

1

Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.

2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.

3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte,
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones.

4
Y es aquí cuando
más me precipito.
Cuando puedo llegar
a
los corazones,
cuando puedo
cogerlos por la
sangre,
cuando puedo
mirarlos desde
adentro.
Y mi furia se
torna apacible,
y me vuelvo
árbol,
y me estanco
como un árbol
y me silencio
como una piedra,
y callo como una
rosa sin espinas.

5
Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno de la dicha. Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.

6
Yo soy el río que viaja en las riberas,
árbol o piedra seca
yo soy el río que viaja en las orillas,
puerta o corazón abierto
yo soy el río que viaja por los pastos,
flor o rosa cortada
yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
yo soy el río que viaja por los montes,
roca o sal quemada
yo soy el río que viaja por las casas,
mesa o silla colgada
yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
árbol fruta
rosa piedra
mesa corazón
corazón y puerta
retornados.

7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los
hombres,
que canta ante sus
tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.

8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidados,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río,
ya voy por las praderas,
hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.

9
llegará la hora
en que tendré que
desembocar en los
océanos,
que mezclar mis
aguas limpias con sus
aguas turbias,
que tendré que
silenciar mi canto
luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al
alba de todos los días,
que clarear mis ojos
con el mar.
El día llegará,
y en los mares inmensos
no veré más mis campos
fértiles,
no veré mis árboles
verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol,
mis nubes,
ni veré nada,
nada,
únicamente el
cielo azul
inmenso
y
todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas
aguas
apagadas.

(De El río)







MI CASA MUERTA

1
No me derrumban mi casa
vieja había dicho.
No derrumben mi casa.

2
Teníamos nuestra pérgola,
y dos puertas a la calle,
un jardín a la entrada,
pequeño pero grande,
un manzano que yace seco
ahora por el grito
y el cemento.
El durazno y el naranjo
habían muerto anteriormente,
pero teníamos también
(¡cómo olvidarlo!)
un árbol de granadas.
Granadas que salían
de su tronco,
rojas,
verdes,
el árbol se mezclaba
con el muro,
y al lado,
en la calle,
un tronco que
daba moras
cada año
que llenaba de hojas
en otoño las puertas
de mi casa.

3
No derrumben mi vieja casa,
había dicho,
dejen al menos mis
granadas
y mis moras,
mis manzanas y mis
rejas.

4
Todo esto contenía
mi pequeño jardín.
Era un pedazo de
tierra custodiado
día y tarde por una
verja,
una reja castaña y alta
que
los niños a la salida
del colegio
saltaban fácilmente,
llevándose las manzanas
y las moras,
las granadas
y las flores.

5
Es cierto, no lo niego,
las paredes se caían
y las puertas no cerraban
totalmente.
Pero mataron mi casa,
mi dormitorio con su
alta ventana mañanera.
Y no quedo nada
del granado,
las moras ya no
ensucian mis zapatos,
del manzano sólo veo
hoy día,
un triste tronco que
llora sus manzanas
y sus niños.

6
Mi corazón se quedó
con mi casa muerta.
Es difícil rescatar
un poco de alegría,
yo he vivido entre
carros y cemento,
yo he vivido siempre
entre camiones
y oficinas,
yo he vivido entre
ruinas todo el tiempo,
y cambiar un poco
de árbol y de pasto,
una palmera antigua
con columpios,
una granada roja
disparada en la batalla,
una mora caída con un niño,
por un poco
de pintura
y de granizo,
es
cambiar
también algo
de alegría
y de tristeza,
es cambiar también
un poco de mi vida,
es llamar también
un poco aquí a la muerte.

(que me acompañaba
todas las tardes
en mi vieja casa,
en mi casa muerta).

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