Milagros Terán
(Nicaragua, 1962)
La poeta nicaragüense Milagros Terán obtuvo el V Premio Nacional de Poesía “Mariana Sansón”, con su poemario “Sol Lascivo”, otorgado anualmente por la Asociación Nicaragüense de Escritoras (ANIDE). En el prefacio de la obra, Milagros Terán cuenta que vivió en Harare, Zimbabwe (antigua Rodesia del Sur), de enero de 1999 a junio de 2002. La imagen que se había forjado del país aquella vez era la de una nación joven, aparentemente dueña de su futuro y con muchas ilusiones. Zimbabwe es una palabra en lengua shona que significa “casas de piedra”, y se refiere a las ruinas arqueológicas del Gran Zimbabwe, que datan del siglo XIII.
Milagros Terán nació en el año 1962 en la ciudad de León, Nicaragua. Es poeta, narradora y traductora. Empezó a publicar en 1980. Entre sus obras destacan “Las luces en la sien” y “Plaza de los comunes”. En esta edición compartimos con ustedes los poemas que surgen de sus vivencias en África y sobre todo, en “Casas de Piedra”.
NOCHE
La pesadumbre
pinta
de negros colores
la noche
del negro
que ve todo negro
de noche
MANDRIL EN LA MEMORIA
La memoria del tiempo
es un mandril
cruzando la carretera.
La cabeza pequeña,
hocico largo,
pardo en la parte superior.
Pardo el color de la memoria
como esta tierra
que dice que el pasado pasó.
Este día nublado
con leopardo que atisba
carnicero
me grita que el presente es perpetuo
nos acompaña
bebe con nosotros.
El presente es el tambor
de mi pecho
las maracas de mis senos
y el vigor de tu amor
junto a la extraña calma de mi mar.
EL JARDINERO
Entierra la pica sin fuerzas,
con los dedos largos y
aburridos
de hacer lo mismo cada día.
Lanza larga en la mano
de guerrero desnutrido.
Desde su overol rojo
de algodón,
observa el terreno,
los dos acres
las hojas muertas
las ramas crecidas.
Gotas de sudor
caen sobre el cuello tostado
curtido de tierra
endurecido el rostro
de lodo,
del día de sol,
tierra debajo de las uñas
y en el alma
un dolor.
DESDE LA ALMENA
Monta la guardia en el muro
Prepara los alimentos
Observa la dirección del viento
Sigue el paso de los niños que
distraídos
dejan caer sus monedas
al suelo.
Abre las manos anchas
hasta los extremos del
mundo,
Encierra en el abrazo
los tres océanos
Aprieta tu flor
El reloj de arena
su pequeña cintura.
Espía por el ojo torcido
de la cerradura.
Monta la guardia en el muro
Esconde en el dedal
los malos pensamientos.
Regresa el conejo
al sombrero
Dispone de la buena mesa
Ahoga el vendaval.
El ECO DEL TAMBOR
Hoy voy a abrir mis alas
a la hora del eco
en la mañana
cuando niñas en uniforme
a cuadros
apresuran sus pasos
sobre el camino de tierra,
cuando se burla de mí
la paloma africana
que habita en el jardín
y las roncas voces
me recuerdan:
no eres de aquí!
no eres de aquí!
MONOLOGO
En esta edad no temo a nada
el cuerpo no rinde más culto
a la belleza
ni el alma busca a tientas su origen.
A mis tres años
tengo la experiencia de una mujer
de setenta,
liberada de selvas y de cazadores
blancos
sin miedo a entrar en aguas
de verdes cocodrilos.
En esta edad
no temo a sentarme mal,
tengo las dos piernas abiertas
donde se divisa un hueco negro marco de tu risa.
Tengo la energía para jugar con leones,
dar paseos lentos subida a un elefante,
perezoso y tristón,
asida a su lomo ceniciento.
Agarro con mis manos las tormentas
caben en un rincón las nubes
todo el hemisferio austral
en la sonrisa.
En un cuento de viejas
una enérgica niña
salta de una alta pared al vacío.
SAFARI
Camisas manga larga, de algodón, ligeras para el día
Sudadera para la noche, cuando atempera
Camisetas
Pantalones cortos por el calor
Sombrero, por supuesto
Anteojos de sol para evitar el resplandor
Traje de baño, para lavarte afuera en pleno monte
Sandalias para bañarte
Libros, juegos de mesa para entretenerte.
Cámara fotográfica, película, baterías cargadas
Binocular, para divisarlos desde antes que te vean
Loción protectora de sol
Tu tratamiento antipalúdico
Productos de baño: champú, jabón, desodorante, cepillo y pasta de dientes
Linterna, muy importante, para encontrar el camino en la noche oscura
Una libreta de dibujo y lapiceros
Un diario.
TURISTA ACCIDENTAL
Cansada de escuchar
de servir de sicóloga tiempo completo
hojeo las revistas coloridas
que venden productos farmacéuticos,
zapatos, joyas, cosméticos
los autos de moda
los veleros en el océano
las últimas películas
el amor juvenil de la pareja
que abrazada se recuesta contra la pared del Coliseo.
Paso las páginas rápidas
suben y bajan mis ojos regocijándose
con esta fantasía plena.
No más arbitro,
no más silencios vergonzosos,
el cielo azul del Mediterráneo
la pirámide de Gaza
la arena del mar entre mis dedos.
http://www.caratula.net/archivo/N18-0607/indexprincipal.htm
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