BUSCAR POETAS (A LA IZQUIERDA):
[1] POR ORDEN ALFABÉTICO NOMBRE
[2] ARCHIVOS 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª 14ª 15ª 16ª 17ª 18ª 19ª 20ª y 21ª BLOQUES
[3] POR PAÍSES (POETAS DE 178 PAÍSES)

SUGERENCIA: Buscar poetas antologados fácilmente:
Escribir en Google: "Nombre del poeta" + Fernando Sabido
Si está antologado, aparecerá en las primeras referencias de Google
________________________________

miércoles, 8 de diciembre de 2010

2588.- MOHAMED MAIMUDI


Mohamed Maimuni (Xauen, Marruecos 1936) pertenece a la generación del setenta de poetas marroquíes. Es licenciado em filologia árabe y ha publicado entre otros muchos libros Los laberintos de la interpretación (2001) y El retorno de Muhammad Al Nazarí (2002).


Las traducciones son de Khalid Raissouni.



Un espejo contemplando al espejo

Todos los poemas que he dibujado con mi letra
y entretejido con mis sueños
vuelven cada noche hacia mí,
me llevan a ciudades desconocidas
me confiesan secretos del miedo reluciente
hacia sus lentas sombras.
Al principio fueron las cosas y la palidez
fueron los nombres en el laberinto
buscando una identidad para las cosas
secretas de un lenguaje aljamiado
porque entonces las iban recordando
al principio y nadie volvía hacia el fin,
ninguna voz volaba y ningún rayo atendía.
De repente se rebeló el nombre
en contra de la oscuridad de las cosas,
y la fertilizó con el enigma,
con la metáfora de la probabilidad
con el índice de letras y con la voluntad del hombre.
Un espejo contempla al espejo,
ningún ojo humano los ve.
Yo no soy nada
sino el peso de aquel diálogo,
la velocidad de las horas
oculta en la sombra,
el juego de fortuna
que llamo vida.
Y de repente
del sueño de la muerte
me despierta el primer verso del poema.







Desde un grano de ceniza sal de la lengua

Desaparece un punto y vuelve
Tu frente desde remotos tiempos sufre esta tensión
un punto te enfurece para que te contentes de la llegada indiferente y te quites guijarros de los pies,
para que cuelgues la puerta del tiempo
sobre un momento indócil
cada vez que las calamidades te asaltan
y despiertan el inveterado sufrimiento
en las facciones de tu rostro.
Construiste la ermita de una esperanza incesante
para que imagines tu tiempo una epopeya
y tu gemido rimas y canciones
esta tarde los moradores de las galerías
ejercerán sus costumbres
y preguntarán :
¿recuperarás la razón de las manos
del ideal trascendente?
dirás : Al final de la noche, aparecerá una ventana
que los ojos ciegos en las galerías no ven
ya se cayó abajo el tiempo
que dejó sus rastros sobre los huesos de los dinosaurios
el tiempo de leyendas.
Las olas en el mar y los árboles firmes en el bosque
conocen cómo los vientos se van hacia la nada
mientras sostiene el mar la maquinaria
de pliegue y de despliegue
y los árboles calcinados conocen el milagro
de resucitar de un grano de ceniza.







Elegía de las gaviotas

Silenciosos rostros sobre las rocas,
andrajos mojados en la negrura
y un mar que se oscurece
en las nieblas,
sacudiéndose su sal.

Ya llegó el momento en el que no hubo
por detrás de ti, Tarif,
ningún ejército listo para conquistas
solamente espumas
y barcos perdidos en la oscuridad.
Llenan el estrecho arroyos
del sudor de la tierra
y Tetuán, a la espera del ahogado
hila una aljuba de viento
y guisa piedras para sus hijos.
A la orilla de lo inalcanzable
se quebró el plumaje de las gaviotas
sobre unas rocas entristecidas
y se estremeció el sueño en sus últimos temblores.
Silenciosos rostros sobre rocas,
andrajos mojados en la negrura
y un desolado silencio de ciudades
un desolado silencio de cementerios.







El jardín de Lorca

Una luna redonda sobre toda Granada
y las coplas de una velada gitana
viajando a través del tiempo y el espacio.
Quizá la nuba del Dail huye
de la noche de Al Andalus
o quizás empieza el camino
hacia el laberinto desde la nuba del Isbihán.

Una guitarra
se puso a tocar,
llega con el soplo de los vientos del sur,
oí la gente celestial narrando
la historia de aquella Granada
cuyo nombre se refugiaba
detrás del amuleto de la iluminación
y la embriaguez
encendió una palmera
que desde el balcón de la poesía contemplaba
una caravana en el ocaso
y ya fue inadmisible
nombrar lo invisible
amuralló con el anhelo
jardines de albahaca y granadas
descifró la letra
cuando aún estaba la letra distraída
en las ramas del amanecer.

Una niña
nacida de una historia de amor
de margaritas con campanillas de plata,
unas ojeras debajo de unos ojos a la espera,
su boca una estrella ofrecida al amado
que la muerte en el pecho llevaba
como la espada y su abrigo purpúreo.

No hay comentarios: