Ana Lema nació en Argentina, en 1973. Estudió letras y periodismo. Realizó talleres sobre literatura en el Centro Cultural Rojas (dependiente de la Universidad de Buenos Aires) y en la Feria Internacional del Libro de Edimburgo (Escocia) junto a Mario Vargas Llosa, entre otros. Se desempeñó como redactora y traductora para medios locales, de España, Italia y del Reino Unido. Publicó los siguientes textos en poesía:“Babilonia”(2002),“Mapas”(2004) “Words. Images and Poems” (2006) junto al fotógrafo Steffan Jones, e integró la: “Pequeña Antología de la Poesía Argentina” (Tres Haches, 2004) entre otras. Administra el siguiente blog: http://entreambasaguas.blogspot.com/
NO ME VENDO
Cuervos rebuscan migajas y vuelan hacia otras costas.
Me despoja de todo, ¿viste? hasta de la voluntad.
Hábil carnicero de la felicidad.
No me hacía bien, en el fondo apenas me entretenía.
Por demás sabido, que la costumbre es ladina.
Sinsabores, aparte.
La procesión va por dentro.
ENTRECASA
Mezquino abandono de la niñez sin sueño.
Y tortita de manteca
mamá me da de palos,
papá dobla la apuesta.
En vano protesta cría enajenada
a sabiendas de que los mayores
han ganado la batalla
de antemano.
LA SOBERANA
Tres años después de abandonar la isla,
y en ella a mi amor, vi “Los amantes del círculo polar”.
Su película preferida me contó la noche de mi despedida.
Fue en el piso que compartías con David,
aquel escocés, también separatista,
con quien te escurrías las horas reflexionando sobre política.
Tu Catalunya, de España: “juntas pero no revueltas”.
Yo en cambio, vengo del sur del mapa, donde los problemas si bien no escasean, son ajenos a los reclamos de autonomía.
Habrá sido como para compensar que terminaría separándome de vos.
La 9 de Julio otra vez cortada
por crispados manifestantes con pancartas
y una pila de neumáticos en llamas.
Poco y nada conserva del verde en las plazoletas laterales.
Evocación furiosa de lo perecedero.
Lo mismo nuestro amor
tan desandado
que ahora implacable me acecha la memoria
para rebulle de mi hoy.
LOS PECES DEL JARDÍN ORIENTAL
Machacan contra sus labios las paredes del estanque y alimentos adheridos a sus costados barrosos, pero no les interesa, ingieren, casi degluten amarillos, anaranjados rescatan la comida y sus lenguas
de dragones no molestan, en cambio retroalimentan el círculo, obesos.
Cuando las aguas verdes dejaron de respirar se llevaron a los peces muertos y nuevos, tamaño miniatura fueron largados a nadar y a alimentarse, mientras las bolsas de comida para peces
se reponían en los estantes de aquel puesto improvisado en la entrada.
No tardarían demasiado los nuevos, en sólo reventar.
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