Ki Hyoung-do, Corea del Sur (1960-1989)
Su obra poética, breve pero de una intensidad sorprendente, se ha convertido en muy pocos años en texto de culto entre los jóvenes lectores coreanos. Apoyado en un rico lenguaje metafórico, el poeta construye un universo en constante cuestionamiento de la condición humana, de la soledad y la incomunicación en las grandes sociedades industriales. En sus poemas conviven con inquietante armonía, la belleza y la calidez con el sufrimiento y una visión grotesca de la existencia. Lejos de tópicos y consignas al uso, su poesía es también una clara denuncia de la negación de los valores humanos, de la violencia de las dictaduras y de las contradicciones sociales de su país. A su encrespado lenguaje metafórico une el poeta una expresión donde el tiempo se quiebra, la sintaxis oscila en los vericuetos de una lógica sustanciada en lo intuitivo y las elipsis interrumpen bruscamente el discurso para conferir a sus textos una inquietante sensación de desesperado hermetismo que sólo conduce a las secretas palpitaciones del corazón del poeta. En español: La hoja negra dentro de la boca (Edit. Verbum, 2005).
Del poemario
La hoja negra dentro de la boca
(Edit. Verbum, 2005)
EL CELO ES MI FUERZA
Pasados muchos años
las débiles páginas del libro dejarán caer este papel
entonces mi corazón habrá construido antas fábricas
estúpidamente tendría tantas cosas que escribir
como los perros que caminan despacio debajo de la nube
oscilaba en el aire sin cansarme
lo único que tengo es un suspiro
dejo la juventud de pie sola en cada calle de la tarde
cuento misteriosamente los días que he vivido
nadie me ha temido
el sentido de mi esperanza es solamente el celo
por eso primero dejo aquí las frases cortas
mi vida vagabundeaba buscando locamente el amor
pero ni una vez siquiera me he enamorado de mí mismo
LOS AÑOS UNIVERSITARIOS
Debajo de la silla de madera yacen los libros abandonados.
El bosque de árboles plateados es profundo y hermoso,
Pero allí hasta las hojas del árbol se tildaron como armas..
Cuando llegan a ese bosque tan hermoso, los jóvenes
Pasan con los ojos cerrados, como si tomaran una decisión.
En la escalera de piedra yo leía libros de Platón
Y cada cierto tiempo se oían disparos.
cuando floreció el árbol de loto mis amigos se dispersaron,
unos a la cárcel, los otros al servicio militar;
un compañero menor que escribía poesía
confesó pertenecer al servicio de inteligencia,
un profesor respetado prefirió callar;
pasaron varios inviernos, me quedé solo
y llegó la graduación: temía abandonar la universidad.
EL ANCIANO
Es fácil descubrirlo,
no puede escapar,
como na roca dura,
agachado bajo la sombra de la enredadera del parque
está sentado
en una posición que sólo permite un mínimo movimiento,
la luz de sus ojos avariciosos
devora silenciosamente mi cara,
mis hombros amplios, mis músculos fuertes
yo lo odio,
odio su corto pantalón,
su boca con un hilo de saliva,
su mente envejecida que no puede siquiera percibirse a sí mismo
por la sola razón de no conocerlo
arrojo mi saliva a su mundo;
por la sola razón de que él es un lugar rechazado
yo protejo mi mundo
y no puedo perdonar intento alguno de penetrarlo
de repente, lo miro, al mismo tiempo
él apenas baja la mirada hacia la enredadera;
tocando su bastón sin parar con la boca abierta
parece que tuviera algo que decir,
parece que sintiera algo incómodo,
lo único que aún queda en su cuerpo
MURMURACIÓN
Sombras que deambulan en la oscuridad,
una sombra pegada a la pared oscura;
los coches de los que sabían algo apagaron sus luces;
cada edificio cerró la puerta; en un instante
todo se detuvo, estalló un olor a petróleo;
se oía un ruido de metal delgado y largo arrastrado por el suelo;
las hojas negras rodaron indagando;
las manos y los pies se movieron con rapidez;
brilló la luz del cigarrillo;
un caminante que entraba al callejón lanzó un grito agudo.
¿Por qué se juntan cada noche en la oscuridad?
¿Adónde va el deseo de aquellos jóvenes?
¿Por qué los placeres de las personas son de semejante naturaleza?
KI HYOUNG-DO: trad. Yoon Bong-seo; revisión: Claudia Macías Rodríguez.
http://www.ibioculus.com/
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