Enrique Hernández D’Jesús. Mérida, Venezuela, 1947. Poeta, fotógrafo y editor. Desde 1978 ha realizado exposiciones en su país, Italia, España y Puerto Rico.
Ha publicado: Muerto de risa (poesía), Monte Ávila Editores, 1968; Mi abuelo primaveral y sudoroso (poesía), 1974; Así sea uno de aquí (poesía), Monte Ávila Editores, 1976; Los últimos fabuladores (entrevistas y fotografías), Roma, 1977; Mi sagrada familia (poesía), Mérida, 1978; Siamo Nello Bambole (poesía y fotografía), Il Fotograma, Roma, 1980; Mi abuelo volvió del fuego (poesía), 1980; El circo (poesía y fotografía), 1986; Retrato en familia (antología de poesía), Monte Ávila Editores, 1988; Los poemas de Venus García (poesía y fotografía), 1988; Recurso del huésped (poesía), Fundarte, 1988; Magicismos (poesía con dibujos de Marius Sznajderman), Tierra de Gracia Editores, 1989; La semejanza transfigurada (94 fotografías intervenidas por Vicente Gerbasi), Monte Ávila-Fundarte, 1996; La tentación de la carne, Arte Dos Gráficos-Andrés Carne de Res, Bogotá, 1997. Ha obtenido diversos premios de literatura y de fotografía. Actualmente vive en Caracas.
Venus aparece con su plato de frutas
Y así comienza la gran fiesta con Baco
La invitación es siempre la misma
debajo del puente
La belleza deja el lugar de la noche
y el sol complica el día
parezco siempre ausente
sin energía en la morada
Y si mi Baco no le ha dado uso práctico a la vida
es porque se ha equivocado. Pero muy útil serán
estos consejos, este juego de amor, estas modificaciones
del tiempo, estos rompimientos, este ejercicio mudo
Por el pudor no he podido derraparme aún más
He dado lugar a las palabras y las cosas
He asistido al recuerdo y al pensamiento
Me he rodeado de interrogaciones
Prendida de lo humano
Precipitada
Juguetona
Levantando ruido con mis zapatos
abriendo puertas cerradas y prohibidas
Así quedo con mi tela de juicio
Cuando salgo rescato los objetos abandonados
y sigo contestándome la eterna pregunta
de abandonar
y dejar solo a mi Baco en el patio
Me reúno con mis amigas
y lo llamo de nuevo
Le hago señas con mis ojos
Yo necesito la rienda suelta
y siento el plato de ensalada de frutas
como se confunde en nuestras pieles
La patilla comienza acariciándome los senos
el melón la espalda
el cambur se introduce en mi sexo
la mandarina me baña el cabello
Y yo le doy la manzana negada a Baco
para que se quede tranquilo
Lo puedo dejar en la poética
Unido a un extraño presagio, los límites
me llevan a la inconsciencia, y me apodero de un
rostro que aparece oculto
que es abominable, enfermo, despreciable
y se estremece en la memoria, arrebatándome la calma
Llego a confundir la belleza con el oficio y la costumbre
Mi naturaleza logra destruir lo que amo
Es un círculo
Me arrastra Me observa y Me delata
Presumo ser un ángel Me transformo
picoteo la inocencia
Retorcido señalado por la tempestad
Me persigo y no me abandono
Es la lujuria imposible
lo sórdido de la navegación
Una fatiga de combates
¡Tengo que recoger los trozos de la imagen!
EL TIGRE INVISIBLE
Más negro
En el exceso negro
la noche
sale feroz
en la misma piel
El ruido de los árboles
anda viejo en la casa
deambulando
y despeinándose al viento
Se detiene en
la hoja de los nísperos
Es la sombra del Tigre
La lengua alterada
La
devoción
a primera vista
por la presa
falsea
las
huellas
Se inicia la ausencia
La atracción del mundo
En los ojos
semeja
lo imprevisto
La órbita lunar crece en
la piel del Tigre a caballo
sobre el ala
caída de la paraulata
El tigre invisible
Por tratar de andar con
el Tigre Invisible
olvidé la jaula de los loros
la arquitectura de sus saltos
Arropé las puertas de las viejas
casas
Un loro teje la sombra callejera
No es simplemente el desvarío
De un lado
oculté mis antepasados
escribientes de sentencias en
el mármol
Y del otro lado
a los dibujantes en la almendra del
árbol de los deseos
Sombra apártate
Al final del día
persiste
la sombra
El aliento del Tigre
cruza la ausencia
¿Y quién me lleva en sus viajes?
Me debe llevar el mismo Tigre
El afecto no es para los tigres
Un Tigre sin abrigo no es un Tigre
Mozart escribió Cantatas
llevó tatuadas
en el corazón
las escrituras
de las pesadumbres
¿Valió la pena esperar el abrigo?
El tigre y punto
Busco el destino
en la propia muerte
la ausencia y el sosiego
el alma perturbada
silencio
El viaje atigrado
—Ya vengo—
dijo un día el poeta Valera Mora
y no regresó más nunca
Otros son ansiosos
y
toman té de jazmín
Origen: ilusión ambigua
Murió mi eternidad y estoy velándola
Vallejo
Sin ilusión no se es nada
No he sido ilusionado
En el cementerio
se necesita estar entigrecido
junto a la única compañera
la muerte
Cerca de su cuerpo
El
Tigre
solitario
el
más
solitario
de
los
solitarios
El estremecimiento
en la herida del tigre
La memoria
en
medio de la tierra
en la volatería
se
detiene en el hombre
en
la
vista del Tigre
Palabra de pájaro
El beso del tigre
Se desnuda
se mete en la cama
muerde la almohada
la hace sangrar
Amanecer
Cada vez
se siente más seguro
Es lo peor
Huye
Se
va
a
la
cama
y
sueña
que
es
el
Tigre
Invisible
De: EL TIGRE INVISIBLE. Ediciones Arte Dos Gráfico de Bogotá, Colombia y Fundación Esta Tierra de Gracia de Caracas, Venezuela. Mayo de 2005.
(Poemas estos leídos por su autor, en el Platillo Protocolar del Teatro Teresa Carreño de la Ciudad de Caracas, en ocasión del lanzamiento de la obra de marras, durante la celebración del II Festival Mundial de Poesía Venezuela 2005, el día domingo, 31 de julio de 2005)
Autor: Enrique Hernández-D'Jesús
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