CARMEN G. DE LA CUEVA, Alcalá del Río, Sevilla (España), 1986. Periodista, poeta y pájaro. Ha vivido en Alemania, México D.F. y Praga. Ha colaborado con Catálogos de Valverde 32. Escribe esporádicamente en la revista Koult y coordina el colectivo cultural Hipervínculos Divergentes junto a Javier Montoro. Mantiene un blog a modo de diario nómada A la intemperie (http://carmengdelacueva.blogspot.com/).
EPITAFIO AMATORIO
La lluvia sepulta lo que ardió entre nosotros
fuego homicida en medio de dos cuerpos
-bocas entreabiertas en medio del espacio-
No tiene el tiempo lúcido augurio ni nostalgia cómplice
de los ojos que hablaron con torpes miradas
-esquivas-
proféticos delirios que son residuo leve de un amor que se extingue.
¿Qué esperamos del error baldío que deshizo
la piel en humo y fundió el deseo con la desdicha?
Guarda la tierra memoria de la ebria tentación
del vaho caliente de las noches lentas,
del vértigo de las paredes ciegas
y las manos a oscuras.
Concédeme el íntimo aliento,
a punto de morir, latido errante
Adiós o ceniza.
Archivo de palabras
CONTIENDA que fue profunda herida,
violenta y trágica,
guerra civil de miseria y sangre
derramada sobre las trincheras,
las prisiones y las calles.
Lucha de carne contra carne,
sangre contra sangre,
porque la paz no nace de la guerra.
HIJOS que te amaron y extrañaron
bajo la sombra del perdón
y el juicio secreto.
MIEDO, ¿qué lo cura?
Temida por el mundo que silencia,
VERDAD que habla por sí misma,
destruye muros entre los que buscan
y los que guardan.
Implacable,
¿quién la teme?
MEMORIA de los que te vieron,
ceniza de secretos quemados
que pide asilo en tus labios.
(Fragmentos de Archivo de palabras,
Ceniza en los labios)
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Como todas las mujeres enfermas
Te daré un motivo. La frontera. Dos. El páramo.
Para vivir como un pájaro en las lomas
te daré unas alas. Para salvar los trazos enterrados
te devolveré unos ojos.
Has cruzado la ciudad para meterte en la bruma
y el desierto se traga la culpa.
Respira. El viento, salpicando tus raíces, te dirá
de qué está hecho tu vientre.
Antes de ser una cruz clavada en el desierto
fuiste mujer.
Contaré los gritos que tus ojos lanzan al barro
dentro de la tierra
unas manos
y te preguntas para qué morir si tu vida no vale
si en la ciudad límite
tu muerte no vale
si estás al borde del abismo
y tus gritos no se oyen.
Eres una cruz
clavada. Una cruz pintada. Cientos. Eres un error.
Un camino que guarda el rastro de una enfermedad
creciente.
Caen silencios sobre las bocas
dicen que estás muerta.
(Inédito)
Conversación a escondidas
A Carmen Delgado, hija de la guerra
¿Qué más puedo decirte?
Benjamín Prado
YO sé qué es verdad
pero tú has venido a decirme:
- Calla.
Esa es tu verdad.
Tus palabras surgen
del fondo de tu propio
miedo.
Su huida está debajo de tu piel,
tú sólo quieres oscuridad.
Silencio.
Volverás a recordarlo cada día,
su voz en la celda,
la imagen borrosa de un padre
cubierto de sangre
y pulgas.
Sin secretos.
Quiero oír
las verdades sin límite.
Tiemblas,
lágrimas escritas en una carta
cerrada.
Hace falta la luz.
Tú custodias la sombra.
(De Ceniza en los labios, poemario inédito)
Desaparición
Me habita
el vaho
oscuro
de la muerte.
El mar tiene el aspecto
de la piedra,
la textura
de la roca,
la voluntad
de la noche.
Es la ola
en la torpe geografía
del acantilado-
quien rompe
las aguas
y se eleva
ciega
tal que ave nocturna.
(Inédito)
Publicado por las afinidades electivas - España
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