El poeta y editor colombiano Jaime Londoño, también conocido como Federico Cóndor, es uno de los principales promotores de la poesía en su país. Estudió literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. Organizó, junto con otros poetas, el Primer encuentro de niños poetas colombianos. Ha publicado los libros de poemas Hechos para una vida anormal, Alquimistas ambulantes, Mago sólo hay uno y Fantasmas S.A.. Sobre antropología cultural ha publicado, junto con Francisco González, el libro: Epitafios: algo de historia hasta esta tarde pasando por Armero. Compiló la Antología Domingo-atrasado, en la que recoge las voces de algunos poetas jóvenes. Escribió los libros de enseñanza del idioma español Competencias escriturales (editorial Norma). Comparte la docencia universitaria con la dirección de la editorial Domingo Atrasado, los talleres de poesía y su publicación virtual www.domingoatrasado.netfirms.com
Tienda
Vivir en el país de los errores,
de los errores muertos para siempre,
es navegar el miedo en el camino a la tienda,
bajarse a sorbos largos la aspirina de la luna,
tantear la muerte de regreso a casa
y pensar en los muertos
en los que estuvieron vivos
por error en el lugar equivocado.
Nadie ha vuelto de la tienda,
lo dicen las noticias,
se han ido por el aire buscando las balas perdidas
o las mortajas de las nubes
para pintarle un cielo a los sueños.
Hay quienes dicen
que los han visto en el recuerdo.
Mentiras,
nadie volverá de la tienda.
Lo sabe la nena del almanaque
con sus tetas fúnebres festivas
apuntando al más allá.
Ángel de la guarda
Si no sufres de hambre
si no pasas horas enteras
midiendo el vacío a tu alrededor
si no te importan los fracasos
los caminos minados
si las distancias no te afectan
si no tienes frío
si lo mismo te da
un callejón o un apartamento
si no sientes dolor
Si tus heridas son de aire
qué te importa la vida
no te cortan los servicios
no te embarras en los charcos
ni te espichan en el bus
ni te enamoras
ni te embriagas
ni sabes soñar despierta
Ángel de la guarda
sé por qué sólo buscas compañía
Muerte I
En algún lugar del ataúd la muerte escribe versos
ve por las ranuras la procesión de los gladiolos
toma café
se mira al espejo
en los agujeros de la madera
descifra constelaciones y galaxias
toma brandy
hace bolas de humo
cuenta sílabas y espía por el ojo de la cerradura
la labor ingeniosa de la hormiga
En algún lugar del ataúd la muerte siente frío
está sola
camina en círculos
se calienta los brazos
acaricia las cortinas púrpuras
y siente que la nostalgia camina tras su sombra
en algún lugar del ataúd la muerte llora
está pensando en cambiar de oficio
Muerte II
Por nuestras venas no corre sangre
sino óxido
ríos de tiempo erosionan las rocas
de nuestras vidas
Por nuestras venas
corren cosas viejas
una noche de miedo
un paseo por el bosque
los juegos que se quedaron atrás
Por nuestras venas corre niebla
espacios abiertos llegan a los ojos
cuando estamos tristes
para que lloremos
Por nuestras venas corren voces
sonidos que estallan cuando llegan a la boca
para que cantemos cuando estemos contentos
o gimamos
cuando estemos lejanos
Por nuestras venas corren enanos con destornilladores
nos aflojan la piel
los ojos
los recuerdos
Cuando terminan
quedamos desparramados en una caja
Por nuestras venas
corre la muerte
Guerra I
Para variar estamos en guerra
Contra los zancudos porque nos hurtan los sueños
Contra las polillas
porque juegan con la luz descrestando nuestro asombro
Contra las cucarachas
porque a hurtadillas reciclan las sobras de nuestra noche
Contra los mosquitos
porque nos roban la pereza
y elevan por el aire la metáfora de nuestra sangre
Contra las pulgas
porque envidiamos sus volantines de fiesta
y sus gambetas en las cuevas tibias de las colchas
Contra los piojos
porque piensan por nosotros
y conocen los lugares secretos de nuestras calvas
Para variar estamos en guerra,
a veces nos matamos
para combatir la rutina
Poesía
La poesía es un oráculo:
ten cuidado al leerla en voz alta,
ten cuidado al interiorizarla,
no le des ese pan a la memoria,
y sobre todo,
cuida lo que dices
cuando te lances a esgrimir versos,
que la poesía es un oráculo terrible,
así como da la vida,
da la muerte.
Gallinas
I
El huevo es el centro del universo,
casi todos gustan que les den huevo,
lo costoso vale un huevo,
la cautela enseña a ir como pisando huevos;
hay vidas que tienen huevo,
los proyectos precisan huevos,
quien no logra su meta es una hueva.
II
La vida nos ampolla,
y cuando rompemos el cascarón
nos pica la desdicha;
las meseras culecas nos ayudan a clavar el pico,
sus picos nos sacan de la pollería de la rutina;
hay quienes no siguen la gallina gorda de la norma,
son los picados gallos de pelea o los pregoneros de la luna.
III
Como buenos herederos de las gallinas
de nada armamos una empolladura
organizamos cócteles y nos gusta el arte:
una galería es una gallera en silencio;
la mayoría busca pollitas que píen
y sepan empollar la polla.
Algunos cloquean a solas
buscan las respuestas en el granero del universo.
IV
Somos tan gallinas
que el gavilán de la muerte
nos saca corriendo del gallinero.
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