Ildefonso Rodríguez nació en León, en 1952. Estudió Filosofía en la Universidad de Oviedo, donde publicó el libro colectivo Escrituras materiales. Fue miembro fundador de las revistas Cuadernos leoneses de poesía y El signo del gorrión. Ha publicado poemas, textos críticos y traducciones de poesía en revistas españolas, mexicanas y francesas. Ha dado cursos y conferencias en la Universidad de León, Universidades de Verano (El Escorial, Gijón) y la Escuela de Letras de Madrid. Ha colaborado con pintores (Javier Fernández de Molina, Manuel Jular, Esteban Tranche, Francisco Suárez) y fotógrafos (Andrés Edo). Está incluido, entre otras, en las antologías Esto era y no era (Miguel Casado, Valladolid, Ámbito, 1985), La prueba del nueve (Antonio Ortega, Madrid, Cátedra, 1994), Campo abierto (Marta Agudo y Carlos Jiménez Arribas, Barcelona, DVD, 2005), y Decir casa (Víctor M. Díez, TTT, Zamora, 2007).
Parte de su obra ha sido traducida al francés.
Es saxofonista, dedicado al jazz y a la improvisación libre (Sin Red, Quinteto Cova Villegas, Dadajazz, Orquesta FOCO) y dirige un Aula-Taller de la misma materia en la Escuela Municipal de Música de León, ciudad en la que reside.
- NARRATIVA:
Son del sueño (1998).
- POESÍA:
Escrituras materiales ( v. a., 1972).
Libre volador (1988).
La triste estación de las vendimias (1988).
Mis animales obligatorios (1995).
Coplas del amo (1997).
Escondido y visible (en colaboración con el pintor Esteban Tranche, 2000).
Política de los encuentros (2003).
Naturalezas (con el pintor Francisco Suárez, 2007).
Escondido y visible. Poesía Reunida (2008).
Automáticos (con Miguel Suárez y la pintora María Murciego, 2009).
- ENSAYO:
El jazz en la boca (2007).
El mar de las postales
Es quien compara la resurrección con la atrofia
en la presencia de 1964 un fotógrafo
cautivado por ese que dice en blanco
lo impreciso:
en mi mano tengo la triste pirámide
el cubo mohoso el cilindro de latón...
sus conversaciones, unos suspiros, una dialéctica
de las barberías tardes de papel y espuma
quien respira en el hueco
sonríe con orgullo su saber
es inexacto y es vehemencia:
en mi mano tengo un jirón
una tiza un mapamundi...
el fotógrafo de los bañistas, de su danza
cierra la ventana se adormece:
y la resonancia de unos pasos me despierta
de madrugada espérame espérame...
su mueca de espía que hace
experimentos ingenuos con la vista y el tacto
vio un amor poroso y lúgubre:
vuelve en ti despierta bajo la mano
que te atiende...
sus visiones, la campana, la cabeza
juntan el desorden como los bañistas
imagina sentimientos se desnuda.
(De Mantras de Lisboa, 1979).
Alianza
Vela por ti y por mi
las mariposa que vive
en tu espejito de mano
nos va dando consuelo
airea
nuestros miedos compartidos.
(De Naturalezas, 2007).
Dos eneros
Hizo cuentas dijo
en voz alta los años de sus muertos
era la última noche: las doce uvas
pulió y lijó dos cucharas de madera
la grande y la pequeña
ni olor ni sabor
los guisos del tiempo ido
crece la melancolía de los dos eneros
sueños que se olvidan turrones caídos
y una canción de Atahualpa Yupanki
¿cómo son las culebras -imaginables-
las culebras blancas que anidan en la nieve?
Filtrado
Un rayo de luz
traspasó el vaso de agua
fue filtrado; mínima
derivación de la transparencia
un pensamiento negro
sucede ya
varias veces al día.
Como si fuera ley
Buscaba la llave una vez más siempre la última
quería abrir la puerta salir a un patio diminuto
soleado
allí esperaba quien más le quiso en el mundo
un soplo en los labios despejaba la pregunta
¿por qué desapareces?
era sólo un buscar sin más beneficio
aquí todo nada lo mismo
los rizos de la repetición
adornan la cabeza de otro tiempo
la casa la misma reunión cada noche
sin peso vuelve a una mesa de mármol
cada noche la misma alegría enreda con mano suave
aquellos rizos en un ciclo: todo o nada
vive en lo mismo: guitarra de la infancia sin secreto
mesa inmóvil y un privilegio (no hay día sin que vuelvan los nombres de los primos, sin que alguien trepe a las ramas de ese árbol que
está muerto y en las noches del verano parece revivir)
brota aquí un jardín repetido
un privilegio con ramas y raíces (los fondos de la casa guardan un
olor a tubérculos carnales, sacos, membranas, frutos de tierra)
sólo en la lectura se renueva
lo leído.
Contemplación
Desde el árbol él es otro en la distancia;
poniente en la rama húmeda estaba
la huerta sin muros
y florece.
El pájaro está vivo
Leído en un muro de Lisboa: Bird is alive. Y anoche mismo le oímos, estaba tocando en el Torreón, sus blues fríos, su medianoche exacta, su álbum de ornitología. Alrededor, los sentados ya mudos, Pedro, Andrés, fumadores, sin decir una palabra, sólo escuchando. Eso fue anoche mismo.
Los hermanos pájaros
Se sabe que:
Las variedades de pájaros más grandes no cantan.
Los buenos cantores rara vez son de colores brillantes.
Las hembras suelen tener una especie de canto susurrado.
Para muchos pájaros la música ha llegado a ser el verdadero objeto de su vida, no menos real que la búsqueda de alimentos o el mantenimiento de una familia.
En una carta, el amigo me pone: “No veas cómo improvisan sobre Coltrane los mirlos de mi huerto. Ni una nota fuera de sitio. Un empaste perfecto. Tengo que grabártelos”.
El fraseo de Kafka
Oskar Baum, poeta ciego y pianista, amigo de Kafka, testimonia:
“Cuando leía en voz alta -era su pasión predilecta- la pronunciación de cada palabra, dentro de una claridad completa en la expresión de cada fonema, se subordinaba totalmente a una amplitud musical del fraseo, a una amplitud de aliento interminablemente largo y de poderoso de los planos dinámicos; también su prosa posee esa amplitud: sus fragmentos cerrados, como crescendiAuf der Galerie, han credido por la estructura milagrosa de una oración gramatical”.
La voz de Lezama Lima
Leído en un muro de Lisboa: Bird is alive. Y anoche mismo le oímos, estaba tocando en el Torreón, sus blues fríos, su medianoche exacta, su álbum de ornitología. Alrededor, los sentados ya mudos, Pedro, Andrés, fumadores, sin decir una palabra, sólo escuchando. Eso fue anoche mismo.
Los hermanos pájaros
Se sabe que:
Las variedades de pájaros más grandes no cantan.
Los buenos cantores rara vez son de colores brillantes.
Las hembras suelen tener una especie de canto susurrado.
Para muchos pájaros la música ha llegado a ser el verdadero objeto de su vida, no menos real que la búsqueda de alimentos o el mantenimiento de una familia.
En una carta, el amigo me pone: “No veas cómo improvisan sobre Coltrane los mirlos de mi huerto. Ni una nota fuera de sitio. Un empaste perfecto. Tengo que grabártelos”.
El fraseo de Kafka
Oskar Baum, poeta ciego y pianista, amigo de Kafka, testimonia:
“Cuando leía en voz alta -era su pasión predilecta- la pronunciación de cada palabra, dentro de una claridad completa en la expresión de cada fonema, se subordinaba totalmente a una amplitud musical del fraseo, a una amplitud de aliento interminablemente largo y de poderoso de los planos dinámicos; también su prosa posee esa amplitud: sus fragmentos cerrados, como crescendiAuf der Galerie, han credido por la estructura milagrosa de una oración gramatical”.
La voz de Lezama Lima
Escucho una y otra vez sus recitados; esa suspensión interrogativa que cierra los versos, una pausa versal en nota dominante, intervalo ascendente. Me recuerda a un camarero que recitase de corrido el menú del paraíso.
Textos recogidos en el libro
Textos recogidos en el libro
EL JAZZ EN LA BOCA, en Dessoles-Crítica,
colección dirigida por Miguel Casado.
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