Néstor Francia nació en Caracas el 11 de noviembre de 1947. Poeta, ensayista y narrador. Es Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado varios libros de ensayo político e investigación social. Es conductor de un programa de TV y de un programa de radio, ambos con tono de humor político. Fue uno de los dirigentes del Movimiento de Renovación Universitaria en los años 60. Es columnista de prensa y actualmente asesora a la estatal petrolera PDVSA en el área comunicacional. Entre sus libros de poesía se encuentran: Oxiuro Colosal, 1978; Las redes rotas, 1996; y La Biblia de Agua, 1997. Entre sus libros de ensayo: El nido del Simurgh, 1999; y Qué piensa Chávez, 2003. Otros libros: Crónicas malvadas, novela, 1990 y Puente Llaguno: hablan las víctimas, ensayo y entrevistas, 2002. Ha recibido los reconocimientos literarios, Premio Fundarte de Poesía, 1996; Premio Conac de Poesía, en 1997; Premio del Consejo Nacional de la Cultura, Mención Especial en el Premio Municipal de Literatura de Caracas y Mención Especial en la Bienal Internacional de Literatura José Antonio Ramos Sucre. Su poesía de destaca por la diafanidad del lenguaje y la permanente interacción entre el mundo íntimo y el mundo exterior, que no dejan jamás de dialogar y generar una relación tensa e intensa en medio de ricas metáforas y un ritmo a veces sereno, a veces avasallante.
En el lupanar del cielo
Vivo en este lupanar del cielo
en este suburbio de la eternidad
Hasta aquí llegan
los cantos de la plaza inmortal
los coros inefables
es un rumor de olas
un perfume
Hasta aquí llega la brisa incrustada de oro
mientras miro nostálgico hacia el horizonte
con la esperanza de ver
* * *
Aboné con guano
y coseché la oca, la maca, el chocho y la lucuma
que son goce y alimento
sembré entre las flores de Xochimilco
el maíz, la papa y la yuca
el ulluco, la quinoa y el mamey
dibujé laderas de verdes y ocres
eso pasó: mis manos de tierra ahora son frío
mis dedos de agua ahora languidecen
fue eso lo que me traje del poniente
para morir entre mi piel olvidada y mustia
* * *
Y vine también de otros mares
arrastrado por el odio de mi látigo
acosándome a mí mismo como a un león
para arrancarme la piel
y venderla en mercados nauseabundos
me impuse el collar del perro
me obligué a abandonar mis amores y mis brotes
y quedaron mis dioses llorando en Mombasa
yo mismo fui quien abrió la jaula
yo enrojecí mi piel con los azotes
yo me llené de ofensas y de heridas
así volví a inventar la hirviente cadena
demonio pintado con el color del marfil
ángel negro de gruñido y metal
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