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lunes, 20 de septiembre de 2010

1387.- ABDULLAH BASHRAHIL


Abdullah Bashrahil nació en Arabia Saudita, el 7 de abril de 1951. Ha publicado los libros de poesía: Mi torturadora, 1978; El amor mi destino, 1980; Fuente sedienta, 1986; El miedo, 1988; Poemas de los acontecimientos del Golfo, 1990; Lámparas del viento, 2002; Espadas del desierto, 2002; Declaración de las brisas, 2002; Lunas de Meca, 2002; Sótanos de las ilusiones, 2003; La soledad del alma, 2003; Rúbrica, 2005 Es Presidente del consejo administrativo del grupo Basharahil para el desarrollo, fundado por su padre, filántropo reconocido en la Meca. Miembro de la Asociación de la Literatura Moderna en El Cairo. Miembro fundador del Consejo General para la Enseñanza Musulmana en la liga del mundo árabe.






POEMAS DE ABDULLAH BASHRAHIL



LUZ, ARCILLA Y ALGODÓN

Al fondo del instante medito sobre cómo pasa
sin consentimiento.
Lapso de tiempo, aguja hilada que penetra lo
profundo.
Confeccionando mantillas y sudarios
Todo es blancura algodón y hueso, y la piel es su
ornamento.
Abigarrada
Del blanco proviene la arcilla
De allí la bestia, de allí el hombre
Medito sobre el néctar rojo
Cayendo en la misma vena
Y las parcelas de luz levantándose
Rayo de un pequeño sol yaciente en las profundidades
Encendiendo el agua de olivo
Alumbrando el universo
Ahora vida tiempo y espacio
Pueda el calor del sol apagarse
Para amordazar los tiempos.






EL MONSTRUO

¡Oye! No digas
Que un ogro habita los matorrales
Devorando el ganado
Deleitándose con la sangre de generaciones
Violando las estaciones
Con cientos, o más bien, miles de brazos
Y una apariencia de garras
Como filos cortantes
Avanzando en el borde del viento
Cabalgando el embrutecimiento
Antes se le comparaba con un pavo real
Pero una vez que le salieron los colmillos, mostró ser
Un perro salvaje
Y como tal escarba siempre en los vestigios
Como si fuera un sepulturero.
Liberando a los muertos, soltando a los condenados
Sediento, irrigando el desierto nocturno de las lágrimas
del abandono
Retrocediendo el tiempo
Resucitando los espectros Mongoles
Como el silencio luego el silencio
Consideran-que el silencio es el testimonio de la lucidez
El que consoló la ignominia
Y las sonrisas
Durante la infancia o la juventud o la madurez
Para la humillación existe una escuela y una función
Que comienza con el miedo las quimeras y los
dolores
Provenientes de las arrugas de las tinieblas
Y de los ecos de las pesadillas
Viviendo en la candidez de los recién nacidos
Figura del miedo
Quien se marchita en las flores de los campos
Tal fue el eco un sonido estruendoso en el aire de los
ancestros apareciendo en las noches sombrías
Y las nubes dejando aparecer el sol
Desde que son la coartada para asesinar la vida
En los corazones de los caballeros y de los valientes
Pero cuando se volvió a levantar la conciencia
La debilidad reconoció
Que las quimeras le extraviaron
Y que las quimeras son un monstruo
La voz, la diversión y el tamborilero La rama danzando
Con los cantos de los pájaros interrogándose
¿Podrán los espíritus liberarse?






PARA ELLOS LA CARNE DESHUESADA

El pueblo árabe apoya a su asesino
Hace un siglo que sufre su andanza y
está quedando sin aliento
por sembrar de espigas la tierra
Para que esté conforme la injusticia nuestro líder
esta patria duerme en sueños tibios
Se divierte mientras agoniza Contemplando el
Presente y el futuro
De la mirada y el silencio
Acechando la cita sangrante
De la tempestad y el rugido del voraz león
Y el eco de los momentos, tendiendo sus deseos
Como si el mundo estuviera hecho de insectos
Así lo dice el portavoz de la casa negra
Y entonces si menos de un millón de muertos
O más de un millón
Por lo tanto más de un millón
Por lo tanto la excusa es de los cadáveres de los errores
Ya que la guerra tiene por víctima a los muertos
Pero nosotros vamos a liberarlos, curarlos y
enseñarles
Cómo expoliar los alimentos
Y nosotros cambiaremos toda vuestra cultura y vuestra
religión
Y volveremos para mataros
Para comeros
Desde vuestros comienzos hasta vuestro final
Los jefes de las naciones se niegan, refutan luego
Se ponen de acuerdo, tienen diferentes opiniones
Se oponen, luego se excusan
Y nosotros vemos las generosas imágenes en la
televisión
Miramos al árabe Antara fumando el cigarro
Y palpando la ignorancia revistiendo la ignominia
Providencias promovidas por los buenos que se han reunido
Y finalmente las tinieblas desposan la luz
Mientras ocurre el eclipse del sol y la retirada de la luna
Y el astro lapidado
La tierra se convierte en desastre
Nosotros no vemos más que tinieblas
Y considerables gritos pidiendo ayuda pero el sabor
se les fue
Y el resplandor de una declaración de mediadores
Confirmando la bajeza y recomendando el
síncope
Dos condiciones, dicen
Una:
Que nuestro verdugo devore la carne de nuestra nación
Y la otra:
Que los mendigos guarden los huesos.



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