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lunes, 20 de septiembre de 2010

1375.- MICHAEL AUGUSTIN


Michael Augustin Lübeck, Alemania, 1953. poeta, traductor y locutor de radio, trabaja en Radio Bremen, donde conduce un programa radial de poesía y sirve como editor de los documentales radiales semanales. Es autor de varios libros de poemas, drama y cuentos, entre ellos: Kleines Brimborium y Das perfekte Glück. Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, italiano, polaco, gaélico y holandés. Ha traducido obras de Roger McGough, Adrian Mitchell y Raymond Carver, entre otros. Ha recibido los premios Friedrich-Hebbel y Kurt-Magnus. En 1984 formó parte del programa internacional de escritura de la Universidad de Iowa, y durante el 2003 fue escritor en residencia Max-Kade, en Dickinson College (EEUU).




Poemas de Michael Augustin




Sobre los poemas

Los poemas
no se escriben,
los poemas ocurren.

Poemas
había ya
antes de que hubiera poetas.

Los poemas
son cristales de ventanas
arañados.

Los poemas
se pueden convertir en abono
y por ello
de ningún modo
se deben quemar.

Los poemas
están abiertos a cualquier cosa
(incluso los herméticos).

Los poemas
del extranjero
no requieren
permiso de residencia.
Sólo basta con un buen traductor.

Nadie debe
ser obligado
a leer un poema
y mucho menos a escribir uno.

Los poemas
no pueden responder
por su autor.

Los poemas
no leen poemas.

Los poemas
en cualquier momento
se pueden
intercambiar por otros.






Sobre los lectores

‘Los escritores están siempre al servicio’
– Borges

Los lectores tienen que leer todo.

A los lectores les falta un tornillo
en la estantería de libros.

Los lectores sólo leen
lo que se ha escrito para ellos.

Los lectores conocen el mundo
sólo en blanco y negro.

Los lectores se saltan
precisamente aquello
digno de ser leído.

Los lectores persiguen sólo una cosa.

Los lectores se dejan
embaucar por autores
completamente desconocidos.

Los lectores con gusto
se dejan cautivar,
obedecen las palabras
y son voyeurs.

Los lectores pagan
para ser insultados por los escritores.

A los lectores les gustaría,
pero no pueden.

Cuando los lectores están borrachos
leen todo doble.
Cuando están sobrios,
leen sólo la mitad.






En el tintero

A veces,
dice el poeta,
puedo casi
oírlos gritar,
a los poemas,
desde el fondo del tintero.

¡Sácame de aquí!
¡Sácame de aquí!

Traducciones de Ingrid Martínez-Rico

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