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domingo, 29 de agosto de 2010

987.- LYNN EMANUEL

Lynn Emanuel nació en Nueva York y ha vivido, trabajado y viajado por el norte de África, Europa y el Cercano Oriente. Se graduó en el Bennington College y el City College de Nueva York, donde estudió con Adrienne Rich, y en la Universidad de Iowa. Su último libro de poemas, "Entonces, de repente" -, se publicó en octubre de 1999 en la University of Pittsburgh Press y es una selección de la Academia de 'Poetry Book Club América Poetas. Es autora de dos libros anteriores de la poesía, "Hotel Fiesta"y "La Cava", este último recibió el Premio Nacional de Poesía.
Su trabajo ha sido presentado en la Antología del Premio Pushcart y Best American Poetry en 1994, 1995 y 1998. Ha sido editora de poesía de la Antología del Premio Pushcart, miembro del panel de literatura para el Fondo Nacional de las Artes, y es un juez para el Premio James Laughlin de la Academia de Poetas Americanos. Ella ha enseñado en el Pan Pan de Escritores de la Conferencia, Talleres de Escritores de Bennington y actualmente es profesora de Inglés en la Universidad de Pittsburgh , donde dirige el Programa de Escritura. Está casada con el paleontólogo Jeffrey Schwartz y reside en Pittsburgh.



En el Ritz

Cómo y donde se encontraron es motivo
de especulación
avenida arriba y abajo, rubios -laqueados
en inteligencia, sarcasmo, belleza, y dinero-
su nombre en los oídos de los corredores de bolsa
puedes verlos impecablemente acicalados
chequeando sus nudos Windsor en las cromadas
puntas de ala de sus zapatos.

El era tan hermoso que cuando entró
el cuarto cambió su eje del sur
al norte, la escena se detuvo
y quedó suspendida en el aire
como si el peso de él hubiera inclinado
el planeta
y todo hubiera comenzado a caerse lentamente.
Los martinis temblaron en sus frágiles vasos.
Una gardenia erupta un Vesubio
de blanco
contra el visón de ella

Estos dos no se habían encontrado.
Hasta que lo hagan,
su trabajo será hacer caras al lado de su padre
rico que sujetado por un enorme bigote blanco,
(qué brillantez: en esta escena el cabello es dinero)
yace en el sobrio laqueado reluciente del ataúd.
Sobre su rostro severo pero amable
algunos costosos lirios se inclinan.
El ha muerto; se enfurruña ella.

Pero esto hace mucho tomó el camino equivocado.
Ahora estamos en el Ritz donde, como hemos visto,
el temblor del lugar,
los manteles en la mesa tan blancos, tan lisos,
se ven como si se hubieran desmayado.
Cuando él entra, dice ella, aquí no existe un aquí,
vayamos calle abajo a Izzy's. En la calle ha crecido
el silencio. Ni la luna puede moverse.
Su mayor parte está granulada,
imperturbable y siniestra al mismo tiempo,

no quiere moverse. Detrás de ellos las miradas fijas
de pálido olor en el lobby del hotel,
un taxi transporta un manchón de exhaustos
al lugar,
y una ciudad tambalea a sus pies mientras él
la sigue como un preso en la sentencia
de esta historia.

Versión de J. Daniel Perrotta






Los que duermen

Me he imaginado todo esto;
en 1940 mis padres estaban enamorados
y vivían en el piso de West 10th
arroba de Mark Rothko, que pintaba rosas
en las paredes de su recámara la noche
que se casaron.

Me es fácil adivinar por qué lo hizo.
El cabello de mi madre era del color
de los perones maduros y usaba
un sombrero de terciopelo con el pijama.

Yo todavía no había nacido. Era tan remoto
como la luz de una estrella
Me cuesta trabajo imaginar que mis padres
hicieran el amor en un cuarto lleno de rosas
sin mí. Yo no estaba.

Pero ahora sí. Mi madre se sonroja.
Es lo maravilloso del arte.
Puede resucitar a los muertos.
Puede despertar a los que duermen
tal como quizá lo hizo aquella noche ya muy tarde,
cuando mi padre y mi madre hicieron el amor
arriba de Rothko
quien permanecía acostado en la oscuridad
pensando Rosas, Rosas, Rosas.

Versión de Pura López Colomé




Homenaje a Sharon Stone

Es temprano en la mañana y al otro lado de la calle
las ventanas de un cuarto de hotel están tapadas
con las tropicales ejecuciones de una
mujer desvistiéndose, dentro de The Eatery,
un chico, azulado por el neón,
está sentado a la mesa,
y mis vecinos se engancharon a sí mismos
con los roles del matrimonio infeliz
y como carriola ruedan sus tres mastines
calle abajo.
Yo estoy escribiendo este libro de poemas.
Mi nombre es Lynn Emanuel. Llevo puesta
una bata de baño y ruleros; desde mis labios
un Marlboro echa ceniza sobre el texto.
Es el tres de septiembre de 19...,
estoy pensando, pero a veces pierdo el hilo.
Y mientras estoy escribiendo esto con mis trifocales
y zapatillas, al otro lado de la calle, Sharon Stone,
su cabeza hinchada de ruleros, su boca
roja y estrecha como una zapatilla de danza
está entrando apresurada en una limusina negra.
Y como estas limusinas serpentean
por mi cuadra hacia un lado y otro
este libro estará lleno de coches de elegantes
trompas entre un vago océano de palabras.
Cada mañana, Sharon Stone, su cabeza
en un casco de peinado, usando una visera
de anteojos de sol, es engullida por una limusina
del tamaño de un Pullman, y toda su flota
enrolla y desenrolla su ruta calle arriba calle abajo
día tras día, dando a la calle
(Avenida Liberty en Pittsburgh, Pennsylvania)
y el libro que estoy escribiendo, un aspecto
que es al mismo tiempo glamoroso y funeral.
Mi nombre es Lynn Emanuel, y en este
libro yo hago el papel de alguien que escribe
un libro, y tomo mi papel tan seriamente
como Sharon Stone toma seriamente
el rol de joven estrella. Yo miro los oscuros
coches que la hacen desaparecer y en mi poema
otro Pontiac viene a dormitar
como un gran animal en los frescos pesebres
de sombreadas barbadas, Así que, cuando veas
este coche negro, no pienses que es un
Símbolo Para Algo. Es solamente
Sharon Stone manejando por delante de la casa
de alguien que está, en ese momento,
tratando de escribir un libro de poemas.
O puedes pensar que el coche negro es
Lynn Emanuel, porque, realmente,
como autora,
yo tuve siempre deseos de ser un coche,
aún cuando la mayor parte del tiempo
yo tuve que ser "Yo", o la mujer pendiente
de la ropa para lavar;
yo soy una mujer, un minuto, entonces yo soy
un hombre,
yo soy un carnaval de Lynn Emanuels:
Lynn con el vestido rojo, Lynn malhumorada
detrás de la gran nariz de su erección,
entonces soy el tren entrando en la estación
siempre y cuando realmente me guste serlo
Gertrude Stein espiando a Sharon Stone
a la seis de la mañana. Pero satisfechos con
eso, retrocedamos a la decoración de interiores:
En la página, la ciudad se ve sin rodeos
y poco atractiva así que vuelvo mis lentes en
un radioactivo vistazo sobre los malos tipos.
En una cocina, amontono cacerolas relucientes d
e grasa,
y en una mesada hay un rosbif
rojo como una cara con rabia.
En medio de toda esta insulsa cosa desconocida,
es Sharon Stone quien,
como en una invitación grabada,
está preguntándome,
¿No quieres tú también representar
un papel?
Yo elijo la limusina negra, y calle abajo
las doradas lunas de los faros de mi limusina
ruedan llevando con ellas el sol, y la luna,
y Sharon Stone que está mirando fijamente
la lejana y luminosa ventana de una casa donde,
todo este tiempo, alguien estuvo seriamente
rotulando con su nombre, este poema.









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