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martes, 24 de agosto de 2010

907.- AMÉRICO FERRARI

Américo Ferrari nació en Lima, Perú, en 1929. Poeta, traductor y ensayista. Entre sus libros de poesía publicados, se encuentran: El silencio de las palabras (Málaga, Cuadernos del sur, Publicaciones de la Librería Anticuaria el Guadalhorce (1972); Espejo de la ausencia y la presencia, Cuadernos de María Isabel (1972); Las metamorfosis de la evidencia (Lima, Ediciones de la Clepsidra, 1974); Tierra desterrada (Lima, Arríbalo, 1980); La fiesta de los locos (Barcelona, Auqui, 1982); Para esto hay que desnudar a la doncella (Obra Poética 1949-1997. Barcelona, Los libros de la Frontera. El Bardo Colección de Poesía, 1998); y Casa de Nadies (Lima, Gonzalo Pastor Editor, 2000). Ha traducido del alemán a poetas esenciales como Novalis (Himnos a la noche – Cánticos espirituales) y y George Trakl (Sebastián en sueños). Algunos libros de ensayo: César Vallejo (en colaboración con Georgette Vallejo. Paris, Segher éditeur. Collection Poétes d'Aujourd´hui, 1967); Los sonidos del silencio. Poetas peruanos del siglo XX (Lima, Mosca Azul, 1990) y El bosque y sus caminos. Estudios sobre poesía y poética hispanoamericanas (Valencia, España, Pre-textos, 1993).





Borrados


Al principio tenían sus rasgos bien marcados:
ojitos boquita pequeño mentón.
Netos voluntariosos como si todos se sintieran
ya alguien como si no hubiera roce con lo de afuera
y todo perfil fuese de marfil. Crecieron un poco
y la brisa tibia les destiñó algo el ceño - después
se ensañó: el viento maligno les lavó los ojos los
deslavazó - el rostro ya no arrostraba sino poco:
tímidos, destemidos. Sus figuras aún parecían duras:
el roce con el goce definitivamente los desfiguró.

Ahora andan de día y la luz del día los transfigura
en pura transparencia - nadie los ve. Vagan
de noche y su materia de fantasmas deja
apenas una huella borrosa y un vago rumor
como si el aire se pusiera a temblar. Luego al pasar
bajo la luz de un farol recobran toda la transparencia
de la luz y al entrar de nuevo en la sombra
absorben la noche toda pero ni siquiera la tiniebla
sabe de ellos. Nada. Como si los hubiera borrado
el roce con lo que es. Son el bulto de nadie.
Quién los distinguirá jamás.

De Casa de nadies (1988-1999)




Para nadie ciego

Ahora es cuando se produce por fin el eclipse perfecto
y el planeta esplendente oculta el astro opaco
cuerpo de luz descansando en féretro fugaz
ceguera ardiendo en luz
? ya tacto es ver
boca de noche sobre sexo aspirante lamiendo
limo lento lamento cajón nadante
ventana abierta a nada
que esté
está :
nada esta vez está ?
estrella fugaz estallando
cuando
nunca es visión
del revés
del ver reverso de verso perfecto si
un cajón nada por cielos abiertos
cuando
fulgor oculto
negror y cuerpo lumíneo y boca ciega
y astro astroso otro
opaco
están
en un cajón de cielo:
entonces
nunca
nadie
ve
nada





Nada pasa en la inminencia

Una cosa ha estallado en el aire
qué cosa ? nada : cualquier cosa
un objeto volante no identificado.
Nada ha pasado
sólo entre el aire y nuestra piel algo
ha pasado como cuando
se sale al frío y respiramos
un aroma helado y tan sólo un instante
nos sentimos como llenos de aire perseguido
presagiado
como si desde la piel el aire eructara un sarpullido
una plaga de puntitos rojizos y blancuzcos
hemos dicho no pasa nada
porque nada pasa y es verdad
pero hemos quedado inflados
de ese aire maligno
y sabemos que ahora
falta poco:
una cosa en este aire que nos llena va a estallar





Círculo de poetas nihilistas y su gramática

un color de sangre comprimida nace del relámpago
y la lujuria abrupta de la tierra
lo borramos
un surtidor de agua nocturna nos disuelve
en una lluvia de dicha
y ansiedad
lo cortamos
una concha de madreperla libera en su destello
el misterio exhaustivo del placer
la hacemos polvo
un mar de fondo nos arroja a la única playa
donde nunca es siempre
lo secamos
una llama muerde voraz a una mujer
o una loba resucitada en el amor
la apagamos
perennes el color el agua erecta el destellar
de la madreperla la ola
indetenible el deseo llameante son

un montoncito de polvo calcinado atestigua
el tránsito de un verbo
conjugado
y su escondido pronombre personal





Pensamiento despedido

La pensée, c’est une image éconduite
Henri Michaux

Por tonto
por abusivo
por presuntuoso
por engañoso
por lo del gato y la liebre
por dárselas de imagen
lo han puesto de patitas en la calle
no a la imagen: a él
residuo de una imagen sin hogar
para que aprenda a ser
lo poco que es
y nada más.

Imagen, señora,
vuelva a su casa.



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