TOMÁS SÁNCHEZ SANTIAGO (Zamora, 1957). Ha publicados libros de poesía como Amenaza en la fiesta (1979), La secreta labor de cinco inviernos (1985), Vida del topo (1992), En familia (1994) o El que desordena (2006). En Lisboa apareció en 2000 una antología bilingüe bajo el título Detrás de los lápices. En prosa ha publicado Para qué sirven los charcos (1999) y Calle Feria (2006). Una amplia selección de sus artículos periodísticos apareció publicada como Salvo error u omisión (2003). Ha realizado estudios y ediciones de autores como Bécquer, Carlos Barral, Antonio Gamoneda, Julio Verne o Claudio Rodríguez.
LA LLEGADA
He venido a buscar
tus dientes inmediatos,
la pequeña pasión de tu pisada
y el humo blanco,
el humo
que despiden tus palabras más largas,
las de plata callada,
las que salen al convite del mundo
entre las aberturas de lo obvio.
Todo he venido a buscarlo.
Y a ti con todo.
(Poema inédito)
EL RIO DE LOS AMIGOS
Nosotros pisábamos la tierra pensando
y la misma luz envolvía al regreso
el viejo tronco de los árboles
y el rostro de los amigos.
ANTONIO GAMONEDA
Por mucho que caiga el tamaño de la desgana
encima de las asas y de las cremalleras
quietas, desentendidas en armarios
donde duerme el pasado y sus moluscos oscuros,
nosotros siempre oímos delante otra canción.
Y aunque vaya entrando silencio en las maletas,
como una mujer húmeda que al pasar deje
huevas furiosas y el licor de la lástima
en habitaciones de ropas desesperadas
que se enfrían bajo la teoría del abandono,
nosotros esperamos una convocatoria
Cerrarán el ala los candados
con su mordisco exacto.
Veremos las espaldas de las cosas,
para siempre entregadas a su totalidad.
Estará todo pleno y sosegado.
y frío
como toallas tranquilas en la noche.
Y, sin embargo,
más que nunca esos signos anuncian
que son preparativos de un viaje.
(de El que desordena)
AMENAZA PRIMERA
Por donde no debiera
he abierto el laberinto de los años.
Con las manos vendadas
en el fuego del tiempo
y los labios como dos viejos muebles
malvendidos al aire
igual que dos banderas necesarias que vuelan,
bajé la cremallera de la vida
y así me vi, difícil como un fruto
olvidado sin piedad a hostiles seres,
desconsolado de hombros, triste por las caderas,
sin recurso ninguno y en el medio de todo.
No es el tiempo negocio conveniente
y sí trampa mortal, encrucijada
sin ningún remedio como no sea la muerte
ni otra esperanza
que la de embalsamar la luz en la memoria;
y sólo una verdad
pasa constante:
se nos huye la vida de las manos
como un anillo demasiado grande.
********
ya te ha alcanzado la edad
de las añadiduras
madre
brota soltura todavía
entre los brazos
y tienes por las sienes
ascuas perdidas y música
de pesadumbre
todo me lleva de nuevo a ti
hoy
como si aún fuera un niño,
un niño innumerable
va bajando la lejanía de los impedimentos
te advierten, te advierten
pero tú pones
aún sobre las cosas
paños de luz y exactos contratos desatados
del mundo
inaguantables y amplias
brillan, brillan
tus manos en mi noche
madre
(pájaro de otro cumpleaños)
[inédito]
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