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martes, 6 de julio de 2010

572.- LUCÍA FRAGA


Lucía Fraga (A Coruña, 1979) es Licenciada en Filología Hispánica por la Univeridade da Coruña. Especialista en el área de Teoría de la Literatura, posee el Diploma de Estudios Avanzados y un curso de especialización en “Teatro, cine y audiovisuales” de la UDC. Empezó publicando a los diecinueve años trabajos de investigación y crítica literaria en revistas especializadas sobre autores gallegos entre los que se encuentran: Luis G. Tosar, Aquilino Iglesia Alvariño, Amado Carballo, Rosalía de Castro, Nicomedes Pastor Díaz... Es de destacar su interpretación de Luces de Bohemia, “Un esperpento entre las pinturas de Goya y el cine expresionista alemán de Murnau”. Miembro de la Asociación Española de Historiadores del Cine cabe citar, entre otras, su colaboración en el “Diccionario Iberoamericano de la SGAE” con la entrada de “El Desencanto”, de Jaime Chávarri. Asimismo, se ha especializado en el estudio comparativo de La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela y “Pascual Duarte” de Ricardo Franco, recogido en el volumen Cela y el cine. El inventor de palabras y el cine (2002).
Coeditora del proyecto de investigación poética Cien años de Poesía, encargada de la Poesía Gallega, (Peter Lang, 2007) ha traducido al castellano varios de los poemas aparecidos en el volumen. Su labor como traductora o, asesora lingüística, se remonta a sus años de su vida en Alemania, entre los veinticinco y veintisiete años, trabajando para la Universidad de Kiel como Sprachjocker –ayudante de traducción del español al alemán- para la antología bilingüe de Poesía Española Contemporánea Das Gedicht un die Sadt (Sial, 2005). Asimismo, impartió clases de literatura contemporánea y literatura aurisecular.

Miembro fundador del grupo poético Los vándalos y de su revista Mester de Vandalía, sus versos habían circulado por las revistas Cooltural Galicia, La bella Varsovia y Piedra de Molino. Ha participado en las antologías Das sonorosas cordas (Eneida, 2005), Hilanderas (Amargord, 2006), La Voz y la Escritura (Sial, 2006), La manera de recogerse el pelo. Generación Blogger (Bartleby editores, 2010)...

Su primer libro, Nostalgia del Acero –escrito en 2005 durante el duro exilio, aunque voluntario en Alemania-, constituye la consolidación de su voz poética. Columnista durante siete años en “El Correo Gallego”, en la actualidad, estudia psicología y acaba de terminar su segundo libro y ya prepara un tercero. Administra su propio blog:

http://www.luciafraga.blogspot.com




“ARRABALES DE HORMIGÓN”


LA MADRE DE LOS MUERTOS

La guerra empezó con mi corazón arrancado
Que alguien lanzó contra un cristal.
Yo recogí mi esponja de latidos,
Aún caliente,
Y me arrodillé para teñir de sangre
Las ventanas y las puertas.

Los niños sin cabeza todavía lloraban
Al ver a sus madres muertas
Con los ojos vacíos y los pechos cortados.

Sus aullidos descabezados pedían madre y leche,
Pero sus bocas eran zanjas de alambre y muerte.
La calle era un campo de floreciente mantillo rojo,
Donde los pequeños jugaban a cambiar de alma.

Entre latido y latido,
mi esponja crecía y se llenaba de leche
como una ubre de perra para amamantar a sus cachorros.

Fui dando un beso lácteo a cada boca desconsolada,
Manchándome las piernas de sangre corrompida,
Mientras mi corazón pesaba y bombeaba lentamente.
Madre de los muertos soy,
¿cuántos pecados cometió mi alma
sin yo saberlo?




EL PECHO HUECO

Me arrancaron el corazón los perseguidores,
Los mismos que me enseñaron
Que las infancias perdidas
Son un veneno eterno para la memoria.
Vinieron sigilosamente,
Mientras dormía
Y en un dos por cuatro
Robaron sístole y diástole.

Hicieron con sangre y tierra
Una replicante con el corazón
hecho de lombrices.

Yo quise rellenarme
con incienso sagrado
de La Gran Catedral,
Pero el hueco de mi pecho
Aún llora lágrimas de sal
que vuelven blancas
las palmas de mis manos.

¿Cómo se puede rellenar un pecho
si la memoria está emponzoñada?
Buscaré en las carnicerías,
en los bolsillos,
en los cines,
porque yo ya no tengo sueños.
Y si no,
Haré un nido para ruiseñores
Y dentro guardaré los cantos rodados de Compostela.




LA PIEDAD EVANESCENTE

Camino descalza y desnuda por el campo de batalla,
Pisando metralla, bombillas y bayonetas incendiadas
Cubierta por el manto rojo de la verdad.
El tiempo ha convertido en cenizas la habitación,
Pero todavía arden hogueras en las almas.
Los perseguidores vinieron con sus lanzas de memoria
Y degollaron hasta el último pájaro.
Palomas crucificadas penden de las paredes
Como ofrenda macabra a un Dios Letal.
La memoria es un campo demasiado grande
Como para segar el trigo en un solo día.
Vendrán más noches y más persecuciones
Y más palomas crucificadas.
Ahora que contemplo mi cuerpo destrozado
Entiendo la negrura de este camposanto
De mis pensamientos mártires.
Si pudiera dejar de pensar
No me vería desnuda y golpeada en el suelo
En un charco de sangre
Con un cuchillo infantil en la mano.
Me recojo sobre el regazo,
Piedad de espejo,
Sin derramar una lágrima,
Y me limpio las heridas con el latir de esponja,
Mi corazón enfermo,
Pero mi cuerpo desaparece,
Porque le esperan más batallas
Contra los negros pensamientos perseguidores.



LOS ASESINOS DE PALOMAS

La tierra tembló en su centro
Al paso de los asesinos de palomas.
Llegaba un nuevo día de bocas cortadas
Y cadáveres retornables.
El sol se tiñó de sangre y
Todos los campos parecían un mar rojo
Alerta de cuchillos y gritos inútiles.
Cogí una cabeza de niño muerto
Y le miré a los ojos:
“Has de pasar sola tu propia condena”.
Arrebujada en mi manto
Me repetí sus palabras
Como un himno de valor
Y esperé la llegada de la destrucción
Con la serenidad que da la pérdida segura.
Aunque cercenen mis pechos
Y quemen mis ojos,
Yo seré el alimento de mi hijo
Con mi corazón de latidos y leche
Y lameré sus heridas como una perra
Para que no desaparezca con la esponja
De piedad evanescente.
No quiero criar a un condenado,
Quiero darle la paz que por ahí se escapa,
Porque llegan los perseguidores y las parcas.
Mis ingles están ensangrentadas
Y mi corazón agitado.
¿Por qué traen un estribo los asesinos?
Me ataron las muñecas y me montaron en él.
Las Parcas cortaron todas las cuerdas de mi arpa
E hicieron cruces de alquitrán por las paredes.
A mí me obligaron a beber vinagre de una vejiga
Y empezaron a apretar mi vientre entre carcajadas.
La sangre corría como una cascada entre mis piernas
Y pronto comencé a gritar expulsando restos humanos.
Eran niños informes sin vida
Que las Parcas iban metiendo en una bolsa de plástico
Mezclada con restos de pescado.
Apretaron, apretaron, apretaron hasta casi matarme
Y luego comenzaron a comer lo que yo había parido.

Lo que no saben es que mi hijo está vivo
Dormido, a salvo, bajo una piedra.




EL LUGAR QUE YO HABITO

Donde la nieve llega hasta la rodilla
Y los cuervos vuelan bajo
Habitan los perseguidos,
Las víctimas de los depredadores de sueños.
En los bajos fondos
La princesa de dientes podridos
Se ofrece por veinte euros
Al rey de las agujas con goma en el brazo.
Aunque la luz es mortecina
Dos ánimas llevan quinqués
Para que nadie caiga en las aguas fatales.
Hay ríos estancados
Donde yacen bellas Ofelias varadas.
Aquí está la fuente de piedra donde mana
El agua venenosa de los pensamientos negros.
A veces, me paseo entre los árboles,
Que sangran y gritan si alguien muere,
Y me encuentro a los locos y a los desesperados.
La nieve se tiñe de rojo,
Si alguien ha bebido de la fuente
Pero la muerte es aquí mejor
Que cualquier sueño narcótico,
Por eso, todos bajan a olvidar
Bebiendo o jugando a la ruleta rusa.
No hay caminos ni destino alguno
En los bajos fondos.
Sólo es un gran espacio de la memoria
Que todos quieren olvidar y no pueden,
Aquí cada uno se pelea con su fantasma
O se mata con él.

Hoy la nieve está roja y he oído gritar tu nombre.




PEREZA EN LOS LABIOS

Hoy me he levantado
Con pereza en los labios.
Me han acribillado la frente
Con no sé qué balas extrañas
Que han traído a mi memoria
La infancia mutilada de las palizas
Y las piernas meadas.
Por eso, tengo pereza en los labios.
Porque el recuerdo mata
Cuando la boca sabe a sangre
Y a niña abandonada.
La pereza es la negación
Del no-ser.
Y cuando se instala en los labios
Es vieja censura que hay que liberar.
A los cinco años me perdí en una estación y
La muerte me cogió de la mano
Me subió al tren con destino al infierno y
Allí comprendí las miserias sádicas del alma
Y la maldad de los hombres,
Por eso temía más a la vida que a la muerte.
El infierno es una habitación vacía
Donde nacen flores marchitas en las paredes
Y el alma es un tambor en constante redoble.
Cuando salí del infierno comprendí
La verdad más terrible:
A una niña de cinco años que
Había visto ya al Diablo más que a Dios.



CON EL VIENTRE ABIERTO

Me quitaron la ropa y me dejaron desnuda.
Tiñeron mi piel con sangre y barro
Y me colgaron del árbol más alto.
En mis pies colocaron brasas ardientes
Y empecé a arder como la cera fría.
Vi a mis hermanos sedientos gritar
en una tierra inhóspita,
mientras mi madre cosía lágrimas
de mortajas negras.
Cuánto más atroces eran mis visiones,
Más me atacaban los cuervos
de la ciudad asesina.
Los niños vomitaban sus infancias
Y se volvían ancianos,
Las madres se quedaban con los pechos secos
Como estériles macetas que nunca riega nadie.
La noche era un estupor de llantos y explosiones,
De reptiles que se metían en las cunas
y mamaban la leche de los pequeños
ante la mirada horrorizada de las parturientas
atadas con colas de serpiente.
Bajé del árbol y pisé las brasas,
Mujer de cera ardiente.
Fui hasta el abismo donde se rompen los hombres
Y vi a mi madre,
Con el vientre abierto
Devorada por las ratas.



EL ÚTERO INVISIBLE

Nadie sabe que yo he construido
un útero invisible
que me resguarda de las alimañas.
Con las lágrimas que derramó mi madre
Al ver a su hija en un charco de sangre
Fui creando con cada gota
El lugar primero de mi existencia.

Dentro,
Respiro dulcemente
Y siento la caricia de la criatura
Que no ha dado su primer llanto al mundo.
Pero el vaho de mi aliento
Crea un espejo hecho de azulejos rotos
Y me invita a mirar a la ventana manchada de sangre.
Veo mi muerte,
Con su paso largo y melancólico,
Apoyar su mano fría contra el cristal.
Es temprano- me dice.
Es tarde ya-le respondo.
Y quedan las huellas de sus dedos
Como calco de mis manos sudorosas.

La muerte llegará como un consuelo a destiempo,
Cuando las palomas vuelen fuera de habitaciones de alquitrán,
Cuando el martirio tenga evocaciones místicas,
Cuando se borre la sangre de las paredes y puertas
Y los niños no jueguen a la pelota con su cabeza.

Desde aquí escucho a las madres despojadas
de sus hijos aullar como lobas y
el rasgar de sus ropas
para crucificar los pechos que ya no darán más leche.

Besan las manitas de sus descabezados.
Ellos juegan tranquilamente con el alma dormida,
Mientras sus cabezas ruedan y
son aplastadas por los caballos y los coches.
Ellos entran en mi útero estéril
Y me secan las lágrimas
con caricias débiles.
Mi útero es un refugio para mi cuerpo
No hay volcán capaz de destruirlo.

Sólo las voces de los descabezados
Hacen que tiemblen los azulejos de llanto.


DESPERTAR CON LOS CUERVOS

Me despertaron los graznidos de los cuervos
Y ya no pude volver a dormir
Sobre la tierra mojada.
Un corazón de lombrices yacía a mi lado,
Mientras el mío,
Bola de cristal incandescente,
Me recordaba la sed de todas las bocas
Que besé alguna vez
Antes de que el cielo se volviera negro.
Sentí un latido bajo la espalda y lloré.
Como lloran los niños.
Con lágrimas y ojos de enferma flagelada.
Cuando un llanto es castigo o condena
Deja el cuerpo desatar sus desvaríos.
Lloré. Lloré. Simplemente.
Con lágrimas en los ojos
Escarbé en la tierra y me alimenté
Del barro mojado;
Entre insectos y lombrices
Encontré el cadáver de mi madre
comido por los gusanos.
La llamé madre y recogí su cuerpo,
Me senté en su regazo
e hice abalorios de sangre y llanto
¿Quién te ha hecho esto madre?
Le pregunté por el dolor inútil de la tierra baja,
Por los golpes de las bayonetas en mi espalda,
Por los disparos contra las sábanas manchadas.
La abracé y abrí su útero para dormirme dentro,
Pero los graznidos de los cuervos seguían.



MAPA CON ANTIGUAS HERIDAS

Me he asomado a la ventana
Y ya no puedo ver el rostro de mi madre llorando,
Sólo un campo de hormigón
Donde se dibujan los cortes de mis venas estriadas.
Es un mapa con antiguas heridas
Que el tiempo ha ido perfilando
Con su lengua de acero
Y que en mis muñecas brota
Como estigmas fatales.
Llegará la hora en que mi sangre
Borre para siempre el anuncio de hormigón,
El mapa que es señuelo de una muerte segura.
Recorreré con el dedo la era de cemento,
Preguntando por mi padre y por mi madre
Y pondré babosas sobre mi tumba.
Con la mano diestra y sincera,
Abriré mis venas al sol de los ciegos,
Mientras mi cuerpo descanse sobre la acera desnuda,
Pero mi última palabra será mi condena,
Por escupir un adiós a un Dios
que nunca estuvo a la altura de las circunstancias.
Dios de los beatos y meapilas,
Yo te desprecio.



NOSTALGIA DEL ACERO (Follas Novas, 2006)

EL ASESINATO

Yo aprendí a hablar con una piedra en la boca,
cuando el mundo era un eterno desfile por brazos desconocidos
y las almas se deshacían dentro de puños violentos.
Me acostumbré al silencio y a la hipnosis de los relojes.
A la caricia del verdugo antes de dormir.

Del hacha comprendí
que las heridas más dolorosas no se abren en la carne.
Y aunque mi grito se fue haciendo anónimo,
cuanto más crecía,
más eran las manos que cercaban mi cuello.

Comencé a caminar de noche,
convencida de que la sombra era un escondite para ciegos.
Di mis primeros pasos a oscuras
y mis primeras palabras fueron para el reflejo de una ventana.
Pero un día me escapé y corrí hacia el sol.

Dicen que hay niños que traen un pan debajo del brazo.

A mi me robaron el pan:
yen su lugar
puse un cuchillo.




CANCIÓN DE CUNA PARA DOS NIÑAS

Hay dolores que se inician
en el dibujo de un cuento de hadas
y terminan en unas medias negras
con un par de agujeros.
Soy aquella que ni es niña
ni quiere ser mujer,
porque demando a dentelladas del pasado
lo que por derecho el tiempo me debe.
¿Dónde está el precio de las niñeces arrebatadas?
¿Dónde está la corona de flores donde respira hoy la de espinas?

Hay momentos en los que imagino
que duermo entre mis propios brazos
y mi boca busca la cara de la niña
que sostengo.
Le canto al oído dulcemente
y siento su respiración caliente contra mi cara.
Las dos nos acunamos.
Pero se rompe mi sueño,
cuando descubro una muñeca rota en el suelo.



MAÑANA ES UN DÍA MENOS

Aunque no te lo diga,
Sabes que hay noches que vuelvo a casa
Oliendo a alcohol.
No me quieres dar un beso,
Porque llevo puesto
El perfume de los fracasados
Y eso te recuerda
Que conmigo,
También perdiste.

De qué sirve que te busque la cara,
Si no me vas a hacer ninguna pregunta
Antes de dormir.
Mañana ya no será otro día,
Sino uno menos
En esta convivencia absurda
De una familia que apenas se conoce.

¿Sirve de algo decirte que bebo sola,
que tu hija pequeña es una borracha?
No, no cierres los ojos
Ni muevas la cabeza.
Nada de eso es verdad,
Tranquilo.
Pero qué pasaría si mañana
Apareciese en un soportal de María Pita
Sin un zapato y con el rímel corrido.

Nada.
Para entonces,
me habré asegurado
De que los dos
estemos muertos.




“POEMAS PARA LEER EN LA CAMA”

RECIÉN LEVANTADA

Aún no ha amanecido en mi mente.
Huelo a cama deshecha y a café.
Pero pienso en ti y, de pronto, amanezco
Con una bata fina que transparenta mis pezones.

El primer sorbo de café sabe a beso.
A ese beso pequeño que me das en la frente por las mañanas,
Mientras cuelas tus manos en el escote de mi bata,
Acariciando dulcemente mis senos.

Entonces, dejo caer la bata y desayunamos
Labio, nalga, torso, pierna, mejilla y espalda.
Nunca es demasiado temprano para hacer el amor;
Al contrario, mis sentidos se despiertan de excitación.

Caemos rendidos en la cama, aún cuando
Tienes ganas de saborear mis pechos
Y acariciar con saliva mis muslos y
Vuelves a ponerte sobre mí, amazona castigada.



MEDIO DESNUDA

Ando medio desnuda, arrastrando la sábana
Que la noche de ayer fue túnica sagrada y
Paseo por las estancias vacías que dejó tu cuerpo en mí,
Fruto de la mañana traidora.

Ando medio desnuda y siento el rumor de mis pechos
contra el roce de la seda que cubre mis ansias vespertinas.
Ganas de boca y manos que se ajusten a mis senos
En delicioso maridaje de piel clara y morena.

Mis pechos aún calientes,
Que en compás de tu espera se mueven,
Mientras juego entre las flores de mi vientre
Agitando mi cintura, buscando la más bella.

Ando medio desnuda, con sabor a cama deshecha.
Mis pezones se enfrían como el hielo y toda mi carne
Palpitante de deseo, tiembla si tú no estás
Y te pienso y te siento, esclava de tus caderas.

Mis pezones se posan sobre mis manos, pedazos de duro cristal,
Que acaricio con ternura, como madre primeriza
Para que el que es mi niño hombre abra bien los labios
Y los desflore con su boca ensalivada.

Ando medio desnuda, muerta frío y sed.
Pero no quiero vestirme, para que me encuentres
Tapada enteramente desnuda
Sobre la cama deshecha de amor.




ME QUEDÉ DORMIDA

Me quedé dormida entre la hojarasca.
Tú viniste a acunar tu cabeza en mi corazón escondido
Y, poco a poco, colocaste tu mano traidora en mi seno virginal.
Lentamente, sentí pajarillos deslizarse bajo la pechera de mi vestido.

Me quedé dormida entre la hojarasca.
No viniste a despertarme, porque te daba frío.
Querías verme dormir, con mi pecho en tu mano.
Desabrochaste sin permiso la blusa de luz cegadora.

Y te emborrachó mi rosa de mañana
entre tanta piel blanca.
Acercaste tu boca para besar mi pezón rosado,
Creada de un material robado a los mismísimos dioses.

Me quedé dormida entre la hojarasca
Y te encontré como un niño llorando sobre mi vestido.
Un pecho al descubierto, en el otro, tu cabeza.
Llorabas al ver la hermosura de tu niña medio desnuda
Y el pecado de hacerme, sin querer, despertar a la Vida.



TU FORMA DE MIRARME

Tus ojos, cuando me acuesto a tu lado
Son un dulce cubrirse de las arenas calientes
De ésta, tu playa desnuda, que esconde sus misterios
Para que no me dejes de observar como un cazador a su presa.

Ésa es tu forma de mirarme.

Tus ojos, cuando me desvisto
Llenan de abundancia mis pechos latientes
Que se empeñan en ser acariciados
En una cita a la que los dos siempre llegamos ya tarde.

Ésa es tu forma de mirarme.

Mi espalda en arco; tus piernas, un ancla varada.
Y aún miras más de reojo mi cuerpo en un alambre de niebla.
Mis pechos dormidos, se escabullen entre tus manos
De niño pequeño que no quiere dejar de jugar.

Y todavía me sigues con tus ojos,
y tu forma de mirarme.

Tu lengua se desliza muy suavemente entre mis ingles,
Que sudan jugo de hembra salvaje que desea
Besos húmedos en la boca y caricias prohibitivas,
Para que una lluvia de saliva caiga a raudales
Sobre dos cuerpos que están a las puertas de la muerte.

Y tu mirada sigue aún ahí.

Tu mirada y tus ojos benditos, lascivos, dulces, salvajes, tiernos,
Bárbaros, mágicos, dolientes, excitados, tristes...
Hechos para ver piel,
llenan de una luz menuda y divina los huecos de nuestros pechos,
donde se acurrucan unos templados corazones que tiritan.

Me pones en pie,
Me miras frente a frente, (sé que me examinas).
Me besas los labios con pureza infantil
Y en un jadeo
Se te escapa
un inconsciente “Te quiero”.



ME HACES ESTREMECER

Cuando las olas de mi espalda sueñan con mares furtivos
Y tú recorres con tu lengua mi columna hecha de carne, hueso y sal,
Un palpitar en mi vientre me invita a olvidarme de mí
Para sentirme enteramente tuya envuelta en un viento brutal que arrastra mi pelo.

Entonces, me haces estremecer.

Con una caricia que es aleteo de tu alma voladora
Rompes mis presillas mentales hechas de cristal de moralina.
Y me tocas, con mano diestra y sabia, el hueco más profundo de mi yo más desnudo,
Que atraviesa mi falda, dulces besos de enaguas, encima de la máquina de coser.

Entonces, me haces temblar.

Cuando acaricias mi pecho, amante amantísimo, por encima de mi ropa
Y, poco a poco, vas despertando mis pezones ansiosos de su sueño.
Me besas en los labios salados de mar, mientras vas descubriendo mis senos florecientes
Y siento la saliva de manantial de tu boca que no los deja de saborear.

Entonces, me haces estremecer.

Cuando mi cabello se vuelve salvaje entre tus dedos;
Cuando mis uñas arañan con placer sostenido tu espalada;
Cuando mis manos buscan tus formas familiares;
Cuando tu lengua se postra en espiral en lo bajo de mi pubis,

Entonces, me haces enloquecer.




STREEP-TEASE

Me voy a desnudar para ti
Como si fuera un rito ancestral y mítico,
Lenta,
Suavemente.
Dejando que se despiertan mis sentidos
Y que mi cuerpo hable y mi boca calle.

Acaricio mi cuerpo por encima del vestido,
Mientras mi piel ya se encarga de erizarse.
Paso las manos de los pechos a las caderas
Y siento un temblor dentro de mí que quiere continuar.

Me suelto el pelo que llevaba atado en una coleta
Y me agito para que mi melena caiga sobre mis hombros.
Sigo tocándome a través de la ropa
Y tú hipnotizado, me ayudas con la cremallera.

Ya está en el suelo el velo encantado
Que cubría mi carne de tu mirada lasciva,
Pero ahora, aún queda lo más delicado
Y tú ya clavado en la silla ardiendo en deseo.

Mi sujetador de tul negro te niega parte de mis pezones,
Tapados por medio raso negro envidioso y egoísta
Que se lo quieres comer a fuerza de tela y encaje.
Los corchetes ya están sueltos...pero mis pechos siguen cubiertos.

El escaso vello de mi pubis parece una pradera
A la que un cielo primaveral se ha vuelto negro.
Negro tul que todo lo oscureces y hasta los muslos enlutas.
He dejado sólo una lámpara en el suelo.

Cierro los ojos y me aprieto los pechos
Rezando una letanía de lenguaje corporal,
Repitiendo entre dientes “eres mío, no soy tuya”
Mientras me bajo las tiras del sujetador.

Las pongo bajo las axilas frescas y sensuales
Y,
Poco
A
Poco,
Me siento entre tus piernas prestas a saltar.

Me vas quitando la braga al besar mi espalda inmaculada.
Al suelo la tiraste.
Un triste pedazo de tul ensalivado.
Y agarras mis nalgas como dos esferas celestiales.

Me giras y hundes en mi escote tu cara de sátiro;
Con los dientes vas quitando aquello que yo dejé.
Y mis pechos al aire te enloquecen,
Con su llana redondez y esa flor en el centro que es de rosa y jazmín.

Mis rosados pezones brillan con tu saliva
Y yo siento la rapidez de tu lengua sobre mis rosas claras.
Soy de mármol en un cuarto oscuro y tus manos morenas
Que no se cansan de acariciar mis pechos hasta hacerte llorar.

Bautizas con tus lágrimas mis senos,
Das sentido a la ceremonia ritual.
Me coges en brazos como si fuera una niña
Y me empiezas a lavar el maquillaje.

Despiertos mis sentidos,
Desnuda sacerdotisa soy.
Yo, dura como la roca
Y tú, un sacrificio al dios del Metal.
Muere, con mi afilado cuchillo
Oculto entre mi piernas.



SOÑABAS

“Yo te apretaba y lloraba en tu hombro”-soñabas.
Tú que dices que no lloras,
Ahora lloras hasta en sueños.

Abrazabas mi cuerpo como un niño,
Mientras te apretabas contra mí y llorabas a gritos.
Pusiste tu cabeza entre mis pechos
Y tus lágrimas los fueron desnudando.

Mi piel calmó tu llanto,
Como un bálsamo divino
Y te emborrachaste de mis senos
Hasta caer rendido entre mis piernas.

¿Qué aterraba, entonces, tu cabeza?
Los niños muertos tienen el corazón pequeño.

En un puño caben todas las miserias,
Hasta las de un viejo loco que se fugó a mi cuerpo.
Los niños muertos duermen en cajitas blancas.
Y mis pechos dan alimento a los hambrientos.

¿Qué aterraba, entonces, tu cabeza?
“Yo te apretaba y lloraba en tu hombro”-soñabas

Los gritos vinieron de fuera
Con las palomas crucificadas en las ventanas.
Y la sangre manó de mi vientre
Mojándote la cara y las manos, víctimas de la tragedia.

¿Qué aterraba, entonces, tu cabeza?
Las madres con sus hijos muertos aullaban al cielo.

Había empezado la GUERRA.




TU TRISTEZA

(A Ricardo Bórnez)

“Es una pena que alguien de mi edad
aún tenga que llorar”-dijiste.

“Llorar es natural”-tan simple, tan sencillo.

Se llora al nacer,
Y te lloran
Cuando te mueres.

Sentí esa pena tuya metida en mi pecho,
Como si una piedra me atragantara la garganta
Como si tu tristeza tuviese forma humana
Y yo estuviese unida con un yugo
A su cuerpo dulce y doliente.

Tu tristeza tiene ojos de mujer agotada
Por los viejos tic-tacs de los relojes
de agujas vengadoras.
Mujer deshecha, hecha alma,
Mujer sin carne, cubierta de bruma.

Tu tristeza tiene ojos de mujer muerta,
Atropellada por los viejos automóviles
de luces amarillas.
Ciega por la distancia acongojante
De una fecha a la que le pusieron un DEP.

Tu tristeza tiene cuerpo de mujer fuera de sí misma,
Alcanzando cristales sangrientos de los cerezos.
De la nieve, el beso sin sed de un amante sin brazos
Que acariña sus piernas de hembra desnuda y salvaje.

Tu tristeza son los deliciosos pechos de una mujer joven,
Pechos que se abren temprano para ti como una rosa de mañana.
Perfectas olas en las que sumergirse en un mar de saliva.
Recuerdos que hacen temblar el cuerpo de deseo.

Tu tristeza es una locura.
Loco, loco.
Loco por la delicada belleza destrozada.




ALCOHOL Y BABAS

Tengo que decirte,
Aunque sé que ya nunca me escuchas,
Que, a veces, mezclo pastillas con alcohol.

Es la única manera de sobreponerme
A verte calcetar con los dedos
Y llamarme “mamá”, cuando te doy de comer.

Cuando bebo, te recuerdo, madre,
Cómo me reñías por desaliñada
Y ahora eres tú, la que casi anda desnuda.

Voy detrás de ti, con la ropa, tu bata.
Y me preguntas: “Mamá, ¿cuándo llegamos a casa?”.
Me desmorono y me meto un viaje de Rexer Flash con ginebra.

“Ya hemos llegado, mi vida”.
Lástima que no te ponga de mala hostia
Mi olor a lágrimas y alcohol.

Ahora tengo una hija mayor que yo.
Y eso que pedía a Dios
Ser madre para que tú lo vieras.

Pero tú ya sólo ves
Imágenes de plata oxidada y algodón.
Mis niños serían destrozos de tu cerebro malherido
Con quien seguir calcetando chaquetitas
Con los dedos.



POEMAS DE DESAMOR

CEREALES EN LA NEVERA

Esta mañana he metido los cereales en la nevera.
Nuestra pasión se diluía en el tazón de leche,
Mientras yo me empeñaba en revolver con la cuchara
Las mentiras que me trataba de contar.

Esta mañana echaría las bragas a la basura en vez de a lavar.
He encontrado una rata mordisqueando tu corazón,
Cuando recogía las sábanas de anoche.
Esa rata de apatía, hace meses, se ha instalado en tu cabeza

Esta mañana he metido los cereales en la nevera
Y, sin darme apenas cuenta, lloraba como una chiquilla,
Porque tú ya no estabas a mi lado; tenías que trabajar.
Pero ahora todo se me antoja un sabotaje de la realidad.

Esta mañana echaría las bragas a la basura en vez de a lavar.
Tengo el presentimiento de un mañana ceniciento y, la verdad,
No quisiera despertar, con lo que sé, sola en ese amanecer.
Sin embargo, algo me dice que te voy a perder como mi rey en este tablero de ajedrez.

Esta mañana he metido mi corazón en el congelador.
¿Para qué sufrir? Si sé que juego con pérdida segura.
Volverás a la madriguera de la que saliste un día
Y yo me quedaré con la tristeza y tus discos de Miles.



MÁS ALLÁ DEL DESEO

Aunque me ames más allá del deseo,
Yo no puedo quererte.
Tuvimos nuestro momento
Y ahí quedó todo.

Ya no me estremece tu forma de mirarme,
Ni tus besos me saben más que a babas.
Una caricia tuya es tan estéril en mi piel
Como la tierra quemada por el granizo.

En cambio con él,
Mi cuerpo es la era por el sol abierta.
Contigo,
Una pusilánime forma femenina.

Aunque me ames más allá del deseo
Y me compongas los más bellos versos de amor,
Yo ya no puedo quererte
Y tu estrofa se torna ornamento para el oído.

Porque se ha perdido la magia,
Yo he perdido amor y deseo por ti,
Porque ahora hay otros brazos
Que son pura poesía para mí
Y yo ya no puedo quererte así.



ENTRE TU MIRADA Y MI MIRADA

Entre tu mirada y mi mirada, hay un vacío abisal.
Donde antes hubo ojos repletos de flores y frutos,
Hoy tan sólo quedan las cuencas vacías
De un cráneo desdentado.

Estamos tan lejos, que ni el puente más pequeño
Nos puede acercar.
La distancia se ha instalado entre dos cuerpos
Que ya no saben conjugar el verbo “amar”.

Entre tu mirada y mi mirada, hay una ausencia total.
Nuestros ojos se han vuelto ciegos y ya, apenas,
Nos vemos las caras que se han vuelto extrañas
En este proceso de dejadez brutal.

Mis ganas por el suelo, tu mente “sabe Dios”;
Somos dos desconocidos que sólo comparten el mismo pan.
Ya no tengo ganas de escuchar las palabras gastadas
Que intentan retenerme un poco más.

Solamente te digo que
Entre tu mirada y mi mirada,
Ya nada queda,
Aunque te empeñes en atarme con tus pupilas,
esas malas dueñas.




AMOR DESTRAGADO

Te has ido, dando un portazo.
Ya puede la muerte llevarme.

¿Qué puedo hacer con tanto amor destragado?

Ya no me quedan lágrimas, ni ganas de llorar,
Tan sólo un hueco en el pecho como si un pájaro
me hubiera devorado el corazón a picotazos
y ni de mi alma ni de ese hueco deja de manar sangre.

Ya puede la muerte llevarme.

Apenas queda ya nada de mí.
Todo te lo llevaste en tu maleta:
Cuerpo, alma, sentimientos y sentidos,
Excepto, este dolor agudo como una navaja afilada.

Ya puede la muerte llevarme.

¿Qué puedo hacer con tanto amor destragado?

Abriré con esa navaja mis venas al sol
Y escribiré tu nombre con sangre por las paredes,
Haré cruces de amor para invocarte,
Antes de que el sueño eterno me borre para siempre.

Ahora sí.
Ahora sí, ya puede la muerte llevarme.




LA PUTA Y EL ACORDEONISTA

Toca el acordeonista una tonada melancólica,
Mientras yo aquí, sola, espero a nadie,
Bebiendo demasiado, vestida como una cualquiera.
Ya no volverás.
Lo sé.

El arcodeón se desgarra como la voz de la Piaf
Y mi corazón se estremece al sentir el frío
De las cristaleras donde escribo tu nombre sobre mi aliento.
Este frío sabe a despertar de madrugada solitaria y a botella.

Sé que ya no he de pensar en ti:¿Te has ido o te vas?
Sólo hay que beber ginebra y reirse de la propia desgracia,
Mientras veo de reojo como un ejecutivo me desnuda con la mirada.
Ven y seremos felices mientras dure la champaña.

El viejo acordeonista retoma, salvador, la tonada
Y ya no quiero Moët & Chandon ni engominada cabeza de lobo estepario.
Aunque me tire del brazo y me llame “¡Puta!”
–“¿Tú sabes lo que me ha costado?”.

No me importa el precio del champagne,
Sino que esta noche no vas a venir, ya no volverás
Y hundo la cara entre ambas manos
Y el rimel se mezcla con las lágrimas en un pañuelo de caballero.

Toca el acordeonista una canción de mi tierra.
Y vuelvo allí donde nací y crecí,
Entre mar, lluvia y piedra.
Ya no has de volver,
Pero todavía me queda mi casa, mi hogar.

Un lugar a donde volver...




ANIVERSARIO EN DACHAU

Dijimos “sin preguntas”,
aunque ahora hasta daría un euro-dólar
por tus pensamientos en negro.

Tal vez, te tenga que sacar
la moneda de debajo de la boca
para saber qué piensa un muerto
y, así, dejarte en esta orilla,
condenándote conmigo
sin blanca para pagarle al barquero.

Aquel día los alemanes iban de gris,
y tú llevabas esta misma gabardina
con la que limpio las gotas de whisky
en la misma mesa
donde nos dijimos “bis morgen, Liebe”.

Víctor e Ilsa pasaron a la Historia.
A la Historia de los libros, los diarios,
los homenajes y los sellos.
Tú y yo quedamos sellados,
como cada uno de los latigazos
que dejó la garra de Dachau
en mi espalda.

“Yo corría sobre el camino del campo,
hecho con las lápidas de los Horowitz.
como por el teclado de un viejo pianista,
de octava en octava mal percutida.

El ángel de la muerte me había desnudado.
Marcó con una estilográfica Sheaffer Wasp
los puntos de intervención:
La falsa judía era demasiado resistente,
demasiado lívida y demasiado rubia:

Había que inocularle la semilla de un ario

La misa del Gallo. Mi infancia en Leibnizstrasse.
La espalda en arco. Los ojos hacia el filamento de una bombilla.
El gramófono de la casa de mis padres: Preludio a la siesta de un Fauno.
Uno. Cuchillada abdominal de carne humana.
Primeros pasos de la mano de mi hermano en Schloss Sanssouci bei Potsdam.
Dos. Giro la cabeza: lleva una pistola.
El desván de la casa de mi abuela y mi amiga Hildegard.
Tres: Muere.
Me saco al SS de encima.
Cojo una gabardina y una boina. Paso el control. Disparan. Tú gritas: “LASSEN SIE”.



BODAS DE ORO EN RICK’S

Y ahora me encuentro aquí,
con los restos de sangre en las piernas
con la jodida noticia de que has vuelto.

¿Qué te trae de muerto
lo que no te trajo de vivo?
Yo sigo aquí,
con la misma gabardina.
Soy la chica de “El loro Azul”,
pero no me preguntes por nadie, ¿vale, muchacho?
Dijimos sin preguntas,
como le habrías dicho
a tantas “nenas impresionables”
necesitadas de un héroe.
A las que seducías con tu cara larga
y tu aspecto de tipo misterioso.

Yo he sobrevivido sin tí,
sin un visado para Lisboa,
sin viajar al país de Los Inoportunos.

Borracha, jugadora, contrabandista...
Nada que no hicieras tú en tu café americain
Te vendiste al paseo de las estrellas
y preferiste una vida “tranquila”,
con una chica mona
que no les escupía a los tahúres. (Una Guerra hace daño, mein lieber)
Claudicaste, perdedor.

Renau murió en extrañas condiciones...
¿Extrañas? ¡Ja! Un marido cabreado.
Tú hubieras muerto también
de manera extraña,
pero sin ese romanticismo,
que te atribuía el capitán.

Ya sabíamos todos que Sam
no sabía tocar al piano
más que aquella maldita canción.
Por eso se desacompasaba
de la orquesta y la moviola;

Como tú,
que dejaste dos vidas
y una viuda no reconocida
en
compás
de espera.

2 comentarios:

Roberto Amohr dijo...

Excelente era justo lo que estaba buscando. Buena poesía contemporánea.

Ricardo Bórnez dijo...

Hablar de Lucia Fraga es hablar de un mundo fuera del mundo, es hablas de uno de los pilares más sólidos de la actual poesía joven española, y me ateveria a decir hispanohablante, y por mor de la poesía femenina. Lucia Fraga es hierro que habita más allá de modas, es ella por encima de todo, y es – fuera de los cliches que últimamente parecen adoptar alguno poetas intentando resucitar esa etiqueta de “malditos” asimilada por la burguesía desde hace bastante tiempo, quizá para buscar la pena, quizá porque se les ha pasado el arroz o porque quieren mantenerse como divos de lo que ya no son, y que quizá ficticiamente fueron en un momento sin referentes – una autentica poeta maldita, porque de forma consciente o inconciente, por sus versos transmitan vientos de Kerouk , de Joyce Johson o de Morrison, esos aires de desesperación, de rabia y de amor desesperadamente necesarios para respirar una vida negada, una desesperación amante por la búsqueda. Y en eso radica la bella dureza, incluso en sus poemas más amantes, más apasionados, más eróticamente descarnados o no, la belleza, la dulzura y la rabia de quién tiene una vida interna totalmente desmarcada de los ritmos de esta sociedad falsaria que nos habita; y tiene el valor de decirlo, a veces bruscamente para que nos choquen las neuronas, otrora de una forma que trasgrede los cánones sociales, sin dejar, nunca, nunca, la bruma gallega que la habita. Es, al fin, una poeta de alma, por mucho que transite sus conocimientos de filología, porque se revela contra ellos sin saberlo aunque crea que lo sabe, porque su alma va más allá que sus conocimientos, y es por eso, porque a pesar de su calculada poesía, se le va la pluma en el alma, por lo que Lucia Fraga, poeta gallega, poeta de bruma y bosques, es a dia de hoy una de las mejores poetas gallegas, españolas y posiblemente, hispanohablantes