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sábado, 26 de junio de 2010
540.- RAÚL ZURITA
Nació en Santiago de Chile, en 1951. Es uno de los poetas apreciados en América Latina, por su percepción miticopoética y por su proyecto de reconstruir la voz tribal desde el salmo, la elegía, el versículo. Inscribe en su lenguaje un desgarrado grito interior, oscilando entre el credo y lo profano. Palabra cósmicamente situada; poesía que da cuenta del malestar del sujeto y su desajuste con la historia.
Estudió Ingeniería Civil en Valparaíso. En el puerto desarrolla, junto a Juan Luis Martínez y otros destacados escritores, una dinámica actividad poética a comienzos de los 70’. Hacia el final de la década sus acciones en protesta del orden imperante provocaron gran polémica: quemarse el rostro con ácido, masturbación en público e intentar cegarse. En 1982 escribió sobre el cielo de Nueva York el poema La vida nueva. Actos que intentan transgredir el signo lingüístico y expresar más allá de sus limitaciones.
La trilogía integrada por Purgatorio, Anteparaíso y La Vida Nueva, recorre los desiertos, playas, cordilleras, pastizales y ríos, en un tránsito por lo precario y lo doloroso que busca la redención.
Libros publicados
Purgatorio, 1979
Anteparaíso, 1982
Canto a su amor desaparecido, 1986
El amor de Chile, 1987
Selección de poemas, 1990
La vida nueva, 1994
Poemas militantes, 2000
Sobre el amor y el sufrimiento, 2000
Premios y distinciones
Beca Guggenheim
Premio Nacional de Literatura.
LAS PLAYAS DE CHILE
Chile no encontró un solo justo en
sus playas apedreados nadie pudo
lavarse las manos de estas heridas
porque apedreados nadie encontró un solo justo en esas
playas sino las heridas de la patria abiertas llagadas
como si ellas mismas le cerraran con sus sombras los
ojos
I. Aferrado a las cuadernas se vio besándose a sí
II. Nunca nadie escuchó ruego más ardiente que el
de sus labios estrujándose contra sus brazos
III. Nunca alguien vio abismos más profundos que las
marcas de sus propios dientes en los brazos
convulso como si quisiera devorarse a sí mismo
en esa desesperada
Porque apedreado Chile no encontró un solo justo en
sus playas sino las sombras de ellos mismos flotando
sobre el aire de muerte como si en este mundo no
hubiera nadie que los pudiera revivir ante sus ojos
IV. Pero sus heridas podrían ser el justo de las playas
de Chile
V. Nosotros seríamos entonces la playa que les alzó
un justo desde sus heridas
VI. Sólo allí todos los habitantes de Chile se habrían
hecho uno hasta ser ellos el justo que golpearon
tumefactos esperándose en la playa
Donde apedreado Chile se vio a sí mismo recibirse como
un justo en sus playas para que nosotros fuésemos allí las
piedras que al aire lanzamos enfermos yacentes
limpiándonos las manos de las heridas abiertas de mi
patria
LAS CORDILLERAS DEL DUCE
Frente a la cordillera de los Andes
desde el oeste como la noche
Las cordilleras del Duce avanzando
I. No son blancas las cordilleras del Duce
II. La nieve no alcanza a cubrir esas montañas del
oeste
Detenidas frente a la cordillera de los Andes
aguardando como cordón negro que esperara la
subida final de todas ellas allá en el oeste solas
agrupándose tras la noche
III. Porque frente a los Andes se iban agrupando
como la noche del oeste
IV. Por eso la nieve no cubre las cordilleras del Duce
Sus cumbres son la noche de las montañas
Ciñéndose de negro frente a las nieves de Chile como si
los nevados no fueran otra cosa que espinas hiriendo la
noche y ellas pusieran entonces la corona sangrante de
los Andes
V. Por eso de sangre fue la nieve que coronó las
cumbres andinas
VI. Porque sólo la muerte fue la corona que ciñó de
sangre el horizonte
VII. Y entonces ya coronados todos vieron las
cordilleras del Duce ceñirse sobre Chile
sangrantes despejadas como una bandera negra
envolviéndonos desde el poniente
PASTORAL DE CHILE
II
Los pastos crecían cuando te encontré acurrucada
tiritando de frío entre los muros
Entonces te tomé
con mis manos lavé tu cara
y ambos temblamos de alegría cuando te pedí
que te vinieses conmigo
Porque ya la soledad no era
yo te vi llorar alzando hasta mí tus párpados quemados
Así vimos florecer el desierto
así escuchamos los pájaros de nuevo cantar
sobre las rocas de los páramos que quisimos
Así estuvimos entre los pastos crecidos
y nos hicimos y nos prometimos para siempre
Pero tú no cumpliste, tú te olvidaste
de cuando te encontré y no eras más que una esquirla
en el camino. Te olvidaste
y tus párpados y tus piernas se abrieron para otros
Por otros quemaste tus ojos
Se secaron los pastos y el desierto me fue al alma
como un hierro al rojo sentí las pupilas
al mirarte manoseada por tus nuevos amigos
nada más que para enfurecerme
Pero yo te seguí queriendo
no me olvidé de ti y por todas partes pregunté
si te habían visto y te encontré de nuevo
para que de nuevo me dejaras
Todo Chile se volvió sangre al ver tus fornicaciones
Pero yo te seguí queriendo y volveré a buscarte
y nuevamente te abrazaré sobre la tierra reseca
para pedirte otra vez que seas mi mujer
Los pastos de Chile volverán a revivir
El desierto de Atacama florecerá de alegría
las playas cantarán y bailarán para cuando avergonzada
vuelvas conmigo para siempre
y yo te haya perdonado todo lo que me has hecho
¡hija de mi patria!
(De Anteparaíso)
ZURITA
Como en un sueño, cuando todo estaba perdido
Zurita me dijo que iba a amainar
porque en lo más profundo de la noche
había visto una estrella. Entonces
acurrucado contra el fondo de tablas del bote
me pareció que la luz nuevamente
iluminaba mis apagados ojos.
Eso bastó. Sentí que el sopor me invadía:
EL DESIERTO DE ATACAMA
I. Los desiertos de atacama son azules
II. Los desiertos de atacama no son azules ya ya dime
lo que quieras
III. Los desiertos de atacama no son azules porque por
allá no voló el espíritu de J.Cristo que era un perdido
IV. Y si los desiertos de atacama fueran azules todavía
podrían ser el Oasis Chileno para que desde todos
los rincones de Chile contentos viesen flamear por
el aire las azules pampas de Desierto de Atacama
A LAS INMACULADAS LLANURAS
I. Dejemos pasar el infinito del Desierto de Atacama
II. Dejemos pasar la esterilidad de estos desiertos
Para que desde las piernas abiertas de mi madre se
levante una Plegaria que se cruce con el infinito del
Desierto de Atacama y mi madre no sea entonces sino
un punto de encuentro en el camino
III. Yo mismo seré entonces una Plegaria encontrada
en el camino
IV.Yo mismo seré las piernas abiertas de mi madre
Para que cuando vean alzarse ante sus ojos los desoaldos
paisajes del Desierto de Atacama mi madre se concentre
en gotas de agua y sea la primera lluvia en el desierto
V. Entonces veremos aparecer el Infinito del Desierto
VI.Dado vuelta desde sí mismo hasta dar con las piernas
de mi madre.
VII. Entonces sobre el vacío del mundo se abrirá
completamente el verdor infinito del Desierto de Atacama
AÚN ABANDONADOS FLORECERÍAN
Abandonados no verían las llanuras sino sólo un vocear recorriendo los
valles alucinante creciendo como si un chillido les partiera hecho añicos
sobre sus pastos
I. Porque un crío era Chile chillando por el pasto
II. Por eso todos se partían estremecidos sintiendo sus chillidos
III. Por eso todos aguardaban quebrados por otros pastos que les
enverdecieran sus penas
Para que abandonados empiece a oírse desde los valles el vocear de
nuevos crios enverdeciéndoles sus penas y sólo pastos miraran allí los
abandonados hijos de Chile
IV. Porque allí podrían enverdecer las penas de Chile
V. Incluso los valles crecerían como los crios de una pena
VI. Porque todos los hijos de Chile volverían a tender el verdor
que olvidaron del valle
Para que chillando todos los hijos de Chile se tiendan como un verdor
que les renaciera desde sus penas y allí se les vea venir corriendo sobre
estos pastos todos partidos de gozo cantando aún abandonados flo-
recerían.
COMO PASTIZALES MALDITOS
De duelo los pastos de Chile
Tu madre nunca se perdonaría
por esos pastizales malditos
De duelo hasta el viento crepitaba sobre los quemados pastos de estas
llanuras desplegadas fantasmales secándose como si fueran hojas que
el aire se llevara
I. Como zarzas hasta la madre se ardían sobre los pastos de Chile
II. Sobre los pastos quemados Chile mismo se secaba desmembrado
ardiéndose hasta la madre
III. Amarillo el mismo cielo ardía sobre los valles moribundos
como palos de zarza hasta la madre secándose
En que hasta la madre se hizo palos de zarza ardiendo sobre los pastizales
donde Cliile se parió a sí mismo hecho un dolor bajo estos ciclos caídos
irredentos como paisajeríos malditos que ni tu madre perdonara
DIÁLOGO DE CHILE
Verás un mar de piedras
Verás margaritas en el mar
Verás un Dios de hambre
Verás el hambre
Verás figuras como flores
Verás un desierto
Verás el mar en el desierto
Verás tu odio
Verás un país de sed
Verás acantilados de agua
Verás nombres en fuga
Verás la sed
Verás amores en fuga
Verás el poco amor
Verás flores como piedras
Verás sus ojos en fuga
Verás cumbres
Verás margaritas en las cumbres
Verás un día blanco
Verás que se va
Verás no ver
Y llorarás
EL PRIMER CANTO DE LOS RÍOS
Es el amor … ése es el amor
Ay ése es el amor…
Ay ése es el amor que hemos llorado tanto … se
largan los ríos que se aman … partiendo
Cauce abajo … arrojándose sobre las praderas
que lloraban mirándose … Nosotros somos las
montañas que lloraron mirándose dicen los ríos
que las llamaban … arrastrándolas
Borrascosos … tras las largas praderas que los
vientos subían … Quiénes nos subieron el dolor
de esas montañas se van diciendo las inmensas
praderas del cielo … Somos todos los pastos de
este mundo les contestan largándose los ríos
que se aman … abiertos … tirados … rompiéndose
LA PATRIA DE TABLAS
Que sea entonces una nueva patria
lloramos... y los ríos entraban en el
mar recortándose frente a esas tablas
Que sea así entonces gritábamos mientras las abiertas
aguas se despejaban mostrando las vistas de un largo
maderamen levantándose entre los murallones del océano
desnudo entero clavado emergiendo frente a nosotros...
Y el mar dejó de ser el mar y el cielo el cielo
Y se invirtieron las cordilleras y sus cumbres
eran las raspadas puntas de esos listones
Y suspendidas en el aire las llanuras soplaban
colándose entre los maderos
Y donde todo fue ahora sólo eran las tablas de los paisajes
clavándose unos en otros igual que andamios que nos
entabicaran todo el cielo en los ojos cruzados de agua
arrugándose como nuestras mejillas en el frío de las olas
Y la muerte nos iba alzando y nuestras mejillas
parecían el caído cielo de esas empalizadas
Así se nos derrumbó el horizonte y su caída era
como los escombrados tabiques de los paisajes
Donde hasta las rajadas aguas gritaron mirando
los escombros de esas vistas
Cuando los ríos entraron por el desfiladero abierto del mar
y arrastrándonos nos mostraron el perfil de un país entero
de tablas cruzado entre los dos murallones del Pacífico
roto quebrado y atrás nuestras propias caras aradas de
lágrimas llamándonos desde esos listones mortuorias
prisioneras como vientos de sal azotados entre esas vistas
PRISIÓN TRES ÁLAMOS
-Los andamios de las costas-
Arrojados unos encima de otros, como
tablas, nos íbamos pidiendo perdón y
el dolor de nuestros propios tacos
clavándosenos recordaba que había
sido un sueño el otro mundo. Las
sacudidas del camión levantaban
oleadas de gritos y sin embargo, con
los brazos en la nuca, yo quería
todavía saber a quién cortaba, qué
cuerpo me había quedado debajo
cómo se llamaba el que gemía encima
de mí... de quién era el amor que se iba
Entonces recortándose desde el horizonte igual que un
palafito cubriendo el horizonte surgió ante la vista el
maderamen de Chile
Al fondo como un campamento de tablas alzándose
desde las costas hasta las empalizadas cordilleras
mohosas de viento cortándose al final del cielo
Entre los farellones del mar remarcado allá donde los
andamios del país que fue nuestro se elevaban piso por
piso hasta los parados tablones de los Andes mordido
machihembrado por la nieve Así se vio todo y las tablas
crujían barridas entre las olas cuarteadas llenas de
nudos como carabelas emergiendo tras las rompientes
PRISIÓN ISLA DAWSON
-Las enmaderadas vistas-
Nací bajo Pinochet, viví bajo
Pinochet, morí bajo Pinochet,
pero te amaba yo tanto que
hasta no me parecía tan malo
Como caseríos pegados así se clavaban una con otras
las enmaderadas vistas y sus alturas parecían postes
mirando
Donde la vieja vida se entrevió tras las rompientes
igual que una larga costa de madera azotándose en el
oleaje entarugada mostrándonos sus clavos
Cuando el tapiado horizonte se vio colgando entre los
dos paredes del mar mientras las orillas comenzaban a
desprenderse y era el mismo cielo el techo que se iba
hundiendo hasta ser él el silencio final de los caídos
pegados a esas tablas con los ojos aún abiertos igual
que crucificados mirando la mirada muerta del océano
PRISIÓN CHACABUCO
-La cruz de las olas-
Esa fue la patria, nos decíamos
y sus tablas parecían
extraviarnos entre sus sollozos
Más cerca aún como una basílica inconclusa empezaba
a distinguirse ahora el extendido andamiaje de esas
barracas
Desnudas cortándose entre las vigas donde los viejos
paisajes se volvían a iluminar igual que un espejismo
brumoso despejándose sobre esos tabiques
Donde ni siquiera los sueños volvieron pero sí todo el
dolor rompiendo las maderos hasta sacarles el alma en
sus crujidos y eran el mar nuestras almas azotando
las empalizadas del desierto de las cordilleras de las
resecas costas Allí viví gritábamos y era como si el
Pacífico nos subiera clavándonos a la cruz de sus olas
PRISIÓN BAQUEDANO
-Las empalizadas de los Andes-
Y el espejismo caía sobre Chile
como las grandes nieves muertas
sobre los andamios de los Andes
Entonces coronando las aguas bañados de espumas
se vio los Andes de madera
Elevándose desde las empalizadas costas igual que
columnas que se fuesen curvando hasta recortar el
techo que une las dos murallas del océano clavados
apareciendo entre las marejadas
Tajeados de frío emergiendo de las heladas aguas
como un espejismo que cubriera de nieves las grandes
estacas del horizonte Arriba están los Andes nos
gritaban las aladas rompientes y era el último sueño
hurgando en el palerío amarillento desplomado
como una nevisca muerta coronando esas cordilleras
PRISIÓN VILLA GRIMALDI
-Los envigados farellones-
Y cubriéndolo todo, la nieve de los
muertos caía sobre esas
tablas como firmamentos partidos
Como un atardecer así iban despuntando entonces los
paisajes envigados cubriendo las enmuralladas
aguas
Marchando hacia las tablas que el entramado de Chile
alzaba en el desfiladero del océano Así iban entrando
esas vistas agujereadas como si un llanto las empujara
Cuando las lágrimas se iban acumulando en el corredor
del Pacífico y eran las envigadas costas las que se izaban
contestándonos con nuestro propios cuerpos clavados
en sus maderones como si Chile fuese la cruz y nuestros
brazos el paralizado ruego de esos paisajes solitarios
alzando hasta un nuevo firmamento los quemados ojos
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