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domingo, 10 de enero de 2010

236.- ADA SALAS





Ada Salas -Cáceres, 1965-
Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Extremadura. Impartió clases durante dos años en Francia, en la Universidad de Angers y en la actualidad es profesora de secundaria en la especialidad de Lengua y Literatura españolas.

Su primer libro Arte y memoria del inocente (1988) obtuvo el Premio Juan Manuel Rozas. Con Variaciones en blanco logró el Premio Hiperión en 1994. En la misma editorial ha publicado sus dos siguientes obras: La sed (1997) y Lugar de la derrota (2003).

Su obra ha recibido la atención de la crítica y es probablemente una de las voces más valoradas en la poesía española contemporánea. Sus versos han sido recogidos en diversas antologías de nueva poesía española, como Ellas tienen la palabra (Hiperión, 1997), Poesía española reciente (1980-2000) (Cátedra, 2001) y La otra joven poesía española (Igitur, 2003).

Su poesía, de verso libre y poemas muy breves y depurados, busca lo esencial y en este sentido se la considera seguidora de la línea marcada por José Ángel Valente. En su libro, Esto no es el silencio, la escritora busca una poesía menos minimalista, con poemas de mayor extensión pero que no renuncian a una búsqueda de lo esencial

Obras
Arte y memoria del inocente, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1988
Variaciones en blanco, Madrid, Hiperión, 1994 (Premio Hiperión 1994)
La sed, Madrid, Hiperión, 1997
Lugar de la derrota, Madrid, Hiperión 2003
Esto no es silencio, Madrid, Hiperión, 2008.


TE HAS IDO

Te has ido como el sol.
Una boca de tierra
te había comulgado.

Luego sólo la llama enmudecida.



SÓLO EL AVE

Sólo el ave conoce
los exactos perfiles.
De sus ojos aprendo
el universo miniado
el eterno poniente que oscurece
las islas.
Puedo ver la verdad:
el lento claudicar del horizontes
y su amarga
caída.



LA CASA

La casa que abrigó tu corazón
será una ruina. Furtivos
en la noche
la habéis abandonado.
Oscura en el jardín la tierra removida.
Quise
decir traición

y dije llanto.



HAY LIBROS QUE SE ESCRIBEN

Hay libros que se escriben sobre la carne misma.
Son esas cicatrices que nos hablan
y sangran
cuando el tiempo se rinde a su derrota
un puñado de signos que apenas
comprendemos

y eran el beso intacto de la vida.



A QUÉ REGIÓN

A qué región me llegaré a buscarte
ahora que reposas a mi lado
en forma de deseo
hombre
cuya belleza apenas
conocía. Cada día me ciñe
su cilicio de ausencia.
Me has herido de vida desde toda
tu muerte

y no hay sueño bastante a tu vacío.

Todo en suspenso. La misma
luz. El mismo aire
ciego de preguntas.
Para cuándo la huida
del temor

el fin del hambre.

De esta hambre que sólo
se alimenta

del imposible fruto de la calma.








NO CONOZCO unos ojos más limpios

que los tuyos. Estás en ellos

y a la vez están

las cosas que tú ves

como las ves: el pájaro

no el vuelo. Y siempre te sorprendes

si te digo

las cosas que se dicen

los que aman. Me miras

y me enseñas

que el cuerpo del amor

-como tus ojos-

no precisa

palabras. Que es

-como tus ojos-



transparente.



Como brota la sangre. Mineral
en su impulso
de sumarse a la tierra.
Como se quema un cuerpo
en su caída.

Con palabras que mueran.



Vuelve
la tarde. Abierta y pertinaz
como este viento
bate
el frágil andamiaje de las ramas.

Bajo toda la luz
dónde a salvo de su fiera intemperie.


Porque todo caduca.
Porque llega la noche y apaga
lo que quema

levantemos un cuerpo

en esta soledad.



También llega el olvido.
Sabe que a toda plenitud
sigue su ruina

y a pesar del cansancio
llega

y abre una herida limpia
para que entre la muerte.-

Contempla cómo huyen las palabras.
Descansa sobre el polvo que deja
la memoria. Que todo tu dolor

te pertenezca.



Vivir
es una huella.



Mira. Esto que ves
ha muerto. Y esto
que aún respira
morirá.

Hemos sido la luz.

Esto es lo que queda.



No hay nadie
ya lo ves
no hay nada
y sin embargo
esto no es el silencio.







Negra piedra.

honda noche.

Esperar.

Esperar

y no tener palabras

que llevarse a la boca.



NI SECRETO NI PACTO.

Ni muda sumision
ni profecia. Escucho como llega
la crecida fluvial de las palabras.
Reuno los despojos. Abrazo
los cadaveres

y con ellos enciendo

es pira comun para el olvido.

(de El Lugar de la Derrota)

Porque los ojos los ensucia el tiempo
apenas reconoces la luz
de la mañana. Pero a tu puerta
insiste
la terca claridad.

Como perro
que sabe


que lo que fuera amor
no entiende olvido.

(de Lugar de la Derrota)


Y para qué esta herida

esta abertura umbilical
por donde entra y sale
la claridad del mundo

si no me quedan nombres
ya


de tanta transparencia.


NO DUERME EL ANIMAL que busca
su alimento. Huele
y está tan lejos todavia
el aire de su presa.
Y vagara en la noche.
Con la sola certeza de su hambre.
Ciego


porque una vez ya supo

de ese breve temblor
bajo su zarpa.


DEJA EN MI PECHO
un fruto.
Ofreceme
tu fiera



semejanza.

(de Variaciones en blanco)



FRENTE A MI.

Como se alza esta sed
solitaria

columna

erguida sobre el mar de mi batalla.

(de Variaciones en blanco)



COMO CALLA LA NOCHE.

Poderosa.

Quietisima.

Fulgen sólo estos ojos
que diran lo que han visto.

(variaciones en blanco)



NO SABE DEL DOLOR LA PIEDRA
que golpea. No la estremece el grito
ni acaricia la mano
que la lanza. Obedece a su peso
y al deseo del aire.
Mineral
es mi voz.

Hambriento corazon qué puedo darte.

(la Sed)


No limpian las palabras.
Alumbran una isla en el lugar
del miedo y extienden una rama
al paso de los pájaros. Acogen
cuanto nace del hambre de las cosas
y mueren en silencio.
Pero su amor no limpia.

Como no limpia el llanto el rastro
de estar vivos.

(De La sed, Madrid, Hiperión, 1997)




A QUÉ REGION ME LLEGARÉ A BUSCARTE
ahora que reposas sa mi lado
en forma de deseo
hombre
cuya belleza apenas
conocia. Cada dia me ciñe
su cilicio de ausencia.
Me has herido de vida desde toda
tu muerte.

Y no hay sueño a bastante a tu vacio.

(La Sed)


ANUNCIAN LOS PROFETAS VIENTOS VISIBLES.
Nadie niegue su boca a la belleza
ni al soplo cegador de las imagenes.
Yo conozco la brusca floracion
de los arboles rojos. Y he vivido.

Dejadme descansar bajo mi sombra.

(Arte y memoria del inocente)



HE VIVIDO CIEN SIGLOS CON HORAS SEMEJANTES.
He sufrido la ciega soledad del pajaro caido
la cruda languidez de los cielos abiertos.
Amé la lluvia rota en la ciudad antigua
el humo los cristales los astros
desatándose.
Nada me sobra en cambio.

La palabra es el don
que solicito.

(Arte y memoria del....)


DE NIÑA

en el colegio
subia por las franjas luminosas
de polvo y sol.
Al ritmo de los aires
que traen lo inesperado


veia cosas.


(Arte y Memoria de...)



TIENE LA TARDE UN GESTO DE CABALLO

sorprendido en carrera. La estacion
se descalza y ofrece
tulipanes abiertos
rojas resurrecciones efimeras.

Deber ser esto el tiempo:
el azar o la huida.


(Arte y Memoria del....)




NO TE HAGAS ESPERAR VINO TERRIBLE

ansiada borrachera.
Tengo un rumor morado entre los labios
un ave y una voz crucificadas
en la cima del pecho.
Oigo rugir las tropas de la noche.
Hoy no acepto batallas
desiguales.
Yo quemare las zarzas y alumbraré las rosas
en tanto llegas.

(Arte y Memoria del....)




VI QUEBRARSE LOS BOSQUES
como espaldas antiguas
padecer los amantes el dolor de la furia
morir los girasoles abrasados
en su propio fuego.

Digo noche cerrada muerte abierta
fulgor o maleficio

y mi voz se conmueve.




il faut beaucoup d´ignorance pour vivre.
Paul Valery

Habia hombrea. Uno de ellos
mostraba sin pudicia el pecho hermoso
y fragil
transparente.
Rezaba el alfabeto de memoria:
amar buscar callar sabia
o caer.

(De Arte y Memoria del ....)







Acogiera mi boca el temblor

de la tuya. Esa turbia

palabra que te ronda los labios

y clava

cuatro cruces de luz en la rosa

de tu manso paisaje.

Abierta

como a brasa la bebiera.



Qué abismo escaparía

a la lengua voraz de mi memoria.


Muchos años temblé bajo las sábanas
y era aquella la forma del silencio y del miedo
oh negra soledad. Han cambiado
las cosas. No hace ruido
la noche
y consuelo a mi hija
-aunque algo de muy lejos traiciona
mis palabras-. Pero no calla el curso
oscuro
del sentido. Alguien clavó
entonces
una aguja en su centro.

No duerme el corazón.




El frío ha convocado a la ceniza.
No es oro el amarillo que pone sobre el cielo
un rictus lívido.
Nos tirita la lengua.

Y sin embargo anduve miles de millones
para llegar aquí
y quitarme una a una la piel de los zapatos
los jirones de ropa (no, perdón, dije sombra)

hasta quedarme en hueso

en palabras que suenen
como suena la caña
de los huesos
cuando silba por ellos la verdad
de la sangre.

Asomada al balcón
veo un vuelo de imágenes
(una urraca un vencejo una cotorra
-¿qué hace aquí un cotorra?-).
Un poco a mi derecha apenas
perceptible (describir para qué, ada, ada,
sólo el ruido con mueve) veo cómo se anuncia
(no describo hago ruido)
-y a pesar de la terca sequía-
en el talud
la hierba.

El frío ha convocado a la ceniza.

Pero insisto
he venido hasta aquí
para quedarme.
Ya en otro tiempo dije no es éste
nuestro tiempo. Pero lo haremos
nuestro.
Con palabras hirientes que penetren
en él y palpiten
con él.

Prepárate por tanto para el grito.
Para que todo suene
como suenan los cuerpos que se abren
para darle a otro cuerpo
la soledad
el blanco aburrimiento y la pasión
la plenitud la ira
el amor y la muerte.

Como suena
la lluvia

sobre el rostro llagado del desierto.



[de Esto no es el silencio, 2008]


No limpian las palabras.
Alumbran una isla en el lugar
del miedo y extienden una rama
al paso de los pájaros. Acogen
cuanto nace del hambre de las cosas
y mueren en silencio.
Pero su amor no limpia.

Como no limpia el llanto el rastro
de estar vivos



Fluye
sólo el silencio

inconsolable



Ya no será la paz.

Han besado
mis ojos

tu terrible desnudo.





UNA MIRADA
que disuelva
con paciencia y con método
el edificio azul de la memoria.
Una mano que arranque.
Carne.
Carne sólo
aunque mísera.
Que el día sea real -un paisaje real
sin el espejo incierto de los símbolos-
y que el frío
-este frío que encoge
la ciudad
hasta darle el tamaño
preciso
de mi casa-

sea sólo la llaga que recuerde a los hombres
su cuerpo de animales
ateridos.


SOBRE LOS NADADORES

Como el buen nadador no lucha
con el agua. Extiende un brazo y crece
en ese gesto
y luego
trae el agua hacia sí
batiendo con los pies sin casi hacer espuma
y luego el otro el brazo
en una entrega
parecida al amor
– sin ninguna tensión y con todos
los músculos
activos
sin embargo –.

Escuchando en el agua lo que en el cuerpo
es agua. Naciéndose
en el agua.

Nadándose a sí mismo.













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