Gustavo Osorio de Ita
Nace en Puebla, México en 1986. Obtuvo el Premio Filosofía y Letras, de la BUAP, en el área de Poesía en 2008.
El Consejo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla ha publicado el primer poemario de Gustavo Osorio de Ita (Puebla, 1986), Bonapartes. Se trata de una suerte de monólogo dramático à la Carol Ann Duffy que con lirismo y una sintaxis que va proponiendo pequeños asombros y reformula el universo de Napoleón. Gustavo Osorio de Ita también hace crítica literaria y traduce del francés y del inglés.
El box y ella
I
Mis ansias
tropel de mis puños
congregados a golpes
por volver a ti:
a tu cama
a tus dientes
a tus manos.
Tú,
única estratega,
conoces el trocamiento
de mis batallas en pasiones
de mis victorias en sexo violento.
II
Debo guardarme
y hacer acopio de energías:
más tarde,
cuando acabe en esta lona,
y salga por la puerta grande
me esperan doce rounds de sombra
con Francisca
buscando quitarme el título
de campeón del mundo
en pesos completos.
III
Aquí mis manos me explican:
yo soy lo que puedo
lo que peleo
lo que aguanto.
Allá,
bajo tu boca,
siento que no puedo y
resisto un poco menos
de lo que desearía.
Contigo sé que puedo desgastarme,
caer rendido
y mis manos nada te dirán ya.
Entonces
si es imposible ganar hoy
lograr esta victoria
prefiero guardar mis manos
ocuparlas en otras batallas
y hoy juntarlas frente a ti
por adelantado.
IV
Carajo
Si vi venir los golpes,
el baile, su ritmo,
un paso cruzado,
su guardia cansada bajando.
Lo juro lo vi
vi todo
todo bien medido y pensado,
salvo a ti en su esquina
y al final
tu mano en su puño levantado.
Carajo eso no lo vi venir.
Paternitas
I
Y pensar que mi padre me decía marica:
“Ya no salte la cuerda
o le pongo falda”
Hoy brinco
-más alto que nunca-
y el pendejo ese
no aguantaría un round
sobre mi lona.
II
Siempre te recuerdo
diciendo que llorar
era cosa de mujeres, de cobardes.
Hoy nadie en mi esquina,
a diferencia de ti padre,
distingue sudor de lágrimas.
Aquí todos me piensan valiente.
III
Este punto delgado y fino
oculto en su distancia
es terno
cuando en los tres
parapetados minutos eternos
siento caer mi escudo
e imposible franquear su confianza
desisto.
Todo porque el nunca escuchó de ti
ni ha sido tu hijo madre.
IV
De tanto no sentirte y
acabándome a acostumbrar a tus negativas
puedo hoy aguantarlo todo.
Así
gracias a tu cruel indiferencia
no existe un golpe demasiado fuerte
y seré campeón del mundo madre.
Soledad y ocaso
I
Tiempo después,
campeón del mundo y
cargado en hombros,
se le vio sonriente
en fiestas públicas y televisión.
Parecía feliz.
Para sí
lloraba de tristeza,
de rabia enconada,
pues en la cima
más gallo que cualquiera
no se le dio nunca un contrincante
tan perro e iracundo
como su sombra.
II
No me pidas muerte,
solo quiero un día más.
Quiero morir como he vivido:
mañana, sobre la lona y a golpes.
Por favor no me encuentres aquí
desnudo y encima de ella,
no me fulmines de un infarto.
Así no.
III
Sentí después mis puños derribarlo todo
y mis pies ligeros bailando.
Escuché los gritos y mi aliento
que silbaba tranquilo.
Vi sus ojos con miedo y mi guante levantado
Fuí enorme.
Así todos los sueños
con la cabeza tendida en la lona
suelen ser blandos.
IV
Haré un cálamo de
mis puños voladores
a su rostro y torso
cuando coro de mi nombre,
en la tribuna que imagino
llegará algún viernes,
se levante.
Hoy danzo en las sombras.
DE BONAPARTES
I
[NOMBRE]
Llamadme con los nombres del miedo y la venganza
con las letras que truecan
la dicha en muerte
Llamadme
agotad mi nombre entre las bocas
del que teme
del que tiembla y confundido
repite tres sílabas ocho letras
un nombre en labios ya de nadie
Pues nadie es quien me nombra
y todos saben ya
de la furia en Napoleón.
2.
Vuelve aquel que prometió una conquista inmensa.
Su tropa mermada lo sigue
Pero ha vuelto solo
Su caballo viaja veloz pues su carga es ligera.
El que vuelve sin gloria
Nada vale para el mundo
Y aquella que él deseaba lo esperase,
Más cruel que el mundo entero,
Le ha negado la mirada.
Murmura:
“Tu muerte habría sido mejor noticia.
Ni siquiera te reconozco.”
II
Pero Ulises volvió
Y Penélope paciente tejió en su ausencia
Y al verlo tensar el arco
Le devolvió aquello que nunca había perdido
Y gozó su reino recuperado
Y los campos de Ítaca se cubrieron de flores
Y la historia de su viaje atravesó el tiempo y el espacio.
Pero aquella es la historia de un ciego.
Y a mi vuelta
Josefina has paciente entramado tu venganza
Que se tensa alrededor de mi cuello
Y mi derrota has sembrado en los campos
Para adornar
La tumba de mi olvido.
XV
Sólo
Lejos del estruendo
Del golpe seco de la muerte
Acaso algunos digan lejano
Pero no
Más allá
Del susurro de la envidia
Del rumor de lepra y la lengua en sarna
Distante de aquello que entre labios suspiraste alguna vez
(Y sonaba semejante al perdón)
Josefina
Me quedo.
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