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miércoles, 31 de julio de 2013

ROBERT A. HEINLEIN [10.307]



Robert Anson Heinlein (1907 - 1988) fue un escritor estadounidense de ciencia ficción, uno de los tres mejores de todos los tiempos junto a Isaac Asimov y Arthur C. Clarke).
Ganó cuatro premios Hugo por Estrella doble (1956), Tropas del espacio (1960), Forastero en tierra extraña (1962) y La Luna es una cruel amante(1967). Fue elegido en 1974 Gran Maestro por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos (SFWA), el primer galardonado con esta distinción.
Riguroso en la base científica, sus historias de fantasía tienen una estructura  lógica. Introdujo en la temática de la ciencia ficción la administración, la política, la economía, la lingüística, la  sociología y la genética. Fue un abanderado del individualismo, según se advierte en Lazarus Long, tanto en conocimientos, como en habilidades.
Uno de sus temas recurrentes es cuestionar las costumbres contemporáneas, culturales, sociales y sexuales, describiendo  ideales alejados de la sociedad occidental de su época, lo cual se refleja en varios de sus libros, como  Forastero en tierra extraña y El número de la bestia (1980).







Un ser humano cualquiera
debería ser capaz de cambiar un pañal,
planear una invasión,
despiezar un cerdo,
ensamblar una barca,
diseñar un edificio,
escribir un soneto,
hacer un balance,
levantar una pared,
expresarse en otro idioma,
remendar un hueso roto,
confortar a un moribundo,
obedecer órdenes,
darlas,
cooperar,
actuar en solitario,
resolver ecuaciones,
analizar un nuevo problema,
esparcir estiércol,
manejar un ordenador,
cocinar una comida
–sabrosa-,
sufrir con entereza,
luchar con eficiencia
y, desde luego, enamorarse.

La especialización es para los insectos.





La fe en la que fui educado me aseguraba que yo era mejor que otras personas; estaba a salvo, ellos eran malditos... Nuestros himnos  cargados de arrogancia nos felicitaban por lo íntimos que éramos con el Todopoderoso, por cuán alta era su opinión de nosotros, y nos contaban a qué infierno iban a parar los demás el Día del Juicio.
Pecado es herir a otros innecesariamente. Todos los demás pecados son inventos disparatados. El auto maltrato no es pecado... Es simplemente estúpido.
El dinero es un poderoso afrodisíaco. Las flores logran casi el mismo resultado.
Tú eres Dios, yo soy Dios y todo lo que nos rodea es Dios.
Un poeta que lee sus versos en público también puede tener otros hábitos desagradables.
No existe la suerte. Sólo una preparación adecuada o inadecuada para enfrentar una estadística.
A falta de objetivos claros, siendo fieles a las trivialidades diarias nos convertimos en esclavos de ellas.
Matemáticos, campesinos y animales, es todo lo que hay. La democracia, una teoría basada en que los matemáticos y los campesinos son iguales, nunca puede funcionar. La sabiduría no es aditiva; su máximo es la del hombre más sabio del grupo.
La teología nunca fue de gran ayuda. Es como buscar a medianoche en un sótano oscuro, a un gato negro que no está ahí.
La violencia, la fuerza bruta, zanjaron más asuntos en la historia que cualquier otro factor. La opinión contraria es un pensamiento voluntarista.
Los diez mandamientos están hechos para cerebros aburridos. Los primeros cinco son exclusivamente para beneficio de los curas y sus poderes; los segundos cinco son medias verdades, ni completas ni adecuadas:
Yo soy el Eterno, tu Dios.
No harás imágenes de lo que está en los cielos.
No dirás el nombre de tu Dios en vano.
Recuerda el shabat para santificarlo.
Honra a tu padre y a tu madre.
No asesinarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No brindarás falso testimonio.
No codiciarás los bienes ajenos. 
Escribir no es necesariamente algo de qué avergonzarse, pero hacerlo en privado y lavarse las manos después.











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