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martes, 21 de mayo de 2013

MANUEL VERDUGO Y BARTLETT [9937]



Manuel Verdugo y Bartlett (Manila, 1877- Tenerife, 1951) es ciertamente uno de los mejores poetas canarios, además de extraordinario pintor. Sus innumerables viajes por diferentes continentes hacen de él un poeta culto, de apariencia distante, cosmopolita.
Será en 1903 en la revista “Artes y Letras” de Santa Cruz de Tenerife donde por primera vez aparezcan publicados sus poemas. Posteriormente verán la luz cuatro libros de poesía: Hojas (1905), Estelas (1922), Burbujas (1931), “Huellas en el Páramo” (1945). Además escribirá en prosa (“Autobiografía”, 1923…), artículos en prensa y una buena cantidad de poemas especialmente en el periódico La Prensa.
En cuanto a su estilo poético en sus inicios es fundamentalmente romántico hasta llegar a un claro Parnasianismo donde Verdugo destaca por la elegante y delicada forma de sus poemas, además de tener predilección por el uso del soneto. Recordando unas palabras del poeta vemos que se siente plenamente identificado con el parnasianismo “Soy un parnasiano convencido. Existen poetas que lo consideran como algo anticuado. Yo me enorgullezco de ello”. Recordemos que el ideario parnasiano promueve una vuelta al mundo cultural de Grecia y Roma ya que tanto desde el punto de vista ético como estético los ideales grecorromanos han de ser la base de cualquier civilización que se considere como tal.
Es pues evidente que este poeta, hombre erudito, conocía bien la antigüedad clásica y la obra de los autores griegos y latinos. Pero si tuviésemos que destacar un hecho que marca a Verdugo y se refleja en sus mejores composiciones poéticas es el viaje que realizó a Italia, especialmente su visita a Pompeya. Y así en el soneto dedicado a Juliano, el apóstata leemos:


“Allí el pasado surge real y palpitante
soberbia se alza Roma del polvo de aquel suelo.
………………………………………….
“No, los dioses no han muerto todavía
existirán mientras el hombre sienta
con íntimo temblor la poesía.”




También manifiesta su atracción por el mundo clásico en sus “Fragmentos del diario de un viaje a Italia” cuando dice:


“No me atrevo a interrogarlo por temor a que no pueda contestarme a mí ¡pobre iluso! que vago por el mundo sin más culto que el que guardo en el fondo de mi corazón por un ideal que ha muerto con la Madre Grecia”.



Para conocer su poesía nada mejor que leer sus poemas:



ANTE UNA ESTATUA DE ANTINOO

La fe que como dios la consagrara
se extinguió para siempre; la fe mía
grita a los renegados, cara a cara:
¡Yo adoro su belleza todavía!

Si el pentélico mármol se animara;
si adquiriese calor la piedra fría;
si ese divino efebo palpitara,
como el César la amó yo le amaría.

Bella, doliente historia fue la suya:
Lealtad, su guía; Abnegación, su senda,
aunque otra historia la malicia arguya…

Si hubo mancha en su amor, río sagrado
que recibió su vida como ofrenda
ha devuelto ese amor, inmaculado.





HERMES DE PRAXÍTELES

Contemplad esa estatua, la más bella
que helénicos artistas han creado;
el mármol guarda la gloriosa huella
de un cincel por los dioses consagrado.
si amáis el arte, miraréis en ella
la gracia que redime del pecado,
¡La gracia de la forma soberana
a la par tan divina y tan humana!






NARCISO

En el jardín, Narciso, adolescente,
reposa, solo, en desnudez divina;
con gracioso abandono se reclina
sobre el borde musgoso de una fuente.

En el agua tranquila, transparente,
ve copiada su carne alabastrina,
y el insensato, estremecido, siente
que un anhelo imposible le domina.

En vano lleva el viento hasta su oído
el apagado, trémulo gemido
que lanza Eco al verse despreciada.

Él, desdeñoso, corazón de roca,
al líquido cristal junta la boca
para besar su imagen reflejada.





El laurel de Apolo

Mientras inmóvil con inquietos ojos
veo el ara vacía,
el agrietado muro rojo y ocre
las gradas carcomidas
y las columnas gónicas que muestran
sus volutas de mármol entre ortigas,
me parece que siento
la marcha silenciosa dela vida
el paso de los siglos
y el crepitar de la invisible Pira
donde la humana gloria
en humo se convierte yen ceniza.
La gloria… ¿no es la estatua mutilada
que parece llorar en su hornacina?
¿qué genio te ha creado
Inmortal maravilla?
¿Fue Mirón, Policleto
Fraxíteles o Fidias?
¿Quién en mármol esculpió su gloria
al esculpir tu desnudez divina?…
Nadie responde, nadie…solo escucho
a lo lejos piar las golondrinas.






«Lenguajes mudos» 

Duerme un aria de Tolstoi
en e1 atril del piano
un destello de luna
besa el mudo teclado

……… .

Sobre empolvada Biblia
una Venus de piedra
irónica sonríe
a un monje de Ribera

……… .

Hay una Inmaculada
de Murillo; en el lienzo
se proyecta la sombra
de un busto de Lutero

……… .

Del diván al respaldo
muestra un frac sus arrugas;
no muy lejos se yergue
milanesa armadura

……… .


y desde un caballete
donde, quizá olvidado,
vela oculto en las sombras,
me vigila un retrato


……… .


Los contemplo un instante
reprimiendo un suspiro,
y salgo del estudio
despacio, pensativo.             

de su libro «Hojas»






En «Visiones» parece haber querido el poeta encuadrar aquellas poesías que más patentemente expresen el sentimiento de su soledad espiritual, el de su abandono y el de su desencanto.
Las siguientes composiciones nos lo revelan claramente. En la composición que hace el número uno de la serie el poeta habla así:


«Turbando aquella fiesta de las almas,
que en fantástico Edén trocó el desierto
un árbol solitario
alzaba el tronco retorcido y seco
extendiendo sus ramas
como dos brazos implorando al cielo;
y a su sombra maldita
mi pobre alma continuó durmiendo».
  




Y en la segunda composición:




Pensamiento, severo peregrino
a cuya suerte me ligó el destino;
¡déjame solo ya, que estás cansado!...
Caí. La caravana en que marchaba
se perdió en los confines del camina.
Estoy abandonado.
Me queda el alma dolorida y mustia».
               





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