Milagros López
Nació en Murcia. Lda. Filosofía y Letras. Especialidad Filología Inglesa (Premio Extraordinario de Licenciatura, 1993, Universidad de Murcia). Realizó estudios de doctorado sobre la escritora neozelandesa Katherine Mansfield con un año de estancia con beca Erasmus en la Thames Valley University de Londres. Funcionaria de carrera desde 1995, Enseñanza Secundaria y Bachillerato.
Premios de narrativa corta:
- Primer premio en VIII Concurso de Narraciones Cortas Villa de Torre–Pacheco, 2001.
- Primer premio en el X Concurso Literario Centro de la Mujer “Emilia Pardo Bazán”, 2000.
- Primer Premio en III Certamen “Letra Joven” Mola Joven, Molina de Segura, 2000.
- Mención especial del jurado en Murcia Creajoven 2000.
- Finalista en VII Concurso de Narraciones Cortas Villa de Torre-Pacheco, 2000.
- Finalista en VI Concurso de Narraciones Cortas Villa de Torre-Pacheco, 1999.
Narrativa publicada en antologías:
- “Navidades con Katie”, Letra Joven, Molina de Segura, Ayto. de Molina de Segura, 2002, págs.89-97,.
- “La luna en el jardín”, Antología de Relatos 1994-2003, Torre Pacheco, Ayto. de Torre Pacheco, 2004, págs. 48-52.
Narrativa publicada en revistas:
- “Y yo me iré…”, Oye tú, 45, Torre Pacheco, Ayto. de Torre Pacheco, 1999.
- “El amor en cuatro escenas”, Oye tú, 47, Torre Pacheco, Ayto. de Torre Pacheco, 2000.
- “La luna en el jardín”, Oye tú, 48, Torre Pacheco, Ayto. de Torre Pacheco, 2001.
- “Exclusividad” y “Pruebas de amor”, Aurea Verba. Revista Cultural, nº2, Ayto. de Murcia, 2006.
Poesía:
- A RAS DEL MAR, 2012.
- EL UMBRAL IMPRECISO (en creación).
Poesía publicada en antologías:
- “El otro lado”, Antología IV Día Internacional de la Poesía en Segovia, proemio de Felipe Benítez Reyes y Carlos Marzal, Segovia, Ayto. de Segovia, 2013.
Poemas de EL UMBRAL IMPRECISO (2013)
EL UMBRAL IMPRECISO
El umbral impreciso es este instante:
la calzada tras la puerta de mercurio,
el brote que horada la nieve,
la muralla árabe
que filtra plegarias bajo mis pies,
la gravedad que me roba del cielo.
El umbral impreciso me engaña de vida,
me falsea la muerte,
me huye en kilómetros
bajo un sol de luna rival,
me regala una fiera dormida
en los pliegues que rezuman naranjos
y fermentan mi paso
por el caracol que creí oruga.
El umbral impreciso es este instante:
la línea que gesta una ciudad,
sombras tras un tendedero de saliva,
habitantes a ambos lados
que se empadronan muertos,
que fallecen a la vida.
ACECHA LA NOCHE
Tras la infancia acecha la noche:
ocaso en las trenzas que bailan las risas
y un molde vacío nos recuerda
que un día caminabas a este lado.
Tras la adolescencia acecha la noche:
se apagan los sueños que encendían tus ojos,
se van haciendo sangre, nervios, piel de olivo
y a su amparo, espinas y luz, el rosal.
Tras la madurez acecha la noche:
impreciso el letargo de las agujas,
incierta la estación,
pero breve el descenso del río
y vasto, inabarcable el mar,
el negro mar de los ausentes
que filtra su decadencia de pote
por las fisuras del alma,
alma hoy de madrugada.
Acecha la noche,
sólo un olivo y un rosal
te serán interminable día.
EL OTRO LADO
Llegué al otro lado y no quería volver.
Rayaba los vértices de una lámpara,
bebía en los lagos de mi sol.
Miraba a este lado con un arcoíris en el puño
y en la frente, runas de libertad;
un acertijo milenario resuelto con un candado
y el secreto de los planetas en los anillos de mi índice.
Me perdí al otro lado
por la indolencia que alentó la primavera;
éxtasis y pavor en la misma órbita
que se hizo hogar de mis deseos,
superviviente de un contrato disuelto
y la vista de un halcón inmolado
para virar la senda por la que erró mi tercera vida.
Me encontré al otro lado.
La mujer abrazada por tres lunas era yo,
la del pozo blanco en el pecho
y la sonrisa en una nave.
Era yo, al otro lado,
la que pisa el camino blanco,
la del almíbar en las manos
y un anhelo en la garganta;
la espina que soñaba con ser pez,
el pez hecho estrella.
Pero crucé el umbral del despertar,
lento fue el camino de la renuncia
y estupor en la ruta de regreso.
A este lado no soy más que
la mujer del jardín de tapias
y la promesa de un cervatillo.
“El otro lado” publicado en Antología IV Día Internacional de la Poesía en Segovia, proemio de Felipe Benítez Reyes y Carlos Marzal, Segovia, Ayto. de Segovia, 2013.
TU SILLA VACÍA
(A mi amiga ausente Rosa Marquina)
Silencio.
El silencio llena las risas que vacían tu silla.
Se ahogan tus pasos,
aquellos alados que retaban las horas,
en el pasillo que se aleja de tu presencia,
que nos acerca a tu abandono.
Mordedura que no me da tregua
durante el convite del vértigo.
Un torrente de sal arrasa nuestra sintonía
y el helor de esta oquedad
devora notas vitales
que aún prenden del respaldo,
de tu asiento.
El acero blinda las paredes de esta casa,
decolora la eclosión de esta primavera,
trunca la bitácora de escarcha.
Silencio.
Silencio, sólo un pozo de sarcasmo.
Un bufón en cada minuto que huye de ti,
se viste con retales de nuestra confianza.
Sólo esta sordera que un día curó tu voz,
este frío,
la mudez,
la noche…
Y un globo al aire
hechiza los sentidos
cuando siento tu magia
aún impresa en tu legado.
Se derrite la soledad en júbilo
ante tu silla,
tu silla tan llena de ti;
pero tan vacía.
Poemas de A RAS DEL MAR (2012)
UN VUELO A RAS DEL MAR
Hemos sobrevolado el mar:
amor oculto sobre el azogue,
vidas en paralelo, murallas de plástico,
ni la más airada
de las tormentas pudo salpicarlo.
Nos hemos deslizado a ras del mar,
un resbalar apenas sobre su húmedo pavimento.
Hemos rozado el vasto mar
por la imperceptible línea
donde se abrazan los valientes
de espaldas a la inercia que
adormece, enreda, llama a la muerte.
Horizonte vertical de ilusión:
nada descartar, sin trabas las salidas,
inerme fluir de alas río abajo
y alertas reconocer el momento,
el instante de alzar osado vuelo,
auténtico vuelo vivido
… a ras del mar.
LUNA LLENA EN PERIGEO
La luna seducía a la tierra.
Diecinueve años la había cortejado
para lograr tan audaz acercamiento.
Retiradas las olas por el influjo del astro,
se secaron las orillas,
peces sin luz las fueron sembrando.
Yo nadaba en tu mar,
tu fuente de corales me acogía.
Penínsulas devinieron lo que habían sido islas.
Caminaban niños distraídos entre conchas y doradas
palpitantes hacia su fin de sequedad lívida.
Yo fluía de tu mano, de tu boca,
de tu abrazo de agua vital infinita.
La luna se asomaba a nuestro encuentro con descaro.
Yo flotaba en el vientre de una cebra,
el paraíso en la carpa que tus manos sostenían;
inundabas laberintos y frutales,
la luna llena en perigeo fue nuestra albacea.
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