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sábado, 16 de marzo de 2013

MARÍA ARRILLAGA [9513]




María Arrillaga (Puerto Rico, 1940)

Según Matos Paoli, la poesía de María Arrillaga  participa de la “desmitologización de la cultura convencional”, tanto en la reivindicación de la esencia sexual del ser humano como en su compromiso con la justicia social.

Es poeta, narradora, especialista en estudios del género, ensayista y crítica literaria. Su trabajo abarca más de treinta años y ha sido publicado en numerosas revistas y periódicos nacionales e internacionales así como en varias antologías.
Libros: Poesía: Vida en el tiempo, 1974; New York in the Sixties, 1976; Cascada de sol, 1977; Poemas 747, 1977; Frescura, 1981; Yo soy Filí Melé, 1999 (compilación de su obra poética junto a El amor es un periódico de ayer y Yo soy Filí Melé). Narrativa: Mañana Valentina, 1996. Ensayo: Los silencios de María Bibiana Benítez, 1985; Concierto de voces insurgentes: tres autoras puertorriqueñas: Edelmira González Maldonado, Violeta López Suria, Anagilda Garrastegui, 1998.










Huyó mi vida

Huyó mi vida de mí en otro suelo,
en ligeras alpargatas de otro tiempo.

El tiempo me aprisionó en su hora,
las horas como aritmética larga, en años.

Años que volviéronse pasado,
pasado que sin ser mi tiempo se hizo mío.

Viví mi vida en el espacio,
en los espacios múltiples de gravedad y sueños.

Gravedad de realidad con sueños del momento,
momento de la carne y del espíritu.

Huyó mi vida de mí en otro suelo,
con civilizaciones opuestas en planeta fragmentado.






I

Poesía es emoción,
asombro de la vida,
cascabel que rompe el ruido de los tiempos
de los silencios.
Angustia de muerte
luz de todas las mañanas.
Como columpio que suena el aire
o un perro solo que muere
o un héroe solo muriendo.



II

Poesía es un sillón,
y lo que siente un hombre pobre.
Es un cajón donde se come,
y el vómito de la amargura cotidiana.

Es una perla dañada.
Una vieja en el cristal
reflejando los reflejos
desde convite absurdo
de pan y ojos que miran
el universo agrandarse.



III

Es la luz de la ciudad,
se la puede aceptar.
Soñar:
que ya pronto volveremos
a San Juan.
Que como perros mordiéndose
volveremos a querernos.



IV

Es la sangre de los besos en la noche
cuando mi última energía
desea la poesía
como amante fiel que me acompañe
al lecho del descanso.

Y entonces la palabra se hace carne y toma espíritu.
Junto a mí el ritmo de las voces
de todos los tiempos levantadas
de los hombres y mujeres que gritaron
del sentimiento al alma para afuera
para que no haya corazones solos.
Porque en medio del suicidio de las mentes
está el exquisito abismo de las voces compañeras
clamando al infinito
la humanidad del sueño de la nada apocalíptico.

Vida en el tiempo, 1974.









María Arrillaga ha cultivado la poesía, el cuento, la novela, el ensayo y la crítica literaria. Es, además, especialista en Estudios del género. Su trabajo literario ha recibido varios premios y ha aparecido en numerosas publicaciones y antologías, en y fuera de Puerto Rico. Entre su obra se destaca Yo soy Filí Melé, compilación de siete poemarios. En narrativa, Mañana Valentina consta de una novela corta que le da el título al libro así como de una colección de cuentos,En reticencia (Los relatos de Lucinda). Estos textos, novela y relatos,resultaron premiados en cértamenes del Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York y en “Letras de oro”, que auspicia la Universidad de Miami. En el área de Estudios de la mujercabe mencionar sus libros de crítica literariaConcierto de voces insurgentes y Los silencios de María Bibiana Benítez.
La entrega más reciente de esta autora se titula Flamingos en San Juan/Flamingos in Manhattan (San Juan: Ediciones Puerto, 2012,  207 pp.).Estamos ante un ambicioso trabajo bilingüe de textos poéticos e híbridos en los cuales aparece una sabrosa reflexión sobre experiencias, intuiciones e inspiración desde las dos grandes orillas que son San Juan y Manhattan. Trasuntos hay del conocido pueblecito, Woodstock, en el cual la autora echó raíces durante sus años mozos, junto a su hija María Ana, y adonde regresó y estableció nueva residencia a partir de la primera década de este siglo. Como ave migratoria que vuela desde la isla al continente, pasando temporadas en Puerto Rico y en Nueva York, la hablante de estos textos reflexiona sobre el ícono flamingo como punto de partida para su biografía literaria:
Flamingo era exquisito. Exclusivo y con mucha clase, atraía a la Alta Sociedad mayagüezana. Innovador, tuvo el primer letrero de neón en el pueblo, un enorme y colorido flamingo.  (12)
Nos habla de un negocio que abriera su madre cuando la poeta tenía apenas 11 años, sucursal en la Sultana del Oeste de la tienda Flamingo Shop, localizada originalmente en Santurce, cuya propietaria era su prima, Elsa Arcelay. A la muerte de su padre, su madre, química de profesión, estaba lista para un cambio. La memoria mayagüezana del vistoso letrero del flamingo enlazará años después con los flamingos plásticos que como decoración pululan “en las escaleras de escape para fuegos” (14) en la gran manzana. La autora se siente observada por ellos. Recuerda. Conversan. He ahí el nacimiento de un libro.
Dividido en ocho partes, a saber: “Sueños y deseos”, “Libertad”, “Naturaleza y urbe”, “Amistades”, “Madres e hijas”, “Vil seductor”, “Otras seducciones”, y “Sangre”; Flamingos en San Juan/Flamingos in Manhattan es un plato suculento que es una delicia al paladar. El prefacio en español y en inglés, como es la tónica de este libro bilingüe, pauta la biografía literaria como sostén del discurso poético e identifica a María Arrillaga mujer con María Arrillaga poeta, mientras una se nutre de la otra en el anecdotario que ofrece de su familia y de sí misma. Saber el origen es también una manera de descubrir la ruta que marca la vida. Y en ese vaivén de San Juan a Manhattan se abre una gama de reflexiones sobre la nación, la mujer, la intimidad, el desencanto, la literatura, la pintura, el cine, la cultura en general, y todo aquello que hace a la artista plena que es la poeta mayor María Arrillaga.
Desde el mundo onírico interior, pasando por una poesía conversacional y una comparación de dos ciudades como San Juan y Nueva York a través de sus espacios (la Plaza de Armas, Viejo San Juan o el río Hudson en Manhattan), la poeta hermana las dos orillas, no tanto en la vertiente de un exilio dolido como lo fue el de Piri Thomas con sus “calles amenazantes” (64) o Cuando era puertorriqueña de Esmeralda Santiago. Arrillaga habla desde otra coordenada, desde una emigración/inmigración de la mujer que vivió el Nueva York de los años sesenta, como parte de su estética, más allá del espacio del gueto, y ahora como mujer profesional con esa compleja doble mirada del allá y el acá.Ubicada según el lugar donde se encuentre, nos entrega una perspectiva fresca a las nociones de exilio y diáspora profesionales. No se trata del relato agónico del inmigrante que lucha por sobrevivir sino del sujeto que ha podido disfrutar los privilegios de una clase (que nos detalla en el “Prefacio”), afianzado con la dedicación altrabajo y una gran apertura a la diversidad de la experiencia  como “ese ser humano que funciona”, parafraseando versos de su poemario Vida en el tiempo (1974).
Un buen ejemplo de lo antes dicho es “Crisantemos”, en el que la hablante lírica se topa con un ramo de estas flores en un basurero de Manhattan, en la calle 38, Avenida del Parque Sur, para más señas:
Fulgurantes, los crisantemos me hablaron: “Llévanos contigo, existimos sólo para gratificarte”. Quedé estupefacta.  ¿Cómo pudo alguien tirar algo tan bello?  Sí, yacían en un canasto de basura cualquiera acompañados de toda suerte de diversos desperdicios citadinos. (68)
Es también la reflexión de un exilio donde podemos encontrar dondequiera aquello que constituye nuestro anhelo, como había expresado la hablante en un momento anterior del poema: “Había añorado flores por mucho tiempo” (68).
No puede faltar en una obra de María Arrillaga la dimensión erótica que la caracterizó sobre todo en Frescura 1981, uno de sus mejores libros. Poemas como “Una noche sensual y tatuada” de Flamingos en San Juan/Flamingos in Manhattan nos atrapan en las redes del deseo: “Quería que probaras/mi fruta en eclosión”(144). Tampoco podía faltar un texto como “Pequeñeces” que nos habla de la situación de una mujer sobrellevando una relación fallida: “Un dirigible pequeño anunciaba: ‘Sólo otra historia amorosa donde las cosas no salieron bien’”. (162)
Desemboca todo este deseo feliz o fallido en el arte plasmado en el poema final.  “Asesinato en las galerías de Vicente Van Gogh: los dibujos” es un “tour de force” que reproduce láminas de los dibujos tono sepia que la autora visitara en las galerías del Museo Metropolitano en Nueva York. Embelesada ante los trazos ausentes de los vibrantes colores con los cuales solemos disfrutar los cuadros del afamado pintor, los espacios cobraron vida hasta gestar dos personajes: un villano perseguido por alguien que ha sufrido serios vejámenes y va en busca de una revancha. Se inicia una carrera dentro y fuera de los cuadros. Pasamos por las diversas estaciones del año, hacia un final de “ajuste de cuentas”. Estamos ante la gran universal metáfora de la lucha entre el bien y el mal, entre los buenos y los malos. Como en las películas del Oeste norteamericano, el héroe, el bueno, se desquita y obtiene su venganza:


Al fin camino libre
No he sufrido ningún daño
Escapé impune de este asesinato
El mejor tipo posible de asesinato
Un asesinato cometido en papel.  (206)


Como un exorcismo final la hablante nos ha dicho antes en el mismo texto:

Es tiempo de ajuste de cuentas
Mi espíritu asciende
El villano
Será asesinado
Asesinaste mi vida
Ahora yo te asesino  (192)


Y a lo largo de todo Flamingos en San Juan/Flamingos in Manhattan se hace una crónica híbrida entre poesía y prosa poética mediante la cual María Arrillaga nos cuenta su vida desde los once años hasta el presente. Se trata de una memoria rota que ha ido reparando verso a verso hasta entregárnosla más allá de una biografía literaria en una obra de arte consumada.  




LARES

En el principio hizo Dios este mundo de montañas
Se acordó de mí desde la nada
al pensar el detalle de árboles, en la cima el horizonte,
de los planos y colores de las hojas, de las ramas.
Vio la luz desde mi ojos negros y dijo al cielo:
"Hazte azul por la mañana, por la tarde tórnate encarnado
y habrá en el misterio una cruz blanca y una estrella blanca
para el mar azul del estandarte de una patria."

Quiso Dios que las montañas se tornaran en acero.
No, quiso el hombre.
Y la tierra se hace dura, la hace dura, la hace amarga.
Del cemento al ruido,
los cambios-viajes de una humanidad perdida,
la patria se pierde en la amargura del todo y de la nada.
La montaña original se vuelve lágrimas.
Pasa mucho tiempo cuando después de haber dormido ya despierto.
Los edificios los cambio por árboles.
A los árboles desnudos en este frío del exilio
le faltan hojas, las hojas de mi patria.
Y recuerdo el nombre Lares.  Y veo el azul, el rojo, cruz y estrella,
y las lágrimas desaparecen
en energía para volver a la luz de mis ojos
allá en la montaña-pueblo,
con las manos de una humanidad que llega desde el laberinto,
encontrada.







PASEO DOMINGUERO

Hoy amaneció sueño despuma,
                        sueño desperma,
                        sueño de miembros flotando entre la nada.

Me fui a la plaza pública
donde niños jugaban al esconder
mientras yo intensa saboreaba un chocolate.

Pasó entonces una alfombra voladora
por entre la estatua Cristóbal Colón.
Extendí mis brazos
Me agarré a los flecos.
Extendí mi cuerpo -cisne trágico-
y me fui de paseo dominguero.






DICE EL PEZ

El lagartijo trepa la pared de vegetales
anunciando el nacimiento de um poema:
Falta la luz, falta el aliento, flota el cuerpo.
Llévame a la finca mi papito
dice el pez a la culebra de la calle
sentado bajo el árbol de la higüera,
las patas abiertas sosegada.
Ven a chuparme el semen,
a tocar con dedos delicados
la periferia del clítoris.
Lame el dulce néctar de mi boca,
enamora abeja el lagartijo








LÍNEA NEGRA

Trazo una línea negra sobre mi párpado,
la nostalgia que me queda de la noche en sueños.
Me había sentido en paz y exaltadamente plena
con las manos en el pecho lleno de Dios
respondía al hermoso sacerdote que lo amaba.
Aquella sensación me suspendía toda
y luego, trémula todavía al regreso
de aquel viaje, me figuraba angelical.
Ahora iluminada veo mis ojos que
inusitadamente intensos me convidan
al fondo de un camino bien profundo donde
está tu cara negra como el azabache
y me entrego al terror de saber cuánto te amo
mientras añoro comulgar de nuevo
sentir la hostia disolviéndose en mi lengua
saber que ese sentirme suspendida toda
que me causa es lujuriosamente material
y llena cada poro de mi piel que vibra
al encuentro de tu perfecta cara
negra de dios antillano que se confunde
ahora ante el espejo con mis ojos
inusitadamente intensos de azabache.





VIRGEN

No me dejará, Señor, el ansia de hacerme Santa.
En la contemplación gozosa del mantel recién lavado, limpio, 
asciendo en la recatada brisa de una quieta flor.
Encarna en mis sentidos la imagen ardorosa
de un pecho henchido de deseo: Es una puta virgen santa.
Su éxtasis humano, su pelo caído por un hombro
me seduce al arrebato de sus labios rojos de eterno carnaval.
Monta a caballo airosa hacia el encuentro de las prendas encontradas.
Acá abajo el trabajo también nos santifica.
Sacamos pan ungido en ciclo femenino de la sangre.
Iluminados construimos con sudor el amor a la pasión.
En cintas de guirnalda fresca una corona fértil es de todos/as.
Beati sumus, beati sumus, beati sumus...

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