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lunes, 18 de marzo de 2013

JULIO DANIEL CHAPARRO [9593]




JULIO DANIEL CHAPARRO (1962 - 1991)
Nació el 14 de abril de 1962, en Sogamoso, Boyacá, COLOMBIA. Desde temprana edad vivió en Villavicencio, Meta.

Julio Daniel Chaparro había realizado estudios de lingüística y literatura en la Universidad de la Sabana. Fue fundador de la revista Oriente en Villavicencio y miembro del Fondo Editorial Entreletras.

Este joven vital, entusiasta, alegre y solidario, dejo escrito a sus 29 años los libros de poemas:

Y éramos como soles(1986).
País para mis ojos (1987)
Árbol ávido (1991)
Sus amigos publicaron un volumen póstumo de sus crónicas periodísticas con el título de Papaíto país (1992).

El narrador y periodista Jaime Fernández dijo: La obra de Julio Daniel Chaparro nos permite ver un trabajo fresco, eternamente nuevo; una propuesta experimental con indudables aciertos, una voz poética que comienza en la imagen y termina en el rincón sin límites de un sueño.

Murió asesinado en Segovia (Antioquia) al anochecer del 24 de julio de 1991, cuando cumplía una misión para El Espectador de Bogotá.






1.

Tocado por un álamo,
por su inexpugnable corazón donde gorjean las aves,
el sol delata en el brillo de mis ojos
un lento paso de gaviotas que descubren la muerte
en este punto de la noche
donde sólo escucho el goteo de una lágrima

la lluvia, su cascar de nubes, la bruma pesarosa:
tal el alimento en esta alta hora.



2.

Sin ánimo para salir de viaje,
para una búsqueda que conozco inútil,
me queda la opción de la memoria,
el retorno sigiloso de aquellos que dejaron sus siluetas
redondeadas en una palidez que ya no existe.



3.

Alta noche en mi refugio, lienzos grises tirados por ahí,
libros que supieron de la sangre regada del papiro

y el poema como un golpe
como una dulce herida.


Tomado del libro “Árbol Ávido” (Fondo Editorial Entreletras, 1991)






“Tengo el atrevimiento de morirme”.
(A mi jardín)
Emily Dickinson.



1.

Ya nada les asombra ni la rabia
ni la mano que de súbito retira la profunda rosa de una boca



2.

Ni siquiera la altura del arroz
ni el grito de la hierba que florece
o el niño que delira porque halló la vida en una grieta.
La lluvia es natural mas la soportan
y por ella apagan el crujir de los cabellos
y no fingen se detienen y no lloran



3.

están así estragados duros negros
ellos no cantan no susurran son como robles
y hasta una espiga los derrota



4.

pero aunque nada les asombre
quisiera soñar lo exacto de sus sueños
resumir todo su hedor, lo oscuro de su herida
cantar así, morir cantando
soltarme la corteza contra un árbol.


Poema Inédito Tomado de 
http://jaimefernandezmolano.blogspot.com






SI UNA NOCHE CUALQUIERA ME ENCUENTRAN MUERTO EN UNA CALLE

si una noche cualquiera me encuentran muerto en una calle
y ven mi boca repleta de insectos rabiosos
trabajando en mi lengua,
no me sufran:
habrá sucedido que caí antes de escuchar el balbuceo de mi hijo
hecho una lluvia de madres desnudas sobre mi corazón
con sus manos alzadas como nubes.

Piensen en mí y recuérdenme cantando
o recuerden mis pasos detenidos junto a un piano
cuando hablaba de mi madre
bella y triste como un árbol
como una huella de pájaros.

Si sienten mi hedor una mañana
y deben evitarlo huyendo de mi carne
con las manos acariciando el rincón de sus caras,
sepan que lo entiendo
e imagínenme en los días felices de mi cuerpo sólo playa
y no sientan mi podredumbre como aviso de los dioses
y no vean en el pétalo fucsia de mi sangre
la reinvención de un cielo de gaviotas o del llanto.

Amigos, mis amigos
si me ven muerto a la entrada de una calle
seguramente vestido de azul hasta en las uñas
y sonriendo acaso revestido de cenizas como un ángel,
piensen que he vivido, recuerden la joven figura ebria de los patios
mis 23 años que levanté danzando
mi público sueño de eco de agua que se pierde
y no me lloren, no me giman siquiera:
pienso que detendrán el sol que tendré entonces
en mitad del pecho
persistiendo tercamente en la última calle de esa tarde sobre la tierra.







MI PADRE EN SUEÑOS

Me quedará su sol
su permanente caminar en las vigilias,
su tambaleo.
Mi padre duerme ahora
y es bello como un niño
soportando la carga de sus sueños
bajo los pomarrosos.

Desde mi orilla yo lo alcanzo a ver
restregando contra su pecho los retratos,
y recuerdo que un día deambulamos inocentes
reconociendo el país de sus deseos
donde vivirán, decía, sólo los felices.
Yo lloré contra su pierna entonces
y oculté mi miedo entre sus manos.

Pero por él fue mi juramento
la decisión de mi alborozado paso.
Lo admiro ahora, mi padre
detenido en otra esquina
bajo una nube que como la muerte
permanece.
Me sé su anhelo:
me dejará su soleada maravilla
el sabor de sus alcoholes, sus lamentos.
mi padre sumergido en sueños.
La tarde enturbiada de repente.
La lluvia en gris anunciando su próximo abandono.
pero él no será ya nunca como el aire
no podrá huir de entre mis dedos
no saldrá de la geografía de mi cuerpo,
de este poema.

El viento me golpea bruscamente.
anochece.
Mi padre sigue en mí, invicto,
sigue sonriendo…

Julio 6 de 1987
Poema Inédito Tomado de 
http://jaimefernandezmolano.blogspot.com

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