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sábado, 16 de marzo de 2013

JOSÉ MARÍA PORTUGUÉS HERNANDO [9506]



José María Portugués Hernando 
(España, 1918-2008)

Aunque nació en Valencia el 8 de enero de 1918, su vida transcurrió, desde la edad de los dos años, en Lleida, hasta el año 1964 que trasladó su residencia a Barcelona, donde falleció el 24 de mayo de 2008.
   Estudió Magisterio en Lleida y Bellas Artes en Barcelona. Como docente fue profesor de la Escuela de Magisterio y director del Colegio de Prácticas en Lleida y en Barcelona. Licenciado en Bellas Artes, fue también profesor de la Escuela Universitaria del Profesorado de Barcelona hasta su jubilación.
   Desempeñó diversos cargos. Podemos recordar, entre otros, los siguientes: Delegado Provincial de Juventudes en Lleida; Jefe del Servicio Español de Magisterio en Lleida y Barcelona; Secretario del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Bellas Artes de Catalunya y Baleares (antes Colegio Oficial de Profesores de Dibujo). En atención a sus méritos se le concedieron, entre otras, las siguientes condecoraciones: Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio, Cruz y Encomienda de la Orden de Cisneros y la Insignia de Oro de la Federación de Centros de Enseñanza Primaria y Comercial no estatal de Barcelona.
   Además de su importante actividad literaria como poeta y escritor, tuvo también una importante actividad pictórica que pocos conocen. Supo plasmar su poesía en los lienzos y la pintura en su poesía. Fue un gran artista en el sentido más amplio de la palabra. Ojalá, algún día, tenga el reconocimiento que se merece por toda su trayectoria literaria y artística.
   En su etapa leridana desarrolló una gran actividad literaria. Publicó versos y artículos en numerosos periódicos y revistas nacionales del momento: La Estafeta Literaria, de Madrid; Tabarca, de Alicante; Odiel, de Huelva; Oye, de Navarra; Forja, Lleida y La Mañana, de Lleida; etc..
   Comenzó su carrera literaria a los 15 años de edad. Colaboró fijamente durante este primer período de su actividad poética en diversas publicaciones de tipo estudiantil. Su primer premio literario lo obtuvo en el año 1935, en el certamen literario que organizó la Real y Pontificia Academia Bibliográfico-Mariana. Luego vinieron otros importantes premios en diversos certámenes nacionales, contándose entre ellos tres Flores Naturales 'Englantina' y dos Primeros Galardones, entre otros. Como anécdota curiosa de estos premios, cabe reseñar que en el Certamen Nacional de Poesía de Torrelavega (Santander), ajustado a la tradicional estructura de los Juegos Florales, José María Portugués –a quién se le concedió la 'Englantina'– tuvo el honor de compartir el triunfo con el ilustre poeta Gerardo Diego, a quién se le adjudicó 'La Viola' dentro de la trilogía tradicional en los juegos florales.
   Formó parte del cuadro de redacción de la revista Labor (publicación semanal, informativa y gráfica), desde su fundación en 1953 hasta el año 1957, publicando en ella narraciones, reportajes y comentarios tanto de arte como de la actualidad literaria del momento.
   Fue un habitual colaborador de las emisiones literarias de Radio Lleida. Allí tuvo a su cargo, como autor e intérprete ante el micrófono, un espacio semanal durante los años 1949 a 1953, bajo los títulos Estampas leridanas y La Rosa de los Vientos, logrando con ellos una de las mayores audiencias de la época, tal como afirmó y reconoció Francisco Gelonch Marías, director de Radio Lleida, el año 1976.
   Fue miembro fundador del grupo poético Mensaje, de Lleida. Formó parte como miembro del jurado de los Premios 'Ciudad de Lérida' de poesía castellana (1972 y 1973) y del Premio 'Urriza', de novela (1962 a 1964), y en Barcelona, como presidente de jurado en diversos concursos de dibujo organizados por diferentes entidades de la ciudad.

   Poesías (1945), su primer libro, recoge parte de su composición inicial (1936 a 1943) y mereció cálidos elogios por parte de la crítica (El Alcázar, ABC y El Magisterio Español, de Madrid), siendo clasificado entre los poetas modernos por Ángel Valbuena Prat en su Historia de la literatura española (Ed. Virgili, Barcelona, 1937-1968): “...Portugués es un poeta mediterráneo de la escuela de Juan Ramón…”. Eduardo Aunós prologó este primer libro afirmando: “He aquí al poeta. Y no a un poeta, sino al poeta por antonomasia”. Y en el ABC de Madrid pudo leerse: "Si poeta es el que sabe captar lo bello de la vida y transmitirlo a los demás, José María Portugués puede arrogarse ese título reservado a tan escaso número de personas".
   En colaboración publicó 2 y 2 son 5 en pedagogía (1946), y en solitario el libro de poemas Las alas blancas (1948), del que el Diario Español, de Tarragona, afirmó: "es una excelente aportación a la moderna poesía española, donde se ponen de manifiesto las altas cualidades literarias de este joven poeta". En 1954 se edita El corazón y la niebla, del que el crítico literario J. Altura afirmó: "Leyendo El corazón y la niebla aflora el delicado mensaje de un poeta de acendrado leridanismo... En la evolución de su estilo se advierte clara la intención de reprimir la exuberancia decorativa para ganar en contenido a fuerza de exprimir lo jugoso y esencial…".
   También se editó un drama sacro que se representó, con ocasión de la Cuaresma, los años 1960 a 1971, en Palau de Anglesola, Lleida, titulado Jesús, el Cristo.
   En octubre de 2004 se edita Viento de Dios, una selección de poemas hecha por el mismo autor, escritos durante los cincuenta años (1949-1999) transcurridos junto a su esposa y que dedicó a la misma: “En homenaje a Teresa siempre”.
   Respecto a su obra inédita cabe destacar Biografía del aire (poesía, 1987), Alabad a Dios con la cítara (poesía), Una ciudad al sol (narraciones), En orden para el sueño (poesía, 1991), Cancionero de Benidorm (poesía, 1994), Letra viva (comentarios literarios), La rosa de los vientos y El mundo de la leyenda (obra radiofónica).

[Uno de los poetas que aparece en nuestro catálogo, José María Portugués Hernando, ha suscitado, desde que empezamos a colgar poemas suyos, comentarios elogiosos, incluso, por parte de nuestro editor, el también poeta Francisco Cenamor. Pero no éramos capaces de encontrar demasiada información sobre él en Internet.
   Pero Internet da muchas vueltas y, un día, se puso en contacto con nosotros Teresa, hija del recientemente fallecido poeta. Ella nos ha hecho llegar esta biografía de su padre, que creemos merece la pena conocer para que rescatemos juntos una poesía sencilla, popular y culta, muy bien elaborada, que llega directamente al corazón.
http://franciscocenamor.blogspot.com.es/]




Estoy naciendo, amor

Morir ya no es posible.
Nacer sí, arrebatar, transfigurarse.
Aniquilar todo
para empezar de nuevo.

Así te siento ahora,
así sumerjo
mi locura de amar en tu presencia.

Por tu fecunda risa
he visto a mi dolor crucificado.
Por tus pechos
anda mi sed rendida.
Por tu cintura voy diciendo a gritos
cuán ardientes resultan
los anhelados bordes del deseo.
Por la curva suave de tu vientre
estoy naciendo, amor, estoy naciendo;
dulce curva de nube, alondra o brisa
que hacia honduras de miel va descendiendo.

en Viento de Dios (Barcelona, 2004).






Gozo y sufrimiento

Mirábamos el cielo. No sabíamos
como empezar a hablar. En ocasiones
es difícil hablar, medir el alma
con las pocas palabras que nos quedan
intactas todavía.
Hubiera sido hermoso hablar del mundo
con sus muertos, sus montes y sus árboles:
"Verás, hijo, en el mundo todo es nuevo
porque Dios no está en balde en cada cosa,
Además..." Pero no,
no pudo entonces ser así y dijiste
algo de mí, admirando mi silencio,
y te encontré a mi lado nuevamente,
te encontraron mis manos, mis sentidos
conjugando a la inversa tu futuro,
volviendo desde allí donde morías.
¿Cómo podías tú entenderlo todo?
Porque a veces se sufre intensamente,
o se goza, también intensamente,
mientras están vacíos nuestros ojos.

en Viento de Dios (Barcelona, 2004).






Hilo de esperanza

Dos tres cero uno cinco siete ocho

Como todas las tardes,
codiciosos de ti mis dedos hurgan
en las redondas llagas del teléfono
y la distancia aceza entre nosotros
como un cósmico abrazo sostenido.

Luego, se hace el milagro
de tu presencia oculta en no sé donde
pero presencia al fin,
penetrando en la mía como un hálito.

Entonces,
el dulce apremio de tu voz, asido
al extremo del hilo telefónico,
me enloquece de esperas infinitas.

en Viento de Dios (Barcelona, 2004).





Impaciencia

Andar y andar mi camino
y en cada vuelta encontrarte,
y en los recodos sentirte
de nuevo, mujer, distante.

Buscar los duendes azules
de tu palabra en el aire.
Buscar los pies que repican
en mi recuerdo incansables.
Buscar tu cuerpo en los álamos,
tu corazón en la tarde,
tu alegría en la acrobacia
de los vilanos errantes,
en el rubor de las nubes
la timidez de tu sangre,
y hallar en el universo
soledad de soledades.

Así mi vida, impaciencia
de andar como tras de nadie.

en Viento de Dios (Barcelona, 2004).






La nada espléndida

No la razón, ni el sino, ni el empeño.
La misma nada fue, la nada espléndida
la que ató tu camino con el mío.
Todos tenemos algo en otra parte
que nos arrastra a ser uno entre tantos:
una sonrisa, un llanto, una esperanza,
una canción a veces, un quejido...
Lo nuestro fue el vacío, el no tenernos,
el desearnos, ciegos, sin lograrnos.
La misma nada, amor, la nada espléndida.

en Viento de Dios (Barcelona, 2004).






Llegaremos

Llegaremos al límite del predio.
Y alzaremos la frente para hablarnos:
-Bueno, diré mirándote. Tú entonces:
-He de seguir, dirás. Y nuestra sombra
empezará a morir en el camino.
Sencillamente así, como si el mundo
y el lejano universo
de nuestras horas juntas, nuestras vidas,
no acabara estrellado
contra la misma voz que ahora nos une.

¿Será una muerte blanca, las raíces
penetrando en la tierra inútilmente?
Tú hacia delante. Yo, aún siendo llama,
vacilando en la brisa con ser brisa.
Luego quizá volvamos nuestros rostros
con la esperanza súbita de hallarnos,
de anudar otra vez nuestras miradas,
de nuevamente ser, de estar despiertos.
Pero no, bastará con ser "nosotros",
continuidad de luz sobre las lindes,
desde la luz eterna que nos hizo.

en Viento de Dios (Barcelona, 2004).







Nosotros

Sumergidos en ellos
fácilmente solemos encontrarlos.

Place pisar primero sus caminos,
no dejando palabra,
ni mirada, ni gesto,
ni sueño, ni esperanza,
por recorrer en ellos, nuestros hijos,
y, oh dichoso momento, al fin me place
reconocerte allí, en la jubilosa
sinceridad del niño que nos mira.

Porque de ellos hicimos
algo más que una huella
de nuestra sombra,
algo más que otro ser,
porque en ellos grabamos para siempre
la derrota del yo frente al nosotros
por la que tanto en el amor luchamos.

en Viento de Dios (Barceloba, 2004).

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