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martes, 25 de diciembre de 2012

JAMES AGEE [9036]


Picture of James Agee, poet, film critic, social documentarist, screenwriter and novelist; twentieth century American Literature and poetry



James Agee
James Rufus Agee. (27 de noviembre de 1909-16 de mayo de 1955) fue un escritor y periodista estadounidense. Su novela autobiográfica Una muerte en la familia, aparecida en 1957, ganó el premio Pulitzer en 1958, y se la considera una obra maestra. Colaboró también en el cine, como crítico y como guionista de dos películas sobresalientes.

Agee nació en la calle 15 de Highland streets en Knoxville, Tennessee. Cuando tenía 6 años perdió a su padre, en un accidente automovilístico, suceso que pesará en su vida. Desde los siete años estudió junto con su hermana menor, Enma, en diversos internados. El más decisivo fue Saint Andrews School for Mountain Boys, que estaba localizado cerca de la casa de verano de su madre, a unos tres kilómetros de Sewanee (Tennessee).
El colegio estaba regido por la Orden Anglicana de la Santa Cruz, allí conoció, en 1919, al Padre Flye y su esposa que vivían en los terrenos del colegio y con los que mantendrá amistad hasta la muerte; la correspondencia entre ambos reveladora de la complejidad vital de Agee: Letters of James Agee to Father Flye (1962). Su madre se casó con el Padre Erskind Wright en 1924, contable del colegio St. Andrew's y se trasladan a Rockland, Maine.
Agee acudió a la Escuela Superior en el curso 1924-1925; en el verano de ese año viajó a Europa con el padre Flye. A la vuelta, en otoño de 1925, entró en Phillips Exeter Academy, elitista internado en el estado de New Hampshire. Aquí fue nombrado, en 1927, editor del Exeter Monthly y presidente del Lantern Club (sociedad literaria).
En otoño de 1928 ingresó en la Universidad de Harvard; siendo su compañero de habitación Robert Saudek. Durante el verano de 1929 trabajó en los campos de trigo de Nebraska y Kansas. Con Robert Fitzgerald asistió a las clases de Robert Hillyer y I. A. Richards; y en 1930 y en 1931 fue nombrado editor jefe de Harvard Advocate. En la primavera de 1932, se graduó en Harvard.
Dada su confección de un número paródico de Time, y con los esfuerzos de Dwight Macdonald, fue contratado como reportero y después como escritor de plantilla de Fortune en el edificio Chrysler. En el verano de 1936 pasó ocho semanas en el estado de Alabama con el fotógrafo Walker Evans, entrevistando y fotografiando a familias de pequeños agricultores; fue una experiencia decisiva en su vida.
Se casó tres veces y tuvo cuatro hijos. En 1951, Agee sufrió su primer ataque al corazón, de otro moriría cuatro años después en un taxi de Nueva York.

Obra

Después de licenciarse, escribió artículos para Fortune y para el Times. En 1934, publicó su primera colección de poemas, Permit Me Voyage, con un prólogo de Archibald Macleish.
Por otro lado, aunque Fortune nunca publicó los artículos que le encargó en su viaje de 1936, se recopilaron luego en un libro publicado en 1941, Elogiemos ahora a hombres famosos; ha sido seleccionado por la Biblioteca Pública de Nueva York como uno de los mejores libros del siglo XX.
La relación con el mundo del cine empieza en 1942, cuando se convierte en crítico cinematográfico, primero para la revista Time y después en The Nation: fue uno de los más influyentes y originales de los Estados Unidos. Las críticas de Agee se editaron tras su muerte con el título Agee on film.
En 1948 abandona Time y escribe, bajo contrato con Huntington Hartford, guiones de películas basados en The Blue Hotel y The Bride Comes to Yellow Sky de Stephen Crane. Escribe una narración para la película de Helen Levitt, The Quiet One. En ese año se estrena Knoxville Summer of 1915 para soprano y orquesta, con música de Samuel Barber y letra de Agee, donde canta Elenor Steber.
Destaca su guion para La reina de África, dirigida por John Huston. En 1954 escribe otro guion famoso, La noche del cazador, basado en la novela de Davis Grubb; fue dirigida por Charles Laughton.
En 1957 se publicó su segunda novela, Una muerte en la familia, basada en los sucesos que rodearon la muerte de su padre y que en 1958 recibió el premio Pulitzer de ficción, está considerada una de las grandes novelas del siglo XX en Estados Unidos]]. Fue llevada al teatro con éxito en 1960 y también se rodó una película (1963), ambas con el título de All the Way Home.
Durante su vida no tuvo gran reconocimiento público, pero su reputación literaria ha ido creciendo después de su muerte. Hoy está reunida su prosa en The Collected Short Prose of James Agee.

Libros

Permit Me Voyage (1934), poemas.
Let Us Now Praise Famous Men: Three Tenant Families (1941). >>Trad.: Elogiemos ahora a hombres famosos, Planeta, 2009. Documento lírico-narrativo.
The African Queen (La reina de África), guion.
The Morning Watch (1950). >>Trad.: Vigilia, Alianza, 2009, novela.
The Night of the Hunter (La noche del cazador), guion.
A Death in the Family (1958). >>Trad.: Una muerte en la familia, Alianza, 2008, novela.
Agee on Film I (1958). >>Trad.: Escritos sobre cine, Paidós, 2001, crítica.
Agee on Film II (1960), crítica.
Letters of James Agee to Father Flye (1962), cartas.






Traducción: José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal


DOMINGO: ALREDEDOR DE KNOXVILLE, TENN.

Allí, en la temprana y frugal primavera, florece el cornejo.

Desenvueltos, en el amistoso aire dominical
entre los rojos zarzales, junto al paredón del río,
empleados y sus elegidas emparejan.

Prosperan por allí, no cerca, lavados por charrales y 
juníperos,
el ford V ocho corriendo con el chevrolet.

No pueden perturbarla:

Sus pechos, sacados fuera del provisto encaje,
yacen como en un lago quieto;
y en la boca de él ella revienta su dulzura:

¡Oh, ola los levanta!

No son ellos de los pájaros. Tanta inocencia
únicamente a reventar nos trae.
No son las de ellos palabras felices.
Nosotros los humanos no tenemos esperanza.
Nuestros goces más tiernos más nos obligan.

Ninguna cadena corta tanto hasta el hueso; y la seda más
dulce sutilmente estrangula.
Cómo termina esto que ahora place el amor acabado,
en cocinas, reyertas en la cama, silencios, páginas
femeninas,
angustias del corazón ante puertas con letras doradas,
carne rancia, cuellos duros, agonía en corredores
antisépticos,
nalgueadas, reproches, viajes de pesca, jugos de naranja,
pólizas, incapacidad, un chevrolet,
escarnio de los hijos, amable desprecio mutuo,
correcciones a gritos de sílabas comidas,
bolsas de agua caliente, piedras en la vesícula,
caídas de la escalera, anticuadas nochebuenas,
sospechas de robo, arreglos con la Funeraria efectuados
por yernos,
cuartuchos bajo los caballetes de bungalós de ladrillo,
el vaso hecho pedazos, la mirada cruzada entre la hija y
su marido,
el cuerpo vacío en la cama solitaria
y, en el vacío pórtico de concreto, cenizas aventadas
nietos paseando el traicionero sol

y ahora, en los gratos desvencijados anaqueles del horror
oh Dios enseña, oh Dios ciega estos niños.






LÍRICAS

No queda duda. Suficiente engaño.
Ya ahora sé que no me amas.
Ya ahora sabes que no te amo.
Ya ahora sabemos que no nos amamos.
No más duda. No más engaño.

Hay todavía sin embargo piedad entre nosotros
y los tiempos mejores son aún tan frescos como verdaderos.
El perro vuelve. Y tú a mí. Y yo a ti.
Y somos cobardemente tiernos del más cruel modo,
sintiendo el precipicio desmoronarse a nuestros pies
y sabiendo perdido el equilibrio, sonreímos, y nos quedamos
un poco más, moviendo nuestros brazos desesperadamente
como molinos.



*


Yo vagaba con mi novia llorando por alegría
contra su lado apretado caminando y los dos abrazados
a través de la brillante áspera lluvia que el tiempo cambia
blanca sobre el aire caído que mi caída
la caída muchacha su tumba borra.







A Walker Evans 

Contra el tiempo y los daños del cerebro 
Afila y calibra. Aún no del todo 
Pero sí en alguna parte arbitrada 
Ordena la fachada del lánguido verano 

Espías moviéndose con delicadeza entre el enemigo 
Los hijos menores, los necios 
Apartan un poco los dialectos y las pieles manchadas de locura 
Fingida, 
Señalan ambiguamente y engañan al centinela eludido. 

Edgar, llorando de piedad, a la repisa de aquel risco pálido, 
Lleva a su padre ciego y describe un poco, 
Mírale, despierto a medias, caído entre pequeñas flores silvestres 
Pero, desapercibido, retírate. 

Aún no es aquella hora desnuda cuando, armados 
Desechado el disfraz, desafiamos al enemigo cara a cara. 
Todavía , compañero, corren las bestias y destruyen el cielo 
Todavía cautivo esta el rey viejo y bravío. 

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