Guillermo Mercado Barroso nació en la calle Cruz Verde No. 118, cercado de Arequipa. (PERÚ). Sus padres fueron Don Mateo Mercado Cáceres, primo del Mariscal Avelino Cáceres, y Doña Matilde Barroso Rivera de Mercado.
Sus primeros años los alternos viviendo entre el cercado y la calle Miguel Grau No. 512, de la villa Hermosa de Yanahuara, donde residiría finalmente.
Aun muy pequeño, casi a los 6 años, se complacía en reunirse con los demás niños de su edad en las orillas del rio Chili, a quiñes contaba cuentos que brotaban espontáneamente de su alma: uniendo de esta manera dos asombrosas facultades que ya germinaban en su persona: la de crear y la de enseñar. Facultades que vivirían en su personalidad para siempre.
Su primer poema lo escribió a los 14 años. “No era un poema de amoríos o un poema de sublimación metafísica o sensiblería, era una crónica patética”. El poema fue inspirado por la sorprendente muerte que el contemplo del gerente de una fabrica. sin duda alguna, ya se iluminaba el camino del gran vate arequipeño.
Estudio la primaria en una escuela fiscal. La secundaria, en el Colegio Nacional de la Independencia Americana. Después de estudiar algunos años en el seminario de San Jerónimo, se fue a Lima. Estaba muy joven, my desorientado, quería irse a Francia cuando casualmente, un tío suyo le encontró y le ayudo a decidir sobre su futuro profesional. Más tarde se graduó de maestro en la Escuela Normal de Lima, hoy en día la Universidad Enrique Guzmán y Valle, la Cantuta. Trabajo como docente en Lima, Cuzco, y Arequipa, Mollendo, lugar donde contrajo matrimonio con Doña Guillermina Calderón, con la cual tuvieron cuatro hijos. En su hogar, tuvo siempre un sitial especial en el Corazón de sus hijos y de su esposa, su actitud dulce, comprensiva, llena de afectos y sus palabras plenas de amor iluminaron la vida de su hogar, siendo unos padres, un maestro, y un amigo a la vez.
Laboro posteriormente en el Callao, Lima, donde se quedo por cuatro años retornando a Arequipa en 1947, siendo nombrado Director de la Escuela de la Antigüilla.
Mercado, considero al niño no como material dúctiles o maleable, sino como entidad en potencia, sino como entidad en potencian desterró el castigo infamante, el memorismo, los métodos foráneos. La observación, el juego, la psicología, y el amor, fueron siempre sus mejores herramientas, siendo un verdadero despertador de conciencias y facultades infantiles.
Por largos años se entregó a la docencia primaria con infinito cariño y apego vocacional, conviviendo en estrecho contacto con los hijos del pueblo, conocedor de sus más apremiantes necesidades, sabedor de las deficiencias de la enseñanza, testigo de la urgencia de locales escolares, pulsador y receptáculo de emociones recogidas en ese ambiente propicio de la experimentación y el análisis, cual es la escuela, los niños la docencia en su exacto significado. De esta manera, el poeta y maestro, educo a varias generaciones Durante mas de 40 años en labor pedagógica. Mucho recuerdan a Mercado como ejemplo de inspiración y como uno de los mejores educadores nacionales.
Mercado no tuvo partido político, decía que el Corazón del poeta, del maestro se da entero al amor de su pueblo. James firmo compromiso alguno que significara unos contra otros. Fue sencillo ciudadano, un hombre, un bohemio que puso su almas al alcance de todos, ambientando reuniones y conversaciones. Su voz siempre fue mensaje. Tras sus palabras las de un profeta, las de un paladín de los pueblos, las de un hombre que sobre los trashumantes restos de los pueblos caídos y envilecidos, alzo su voz potente señalando rumbos justo, entonces escribió
"Yo no he visto otros ojos
Con una luz mas profunda
Ardiendo en su dolor"
"Jama había visto a otro hombre
En cuyo aliento estuviera tan hondo palpitando
La angustia de su patria"
"Erosión"
Viajo por diversos lugares de la patria ofreciendo sus recitales poéticos y conferencias de carácter doctrinario y pedagógico, con al cuzco, donde fue recibido y aplaudido por Luis Nieto y todo el pueblo cuzqueño, los mismo que en Huancayo, y otras ciudades mas. Su presencia significaba un fraternal mensaje, así Mercado unía a los pueblos mediante la fuerza magia de sus canto lírico.
En 1950 viajo a Chile invitado por El Grupo "Fuego de Poetas", para brindar un recital poético, dos años después ofreció otro recital en Quito’ Ecuador y por azares del destino no pudo concretar su anhelado viaja a Caracas Venezuela.
El nombre de Mercado figuro con sus poesías en las páginas de las mejores antologías del continente creaciones poéticas de factura americanista la tierra, paisaje, el cholo peruano, la campiña arequipeña, sus rebeliones, sus volcanes, su eterno cielo azul fundidos en plenitudes cósmica… aparecieron en la estrofa de este poeta arequipeño, alcanzando dimensiones no solo nacionales, sino universal, al ser considerado como uno de los grandes poetas peruanos del siglo XX, mereciendo el aplauso consagratorio y admiración de grandes personalidades de la poesía como Juan de Ibarborou, Carlos Sabat Ercasty (Uruguary), Gabriel Mistral, Pablo Nerudi, J. Moraga Bustamante, Juan Marin (Chile), Richard Rojas, José Ramón Luna (Argentina), y muchos otros poetas y amigos. Su nombre también fue conocido en España y otros países de Europa que, consignaron la producción artística de este vate e intelectual arequipeño.
Su labor poética sobe todo, fue felicitada y elogiada por grandes personalidades no solo del mundo literario. Recibió elogias de dos presidentes venezolanas López Contreras 1937 y Carlos Andrés Pérez 1975
Entre los diversos cargos que ejerció, podemos citar
Director de la ANEA Asociación Nación de Escritores y Artistas varias veces
Director del Instituto Nacional de Cultura
Secretario General de la Asociación de Maestros del departamento de Arequipa
Presidente de la Asociación de Maestros Primarios de Arequipa
Presidente de la Asociación de Maestros de Mollendo
Representante de los Maestros Peruanos en la Tercera Convención
American de Maestros reunidos en Montevideo en 1930
Presidente de Conversatorio Psicopedagógico de Arequipa
Director del Diario La Verdad en Sicuani
CANCIÓN DE LA LLUVIA, AMOR
Con la lluvia crece tu amor en mi corazón
pausadamente
Con la luvia sube tu aliento desde el pecho
de las plantas
Con la lluvia el agua canta la canción de tu ternura
y sus gotas tiemblan repitiendo el dulce brillo
de tus ojos
Con la lluvia los bordes húmedos, verdes, respiran como tus labios y la tierra mojada tiene
el olor de tus senos
Con la lluvia el campo se ciñe a tu cintura pequeña,
se encogen las rosas juntas como tus hombros desnudos
y hasta las piedras llorosas deben soñar con tus manos.
Y yo siento con la lluvia que tus pies vienen y van
por mi alma; siento que la lluvia desborda el cántaro
de tu cuerpo y que tu alegría danza bajo sus tules
de agua.
Pero esta lluvia viene llorando, trayendo
a mi frente triste tus lágrimas y tus besos.
Esta lluvia viene del cielo que se agita entre tus brazos
regando sobre mi vida la música de tu mirada.
1952
EL PENDÓN DE LOS DESHEREDADOS
I
“No hay mal que por bien no venga” …
y la voz traposa, a remiendos de llanto,
se arrastra hasta doblar la cuesta
del pobre canto obrero;
toda la aldea tiembla en sus cántaros,
tiembla bajo el temple grave de la guitarra oscura,
tierna de miserias.
Y las caras comienzan a estirarse de esperanzas,
caras de barro humilde, caras de pueblo,
colgadas de los ojos al más tarde.
En el campo el trabajo a chorros
por los brazos del hombre empapa la tierra,
las lampas cantando amontonan FUTUROS.
No hay pan seguro pero los niños levantan
torres de júbilo, corriendo a gritos
montados en el viento.
II
Entre los valles maduros se oye en entrada
la torrentera ancha de las madres
cargadas de hijos.
El pobre “no hay mal que por bien no venga”,
mugriento, hecho jirones, va quedándose prendido
en los pechos averiados.
Las mañanas ebrias de pájaros y frondas
tremolan flecadas de sol en los árboles
deshojados.
No hay mal que por bien no venga …
hasta los cerros empuñan el adagio
hecho pedazos.
1933
MI CANTO AL TITICACA
Lago sagrado,
algo vieron los abuelos callados y taciturnos,
en la profundidad de tu sueño,
cuando dijeron y hablaron
que de tu vientre de espumas
salieron los fundadores
de un inmenso Imperio de Oro.
Algo vieron los abuelos en tus ojeras azules
cuando dijeron y hasta los cerros hablaron
que rubias vírgenes del Sol lloraban aprisionadas
en tu palacio de agua.
Viejo Lago, Padre nuestro,
barbado de áureas leyendas,
ahora las tardes cual novias
besan tus sienes heladas,
y prenden de música tu alma,
cuando hacen vibrar en las cumbres
los charangos lloradores
de tus crepúsculos.
Ahora, tu hondo silencio es la suma
de esos silencios que crecen
en los que aman, crean y piensan
sobre la tierra.
Y en tu espejo progidioso,
la Luna atraviada de nubes
se mira en él y se siente
una dama de aventuras,
mientras las chicas del pueblo
asomadas a tu ronda,
desde el cerco de sus senos,
sueltan a la paloma serrana
de su melancolía.
En tu orilla, los pechos desnudos
que entregan sus esperanzas
en las manos marineras de tus vientos,
desembarcan la carga de tus sueños
y beben tus horizontes.
Viejo Lago,
Abuelo de la tristeza indígena
que solloza a veces lejos
en un paraje de mi alma,
o se emborracha, baila y canta
en la poblada de mis palabras.
1976
ROMERÍA
Cuánto tiempo ya querrás
cambiar de posición padre mío, ya querrás
desperezarte, tomar el sol, salir al campo.
!Ya te deben doler los huesos mucho¡
Ahí adentro encerrado, cómo estarás
esperando a tu mujer, a tus hijos, que vayan a darte los buenos días
llorarás como un niño sofocado a media noche
para que lo levanten en brazos
cómo estarás ¡hasta preferirás morir, morir!
a quedarte en esta estúpida manera de estar metido, apretado en un cajón
Y ¡quién te ha de levantar! si para abrirte
no encontramos la llave en el llavero de nuestras lágrimas.
POEMA Y MENSAJE A MI PUEBLO
Arequipa, cuando mi ausencia.
yo me quedé mascando una rama de tu cielo,
donde innumerables tus estrellas
se cuentan por racimos.
Y con los ojos abrazados a tus crepúsculos
porque ellos
habrán de encenderse un día
hasta en mis cuencas vacías.
Mas, ahora que te vivo.
que imprimo mis huellas en tus calles
y en tus piedras,
que mi sombra ya es una alojada familiar
de tus muros solitarios,
ahora que entran tus mañanas
a torrentes de música en mis venas,
que veo alzarse el rostro de mi madre
en tus tardes que esperan y endulzan mi cansancio,
que abro y leo tus paisajes
y oigo claro la proclama de tus árboles.
Ahora que siento a tus aldeas una a una
subírseme al pecho
para llenar plenamente mi ancho abrazo,
que voy sembrando mis sueños en el surco mismo
donde siembras tu trigo y tus desvelos.
Ahora que te vivo,
que sólo alumbran el ámbito de mis hombros
tus rostros humildes como lámparas de hambre,
que mi respiración leal se extiende sobre la tierra
cargada del aliento de tus hijos olvidados.
Que el dolor que callan ellos
es la savia que sube a ser la sangre
de los poemas que escribo.
Que ya llevo escrita la mirada de tu pueblo
como una llaga oscura a lo largo de mis años.
y trenzada en mis nervios su anárquica angustia.
medular y creadora.
Que siempre me ha sido dada
la llama inapagable de los ojos de tus niños
para mirar hasta dentro de tu alma y tu destino.
Ahora que te vivo no te canto.
Ni canto tus paisajes. Ni canto tus volcanes.
Ahora estoy contigo. Y salgo de tu silencio
como una voz de tus piedras
o un bramido de tus vientos,
que con golpes de ala o de poema
abre y entra en tu corazón
para decirles a tus hijos como a hombres
de este siglo:
Que la libertad que tienen ellos
será un árbol arrancado
de cuyos frutos mañana
habrán de hartarse las bestias.
si no afirman sus raíces con manos inmaculadas
en la dignidad y en la tierra.
Que la libertad que gozan ellos
será comedia de esclavos,
si no la viven, la trabajan y elevan
en la jornada suprema de cada día,
si no la saben en el pan, en el amor y en la idea.
Si no derruyen las celdas
de esas conciencias de barro,
para que ella entre en la vida
como el oxígeno, como el sol y como el agua.
Que la libertad que cantan ellos
será un ídolo de calendario,
si no la aman en cada hombre
y no la sienten más suya en el anhelo sin tregua
del corazón profundo de la patria,
de ese corazón que conforman e impulsan de altas tensiones
los humildes de la patria.
Si no la acrecientan con las manos de la generosidad
sin estruendo. Y no la alimentan en las fuentes
del deber con sacrificio.
Libertad sin dignidad
el pan se vuelve limosna,
el trabajo servidumbre.
el orden temor callado,
la autoridad prepotencia,
la justicia un juego de varas
la juventud oro perdido,
la educación negocio con niños,
el amor contrato de sexos
y la amistad una agencia del egoísmo.
Que tus hijos no se olviden lo que digo.
Que desde el clavo que hundan
hasta el mandato que firmen
no se olviden que son hombres...
Que desde el suelo que barran
hasta la majestad que invistan,
no se olviden que son hombres...
Que desde el hambre que sufran
hasta la dicha que alcancen no se olviden que son hombres...
Entonces, oh pueblo mío, recio baluarte histórico,
así reverdecerás el penacho amarillento
de tu viejo civismo.
Y la libertad de los peruanos,
como una hermana mayor, vendrá a beber en tu corazón
sangre de juventud para nuevos heroísmos,
y a encontrar en tu pensamiento
la brújula sin vacilaciones
para travesías más duras
y para metas más lejanas.
Que el poema que les digo
lo fermenten en el corazón,
y el mensaje que les entrego
lo reciban todos los días.
EL CARPINTERO SILVA
El carpintero Silva ganaba una peseta al día
Haciendo cajones para una fábrica.
Era tan solo, tan solo en medio de sus hombros,
estaba tan distante de donde se está
un poco bien apenas...
Recuerdo su taller humilde, los golpes de su martillo honrado,
el trajín por los maderos de sus manos deformes,
ese agudo llorar cada momento de su viejo serrucho.
Y hasta su triste solitario silbado siempre al medio día.
El carpintero Silva envuelto en sus pobrezas
se acostaba junto al río,
bajo esas sombras familiares
su cuerpo hallaba lecho blando sobre la tierra dura.
Las aguas negras y heladas
amasaron su alma de desheredado,
ese frío del río acribilló hasta su sombra.
El carpintero Silva trabajó tanto que al fin
murió de hambre,
entonces el hospital y los hombres
lo sepultaron desnudo como una semilla,
él, que había hecho cajones
no tuvo ni una madera para su único lecho definitivo.
La tumba fue su único gran salario,
en las puertas de la fábrica ha quedado
el tufo de su miseria.
y en las aguas cargadas de piedras del río
la protesta entredientes
que fue toda su existencia.
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