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jueves, 11 de octubre de 2012

8165.- DAVID CORTÉS CABÁN




David Cortés Cabán (Nació en Arecibo, 1952, Puerto Rico. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Poemas y otros silencios (Río Piedras, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1981), Al final de las palabras (New Jersey, SLUSA Editores, 1985), Una hora antes (Madrid: Editorial Playor, 1991), El libro de los regresos (Madrid: Editorial Verbum, 1999), Ritual de pájaros: Antología personal 1981-2002 (Mérida, Venezuela, Editorial El otro el mismo, 2004). Su libro más reciente se titula, Islas (Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, C. A., 2011).  Fue coeditor de la revista Tercer Milenio (1994-1998). Sus poemas y reseñas literarias han aparecido en revistas de Estados Unidos, Puerto Rico, México, España, Venezuela, Brasil, Argentina, Italia y Portugal. Se desempeña como profesor adjunto del colegio Eugenio María de Hostos of City University of New York (CUNY).




Ritual de pájaros
Extractos


El tiempo es la única mentira donde no te encuentro

Con la voz llena de tus labios
he salido a mirar los gorriones
que salpican el espacio
nada puede rescatarme de este segundo
que oculta la inaccesible despedida
de los pájaros
La mañana  trae  la presencia
de tu cuerpo
y presagia
la única mentira
donde no te encuentro.





Biografía de un instante

Las manecillas del reloj
se alzan como dos alas
mientras los trenes
se alejan
y cada paso
es como entrar a una calle
donde el amor
es un puente donde la lluvia canta
el lenguaje del fuego.





Nos han cambiado todo de lugar

Insistir
mientras
caminamos
y la lluvia nos moja
y nos sentamos
como siluetas de antílopes
formando círculos
distribuyendo sílabas
hasta enlazar la mañana
porque nos han cambiado todo de lugar.





La vida no es una orilla polvorienta

Me hubiera quedado al fondo de sus calles
para morir,
para arrojarme contra sus plazas,
pero quién puede contra la furia de sus olas,
contra su inocencia,
contra sus noches de lluvia.
Mi pueblo crece dentro de mí
como el primer día de mis ojos.
La furia de una ola podría borrarlo,
la sombra de una vaca
podría cubrirlo todo.
Pero mi amor en él levanta una espada,
y sé que en él la vida no es esa orilla polvorienta,
esa palabra que borra los gestos.
(Puedo sacar la mano y tocar tu cintura
nacer de mí hacia ti, nacer de ambos)
Aquí el amor no es una máscara,
lo ofrecemos y lo ganamos todo;
de puerta en puerta la luz clara,
ábrete y canta.





El poeta se recuerda a sí mismo

Mientras el viento del Sur
desnuda la trampa del deseo,
y la luna como un ojo de buey
lame los brumosos tejados de Cheng Tu,
he bajado a espiar tus últimos poemas;
cólera o tristeza,
artificios,
retos a la luna.





No oigo más que el vuelo

No oigo más que el vuelo
de blancas palomas
y el arco iris que traspasa los árboles
ahora que el día arrastra
el paisaje que trae tu nombre
miro los gorriones que tocan a mi puerta
y tiemblan mojados por la lluvia
porque no tengo más amor
que esta llama que enciende el rojo trono
para tu corazón para tu cuerpo
que escapa como un pájaro
porque yo protejo tu pie contra la soledad
En la agonía de las horas te escucho
Y digo ven miremos las estrellas más brillantes
una será tu dicha otra será mi esperanza
porque yo haré una gran muralla contra el viejo lobo
y llamaré a los niños para que se rían de nosotros
y de esta gran locura
porque quiero el ancho cielo que nace de ti
cuando los días estallan como girasoles
y el viejo lobo cae.





La virtud

A dónde está lo eterno
la luz
la transparencia
toda la transparencia
la virtud
que celebra tu cuerpo
el último signo del pájaro
su imagen en el río
lleva tu voz
sobre la dura realidad
junto al árbol o en alguna ventana
como si el amor fuera y volviera una y otra vez
como si se estuviera ausente
como si no existiera uno mismo.





Esta es la incertidumbre

Esta es la incertidumbre
que posee al vulnerable
porque soy un mal faquir
que hiere su garganta
cuando ha perdido la magia del retorno
o como un monje cuyo único amor
va mirando el vuelo de los pájaros
el altivo resplandor que navega
en el cielo más íntimo
Solo en la noche solitaria
igual que el sol más puro sobre la garganta del faquir
en esta misma garganta que te nombra
cuando estás más lejos cuando estás más cerca
cuando eres la hojita húmeda que se inclinó
tocada por el leve resplandor
y arrojada sobre la última floresta
aún cálida aún sobre mi pecho
uno y otro día vulnerable sin ti
¿Alondra que cruzas con tu trino
cuándo me traerás tu presencia?
Rojo cielo el del faquir
comprenderás estas llamas
fantasías de la imaginación voces que nadie oye
Cautivo ciervo que pastas en el páramo
¿Quién vio semejante esplendor?
Lo que fuiste amada lo que aún somos lo que eres
estrella luminosa en la boca del faquir.





He vuelto

Nada que ofrecerte
sólo el paisaje
y el hermoso brillo del corcel
y el pájaro
solamente el pájaro
sobre la leve superficie
que vuela y resplandece,
pues cierra los ojos para verlo
lo demás es pura sed
eso que escogemos al azar
cuando la memoria esparce las cenizas.





Esta fábula donde crece tu nombre

Llegas
como un río de estrellas fugaces
y palabras que silban
no sé si eres el destino que busco
que cae hacia la fina seda de tu rostro
Yo soy el otro que no cesa
desgarrando su vida
como esta fábula donde crece tu nombre.





Ruiseñor del gran bosque

No tengo presencia no soy un río
quedóme quieto sobre mi propia piel
permanezco inmóvil
frente a los días que pasan
ya transcurrió el gran secreto
ya se abrió la rosa
la que lamió mi corazón con lengua de buey
y no anhelo más
oigo el breve relámpago
el gran resplandor de la adolescencia
su lumbre sobre la tibia memoria de abril
No espero nada nada ruiseñor del gran bosque
cuando dices: canta canta
y entra tu voz en la mañana cálida y transparente
bajo un cielo dorado y las nubes un ancho camino
para divagar dulcemente y el mar tan firme
un gran abrazo el mar tan menudo y exacto
tocando a mi puerta saliendo y entrando
como un lindo tucán que acaricia
tus pasos bajo la lluvia.





1.

Cus­to­di­ado por el paisaje
viajo en el cuerpo que se desliza
como la huella de un antí­lope en las sombras.



2.

Regreso a la ven­tana de cristal
donde mis ojos vieron volar las golondrinas
no las que Béc­quer vio sino estas otras
que de la vida traigo y aquí dejo
la vida que me dieron mis padres una noche
vida que cada instante me vive y me desvive
como esa llu­via que escapa entre los árboles
y no vuelve jamás y es inútil quedarse y retenerla
cuando la piel se tiñe de gris como un ocaso
que se está yendo siem­pre para siempre.


3.

Entre los gira­soles de un día que no existe
quiero encon­trar la vida que se escapa
la vida que me aleja de ti cada mañana
la que lleva los árboles que te vieron crecer
los ríos y las playas de otras costas
que alguna vez miramos sin mirarlas.


4.

Por las calles desier­tas voy buscando
un cuerpo que se oculta de sí mismo
un cuerpo que se aleja y nunca alcanzas
un tiempo sin edades que nunca se detiene.


5.

La armonía de un pájaro inventa otro paisaje
en el que te des­gar­ras bus­cando lo que ignoras
cubriendo con tu cuerpo la impiedad del olvido.
Ah la injus­ti­cia amada mía recor­riendo las calles de mi pueblo
los per­ros venerando la injusticia
la avari­cia desple­gando su iniquidad.


6.

En este mismo instante
las sílabas guardando tu inocencia
la dureza del mundo o el leve resplandor.
Heme aquí guiado por tus pasos
lejos de las rec­om­pen­sas que infectan el alma
con tu ima­gen en las pro­fun­di­dades del bosque.





Hoy vuelve Dios

Hoy creo que vuelve Dios
yo lo presiento
como un suspiro entre las flores pasa
nadie lo ve llegar sino mi alma
no dice una palabra
sólo calla
parece que está ausente
y sus pupilas
me dan frío y temor
me dan vergüenza
al verme así desnudo entre las sombras
yo que he sido un mal hombre
no comprendo su corona de espinas
ni sus clavos.  



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