TONY ZALAZAR
Nació en Resistencia, provincia del Chaco, ARGENTINA en el año 1980
Libros publicados:
* Poemas de Tractores (2001)
* Dios TV (2004)
* Poerótica (2007)
* Ser de Ruido (2007)
* Tajos (2009)
* Quherencia (2009)
Tu hermano entró en la droga
me dijo anoche mamá
y yo pensé no,
él no entró en la droga
la droga entró en él
y con mi tontería del lenguaje
supe que este poema iba a ser muy largo.
Empezar por Ulises y sus soldados
encallando en las tierras de lotófagos
no es mal ejemplo.
Ulises tuvo que atarlos al barco,
hermano,
a los que probaron del loto
y ya no querían volver a casa.
Pero dirás que yo no soy Ulises
y no hay destino en este barrio.
Tenés razón, y todos esos soldados
igual murieron, te digo.
Te acordás de José, ese pibe
atado a la derecha de papá
sus muñecas mordidas por la fiebre
las convulsiones y el impulso hacia la merca,
su cama de hospital no era metáfora
ni su alucinación literatura.
La droga es sólo un momento
y nadie te va a atar con ejemplos patéticos
te escribo sólo porque mamá estaba despeinada
que quiere decir desesperada
y sabemos que encuentra excusas, siempre
para hundir sus ojos en almidón de sangre.
La droga no es mala, ya lo dijo Torrente
y en el barrio viste cómo en pieles duras
sacó las mejores cicatrices
cómo hizo música, risas y hasta negocios
viste cómo transformó en gatito de pabellón
al bravo de las púas.
El cuerpo es lo único verdadero que nos lleva
a humedecer el hocico en el deseo.
pero qué desear más que el goce inmediato
en una casa que se hunde
en un barrio que se derrumba
me dirás y tenés razón hermano.
Y ojalá ese hundirse conduzca al infierno
al sitio donde los griegos
encontraban su destino…
Es una U la droga para mami
un recipiente en que caíste
y no una Ü como la ves
una risa imposible de acabar
pero no olvides que mamá
es VIuDA, y en ese recipiente estamos.
Una vez me mandaron a correr
yo estaba también sin caminos
y ya no sé cómo llegué hasta acá,
hasta este manto invisible de letras
que se desteje en desconcierto,
únicamente sé que no paré
le armé porros a los amigos
amé el olor en frío de la marihuana
comí fideos de faso
con un tecito de floripondio
pero no paré.
La droga es un momento solo
la ataraxia un estado envidiable
sólo desde acá
desde la cómoda insatisfacción.
Somos y estamos
sujetos a la deriva, hermano
y acá estoy para bracear con vos
atados a una madre que se despeina
que nos lleva del llanto
al amor
y que se muere por vernos vivir
prolijitos y bien peinados
en este huracán del tiempo y la distancia.
Del Burro
De oír y creer tantas mentiras
las orejas le crecieron
al Burro
pensé al apoyar la mano sobre el vidrio
es que la fe y la inocencia
sostienen en pasión a los pibes buenos.
Su cicatriz de sopa en la cara
y el ojo perdido en la flecha del hermano
hacen que su bondad no parezca
ahí
en la ventanita del ataúd.
Lo miro y sé de los vivos que frecuentó
que le contaron el mal y lo adiestraron,
que lo hicieron ese burro a cajón cerrado.
Salimos a la calle con una jarra de aluminio,
el hielo flota en vino blanco
y tintinea ante el silencio.
Sorbo y recuerdo un Burro
que carga cosas del robo
que descarga y que entrega todo
sin nada para él.
El Burro creció y no su astucia pienso
No llegó ni a los veinte,
y eso que veinte años no es nada.
Ronda el vino
y arranca anécdotas.
El hermano cuenta que fue la sobadora
que estaba haciendo el pan
y que del lado tuerto
-del lado por el que entró una vez su flecha-
la máquina lo chupó
(los dedos
la mano
el brazo
y hasta parte del cuello)
su sangre en la masa del pan pienso
y esas máquinas que no saben parar
los estómagos, la suerte, el destino.
“Él quería volver,
no se hallaba en la capital
tenía pasaje para la semana que viene.
En avión lo trajeron.”
¿Esa flecha ciega
vuelve envenenada en culpa?
¿Cuánto arde en el corazón de un padre
la sopa hirviente?
Habla mi hermano
-el que con un primo le jugaba al truco
hasta ganarle el mazo
del lado tuerto le espiaban cartas
y por ese lado le filtraban señas
y aun sin cartas el Burro era valiente
su inocencia lo quería todo,
y lo robado al padre, lo prestado
y lo fiado perdía con fe el Burro.
Y era feliz, aun perdiendo era feliz.-
Habla mi hermano, digo
y recuerda cuando el Burro
se metió en la cola y comulgó
“las viejas no sabían cómo atajarlo
qué decirle al Cura
porque el Burro nunca tomó la comunión
y estaba ahí, en la cola
por comer el cuerpo de Cristo
y abría la boca y decía amén
y arrodillado en el banco cerraba el ojo
rezaba o se tocaba con la lengua
la hostia en el paladar
pero no sabía hacer la señal de la cruz
y todos reían su remedo.”
Reímos y es mi turno
el toque de orejas recuerdo
ese juego que terminaba en golpes míos
y en perdones de él.
Recuerdo eso pero no lo cuento,
prefiero la anécdota del eucalipto
“el Burro era extremo” digo
“¿Se acuerdan esa vez que con un hacha
se trepó al eucalipto?
El burro solo en la mañana
contra los cuarenta metros de árbol.
Y de repente el miedo,
el pánico que lo abraza a una rama seca
y ahí llora a treinta metros de la gente
que ríe
que no sabe cómo ayudarlo o no quiere.
Nadie arriesga su vida así porque sí
pero el Burro siempre fue entrega,
inocente entrega,
y esa leña le era innecesaria.
Y se hizo de tarde con el Burro
prendido a ese miedo inmenso.
Y las lágrimas caían y hacían brotar risas
hasta que una soga le alcanzaron
para que ahorque a su gigante,
y en esa rama del miedo
dé hachazos a la coyuntura
le cale el brazo al pánico
y ahí jalen todos la cuerda de la unión
y el eucalipto pulsee contra el barrio
se mueva con el Burro encima
y quiebre y caiga el gajo trofeo
y ahí el Burro
alado de orgullo
habiéndole torcido el brazo a su gigante
baje a talar con los demás el alimento del fuego.
Todos lo abrazaban y le besaban la oreja,
lástima que ni una mujer lo haya visto ahí,
tan heroecito barrial en su apoteosis.
Demasiado amor quedó reservado en él,
si tan sólo una chica hubiese acariciado esa piel,
su bondad estaría en otro lado
y no encajonada con ventanita.
Y no sólo amor de burro hubiese tenido
una verga de animal imagino
crecida en noches de soledad
y paja extensa,
el Burro no derramó su amor
en las manos de una mujer
y ahí quedó,
encerrado en esa caja de bondad.
Lo despedimos y recuerdo mi retrato
madrugado
-traído del centro de la noche exhausta-
mis ojos vencidos de alcohol
y las caricias del viento en la ventanilla,
lo oigo gritar mi nombre y me despierto
me bajo del colectivo
y lo veo venir con sus orejas vivas,
me invita al póker
y en la oscuridad del lugar se extiende la noche
jugamos, reímos y ya no hay alcohol,
no hace falta,
bebemos con alegría la gaseosa insulsa
mientras la plata no importa
por eso ganamos
y así ojalá sea la muerte,
un amigo despertándonos
para jugar a que la noche sigue
o al menos
si no sigue
alguien que acaricie con anécdotas
la piel de la poesía.
Y sí, de oír y creer tantas mentiras
las orejas le crecieron
al Burro.
Hallazgo
Ebrio de una piedad casi impersonal,
caminé por la calles.
J.L.B.
Yendo en auto pensé en los poetas
en esos seres que ni la muerte frena
qué es un poeta pensaba
y un semáforo me detuvo.
Instantáneo el limpiavidrios
su agua
su espuma
precipitó sobre el parabrisas
Qué es un poeta pensaba
y el niño escurría la mugre del vidrio
el polvo que la velocidad levanta
de los urgidos laberintos
-en segundos hizo de la transparencia
su oficio-
el poeta es un reloj
un reloj de piedad se me ocurrió
y extendí la moneda presta.
Cuando el verde me dio paso
lento fui soltando el embrague
y lentamente hundí el acelerador,
el sol entraba mejor en el auto
y el motor indiferente me alejaba del hallazgo.
Nos embriaga tu belleza
Siguiendo la luna no llegaré lejos
L.F.C.
Selene, el tiempo pasó y paseó sus lunas
sobre nuestros oscuros deseos,
ya no escribo cursilerías para seducirte
ni busco marearnos para caer en tu cama,
esa fe en la palabra quebró entre botellas
entre pétalos marchitos de flores truchas
que alguna vez te alegraron
que alguna vez arranqué con la sed
de besarte y luego nada.
Selene,
¡cómo nos embriagaba tu belleza!
eras nuestra estrella en la noche
y bailabas para que todos bailen
aplaudan
y conviden felices la cerveza.
Éramos estudiantes
-que quiere decir carenciados
pero con todo por tomar-
y alguien, que nunca era yo
te hacía lucir
en los pubs, en las peñas
o en la calle,
era Miguel que sabía zambar.
El Negro y yo éramos tu músculo
tus guardianes de borrachos groseros.
¡Cómo te cuidábamos y
cómo nos embriagaba tu belleza!
Selene.
Tus pasos tu cuerpo tu luz,
tus tetas desparramando jazmín,
para que hombres como avispas
saquen del bolsillo nuestro néctar
y bebamos todos a tu salud.
Cómo bebíamos y vivíamos
con ganas toda la noche
Selene,
y de bar en bar nos llevabas
a varar la carne insaciable por un rato,
en el camino yo te alababa
te entregaba el centro de mis ojos
las flores truchas que se cruzaban
y esos poemas cursis que durante el día
se criaban en mi corazón.
Una noche, Selene
-ahora que el tiempo sincera
y la embriaguez persiste,
te lo cuento-
una noche en la calle
nos pediste que nadie te mirara
que miráramos que nadie se acerque
y atrás de un auto
alzaste tu pollera
bajaste tu bombacha
y como dos lunas llenas
-llenas de mis mejores deseos-
pálidas cayeron tus nalgas en mis ojos.
Es que no pude evitar el gusto
y me arrastré bajo el auto,
te vi orinar hermosamente toda la cerveza
toda la belleza que nos embriagaba
y nos hacía libres en la noche
Selene
measte, eternamente
te alzaste la bombacha
y después seguimos
para ya nunca hacernos el amor.
Deseos 2010
“cada poeta es un radar
tras el alma del deseo” YO
le birles a Aladino sus deseos
y te concedas quiebres de rutina,
entre elegantes raptos de sabina
le arranques novedades al museo
nos tengas a tus pies como un Teseo
dispuesto a complacer a tu ladina,
voraz, espléndida y feraz vagina,
que entrega orgasmos gratos de trofeo
se arrebuje en tus pechos un Morfeo
lo duermas y le afanes el destino
los sueños de la noche y los del vino
y partas y compartas los caminos
del amor, la poesía y del dulce Eros
para que siempre marches con mi Orfeo.
Si estás acá
Con pedacitos de espejo
metía desde el patio
rayos de sol en la pieza.
Así sabía papá
que yo estaba vivo.
A oscuras ahora
en la cama de papá
espero el reflejo,
los dedos luminosos
de un hijo que juega con el sol,
o la caricia de un padre en la memoria.
fricción
Las metáforas, amantes
bajo la cama.
Inéditos
Puta = Pueta
Una vez le envié un poema
a una mujer.
Ella dijo
“Pero él sabe que soy puta”.
Y yo nunca dije
“Pero ella sabe que soy pueta”.
Así es la vida
ella antes de puta fue virgen
y yo antes de pueta
la veía cruzar en su bicicletita de carrera
Blanca.
De “Dios TV” escrito junto a Mario Caparra. Ed. Ananga Ranga 2004.
Sofía y los diamantes
Sobre el peligro del cordón de la calle
espera sentadita
un choque de autos
un accidente que deje en sus manitas
los diamantes
resueltos del parabrisas.
Sofía en la siesta
si vo me chiupá io te chiupo
propone Sofía excitada
y sucia
con más tierra pegada a la piel que el Rata
-tres collares más que él-
pero es de siesta
y el sol a esa altura
efervescente
suda duendes en la lengua
de los que no duermen.
De “Ser De Ruido”, Ed Ananga Ranga, 2007.
No hay comentarios:
Publicar un comentario