MARÍA JOSÉ ALEMÁN BASTARRICA
Poeta y periodista nacida en La Laguna (Tenerife), en 1957. Entre 1987 y 1992 ha sido redactora en varios medios de prensa y emisoras de radio en Tenerife. Desde 1992 trabaja en el Museo de la Ciencia y el Cosmos de La Laguna (Tenerife).
Ha ejercido también la crítica de arte. En 1985 obtuvo el premio de poesía Ciudad de La Laguna. Sus dos primeros poemarios, Plasmario, de 1985, y Mirador, de 2003, se reúnen en un solo volumen de 2004. También ha publicado Una familia completa (2009).
pista
este cielo no es de hoy
y menos mal que lo guardaste
pues esa manía que tienes
de retener y contener
tantas escenas
como para darles valor
como si no lo tuvieran ya
es poner cada acontecer en tu lugar
guardar su pura mágia
su coincidencia
que es para ti un recuerdo
un sueño un deseo
raptar ese rato de cielo
para meterte en el espejo
y fabricar los recuerdos
y las pistas
mis primeras dos palabras
la primera palabra que pronuncié
esta mañana pensé
que me hubiera gustado que fuera
iglú
hay una palabra que me gusta
tanto como iglú
dijo ella recogiéndose el pelo
con una cinta de color rojo
es bloc
me sentí feliz al poder compartir
el gusto por las palabras por la mañana
el propósito de indagar el sentimiento
que provocan
más allá de su concepto
lo estaba compartiendo
no era la primera vez
propósito es mi segunda palabra preferida
cuando la pronuncias
parece que estas hablando
realmente en serio
son de esas palabras
que no salen así como así
sino tras una larga reflexión,
indica un pensamiento previo
es una palabra premio
el colador
el aire atraviesa mi cuerpo
como si fuera un colador
también pasa
el miedo
como si no ocurriera
y el dolor
como si no lo asumiera
¿he simplificado las leyes mi física?
el letargo
Un mes es más que suficiente
para gestar las ideas
que aguardaban
como estas palabras
derramadas en el sofá de la trastienda
palabras acostadas que
querían decir cosas
De un mar abierto
Tu cuerpo me parece una isla
que unida a otra isla
emerge de un mar abierto.
Las montañas son el territorio
por un puente a la cabeza ensambladas.
Tendido sobre la cama
te afianzas entre las mantas,
como los puentes en Sikoku
que se agarran a las montañas.
La cama se parece a un mar.
El cuello que las une, a un puente.
El archipiélago es ondulado
como el contorno de tu cuerpo
que está tumbado.
Tu cuerpo me parece una isla
que emerge de un mar abierto,
en medio de la noche
cuando ya no tengo sueño.
Las siete en la flores
Se llegó a un acuerdo
hace ya décadas.
Para llegar a ser flor
hay que respetarlo.
A las siete contar a los padres,
a ver cuántos quedan,
ponerles un nombre,
por ejemplo árnica
y ordenarles el sueño.
Porque aunque uno patine
y la otra sea un pájaro,
van para flor.
El desorden
El argumento de la silla y la mesa es el despacho,
el de las galletas, una merienda.
El agua es el argumento de la sed.
Aun así, a pesar del orden,
una lavadora vieja y una rueda de una bicicleta
habitan en un vertedero,
y en los grandes almacenes
las novedades literarias y la leche de oferta
se colocan al lado de unos zapatos del cuarenta.
Porque la condición esencial
para llegar a ser argumento
es que el desorden preceda a la trama.
La respuesta
A veces las casas y las calles no son la respuesta,
a veces tampoco es la montaña a lo lejos,
verde, pero esperando el agua que no llega.
Tampoco la forma de las nubes en ángel gigante
que fabrica el viento que viene de África,
el que trae la arena que envuelve el cielo
como un velo que no deja respirar.
Entonces tiene que ser la gente,
que desde este balcón no veo,
pero intuyo dentro de sus casas
o conduciendo los pequeños coches
que cosen la autopista lejana,
la respuesta a este sin sentido
tienen que ser ellos,
con sus movimientos silenciosos,
ese ir y venir que busca el mismo ángel
en la forma de las casas,
de las calles o en el cielo
que les muestre la respuesta.
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