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viernes, 26 de agosto de 2011

4691.- CARMEN RUIZ FLETA


Carmen Ruiz Fleta
Nací en Zaragoza el 8 de enero de 1978 y en Zaragoza he pasado la mayor parte de mi vida, salvo cuatro años de exilio universitario en Pamplona y unos meses de trabajo en Madrid. Soy Licenciada en Periodismo. (Ahora ya no) pero he sido mucho tiempo carne de televisión local. Tres años en Antena Aragón. Tres años en RTVA. Delante y detrás. Aunque la radio me apasiona.

Imparto clases de Representaciones Escénicas. Quise ser actriz y durante seis años formé parte de Teatro Pero Poco. Antes quise ser música. Y antes, bailarina clásica.

-Música para perros fue mi primer poemario y lo publicó en 2006 Chorrito de Plata
-Cinco días de agosto (2008). (Editorial Eclipsados, 2008)
-Mapas y disfraces (2010). (Editorial Comuniter, 2010)
-Polaroid (Todos parecemos más fuertes en las fotografías). Olifante, 2011


Desde hace unos cuantos años colaboro en el fanzine Confesiones de Margot, dirigido por Octavio Gómez Milián.



Las tendí de una cuerda en el patio.
Vacié de letras todos mis huecos,
chupé el polvo de la única palabra que ya no uso,
y me atraganté.
Después de perseguirte a distancia,
de aprender todos los gestos,
de peinarme frente a tu espejo.
De resbalarme cabeza abajo hasta tu sexo.
Apreté las piernas hasta hacerte daño.
Pasa el tiempo y las pelusas anidan en las tripas.
Han hecho un útero donde antes había estómago,
y en lugar de comer,
doy a luz todos los días una manzana de tristeza.
Si las nanas hacen llorar, ¿qué se les canta a los que nacen difuntos?
Te haré una canción que sepa a leche y así saldaré la deuda de no ser tu madre.
El suelo cada vez está más sucio y no me queda tinta para remediarlo.
En mi tendedor las manzanas se pudren antes de suicidarse
llevadas por la inexcusable tentación de la inercia.







Guardo tres recuerdos tuyos:
las calcomanías en la pared,
las pinturas de la habitación,
y cuando fuimos a encargar tu lápida blanca.
El resto son fotos de baños vespertinos
del único verano que viviste.
No volví a jugar contigo.








Abandona el cuarto y se abandona a la ducha,
prendiendo a conciencia su olor en las baldosas.
Se asoma silenciosa antes de marcharse del todo.
Él duerme.
Ya descubrirá de día que las princesas madrugan.
También está sola la noche
y a nadie reprocha nada.
Tanta quietud asusta a los cuerpos dormidos
que se asfixian abrazados
robándose mutuamente el aliento.
Sola extiende sus manos hacia la nada,
o hacia los hombres, es lo mismo,
hacia el espejo ciego
que devuelve noche a la noche.
Que la hace más noche y más negra y más sola.
Y a nadie reprocha nada mientras,
sola,
acaricia con sus dedos de muerte.
Aún no he aprendido
a morder esta vida manzana
como una loba,
como las mujeres antiguas de los libros.
Si de ello dependiera la vida de mis hijos,
o la lumbre del vientre vacío,
arrancaría a dentelladas la carne de la fruta,
y aullaría nanas cada noche.
Nada menos parecido a mí que una loba:
frágiles encías,
no cuido de nadie,
no nació mi camada.
Pero no hay luna
en que no aúlle mis culpas.
La mujer más fea del mundo
me hablaba de tratamientos faciales gratuitos
mientras ponía en mi mano un folleto
con la mujer más bella del mundo.
Ha sido a las 10 de la mañana.
La mujer más fea del mundo
debe entregar 500 folletos diarios
de la mujer más bella del mundo
para ganar 587 euros al mes.
Nadie mira a la cara de la mujer más fea del mundo.
Nadie se atreve.
Debería mancharme de una vez
el traje de novia
y dejar que se rasgara
tanta blancura y tanta candidez,
tan bien vestida desde la cuna.
Tanto faldón y tanta pátina
para acabar deseando pringarme de grasa
hasta los muslos
y comer con los dedos
sobre la vajilla dominical,
y mostrar los tatuajes
en forma de cicatriz
que me dejaron tantas batallas
en las que nunca luché.
Me canso de este contenedor de miedos
llamado cuerpo.
Me canso de no poder reciclarlo,
de no poder moldearlo
a la imagen y semejanza
de las miserias que acoge.
Me canso de estos músculos vagos,
de los cartílagos que dolían en la adolescencia.
Me canso de la autoridad de la epidermis,
y del desprecio abrupto de los párpados
que encierran tanto dolor inútil.
Me canso del cabello que no me atrevo a cortar,
me canso de estos pies, tan cobardes…
Este contenedor de mentiras llamado cuerpo
no me va a librar de la muerte
ni me va a salvar de mí misma.

de 23 Pandoras: Poesía alternativa española.
Selección & Prólogo por Vicente Muñoz Álvarez
(Baile del sol, 2009).






Acariciada
por los delicados dedos
de las palabras.
Qué paz.

Mapas y disfraces
(Colección Resurrección, Comuniter, 2009)














Una vez perdido el mapa
habrá que recurrir al instinto,
esa brújula esquizoide
que me proporciona,
sin receta,
veneno en pequeñas dosis.







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