Octavio Armand (Guantánamo, Cuba, 1946). Poeta, ensayista, traductor. Fue director-fundador de la revista Escandalar. También dirigió Ujule. Publicó en poesía: Horizonte no es siempre lejanía (1970); Entre testigos (1974); Piel menos mía (1976); Cosas pasan (1977); Cómo escribir con erizo (1979); Biografía para feacios (1980); Origami (1987) y Son de ausencia (1999). En ensayo: Superficies (1980) y El pez volador (1997). En 1994, se editó en Nueva York, Refractions, selección de sus ensayos y poemas traducidos por Carol Maier. Actualmente reside en Caracas-Venezuela.
TABLERO
Vatsyayana
coloca las piezas
sobre el lomo del tigre.
64 escaques, 64 artes.
La sabiduría, la riqueza,
la gracia, el deseo,
serpenteantes,
van hacia la luz
por trochas de luz amenazada.
Dharma, artha, kama.
Suenan como aldabas los colores:
la luz que amarra al último sol,
el ciervo entregado en alfileres
a una jaula de rayas.
Mate.
Caracas, 22 de enero 2002
SAFO*
Ahí.
Como tiestos de un kylix.
Como si las momias
fueran carapachos.
Ahí las cuerdas de su lira.
El doble filo del ejemplo.
La verdad, la belleza.
Casi todo lo que queda de ella.
Tiras, apenas trizas de papiro,
donde desentrañas tres
o cuatro palabras.
Qu no h ya lla to
Luego letras sueltas, inconexas,
acaso un par de sílabas.
l ca d l p s a
Y al fin la escena
que ya no podrás olvidar.
Cleis llora; su madre, moribunda,
la reprende: ni una lágrima,
ni una, que no haya llanto
en la casa de la poesía.
Caracas, 17 de febrero 2004
* Ninguna colección de la poesía de Safo sobrevivió al período medieval. Durante el Renacimiento, además de dos poemas completos hallados en el Ensayo sobre lo sublime de Longino y el Tratado sobre el estilo de Dionisio de Halicarnaso, se recopilaron todas las estrofas, versos y hasta palabras aisladas citados por autores griegos y latinos. No había esperanza de recuperar manuscritos originales en papiro, material poco perdurable. En el siglo XIX, sin embargo, aumentó considerablemente el número de textos y fragmentos conocidos gracias a hallazgos arqueológicos en Egipto. Hay una deuda muy particular en este sentido con los momificadores, que utilizaban los papiros, casi siempre cortados en tiras verticales, como papier-mâché para envolver las momias. Amor constante más allá de la muerte.
BRINDIS
No verse en el espejo
Oírse en el espejo
Beberse el abrazo de la imagen
Como una marea alta en la piel
Real irreal
Quemar la luz
Y añadir abismo al deseo
Braza a brasa
Entre las sábanas
Viento en las velas sin rumbo
Una mujer de cauce y hueco
Para tocarla
Decir su nombre ardiente
Deletrearla
Levar como un ancla
Los corales de la lengua
Irreal y real
Callar en otros labios
Y tener la voz del otro
Entre los labios
Desde el puente que pasa
Sobre las aguas que pasan
Agotar la corriente
Apurarla gota a gota
No verse nunca
Moverse
Zarpar con otra sombra
Hacia otras sombras
Caracas, 20 de febrero 2004
NEZAHUALCÓYOT
Ni al batirse como un sol
contra el avispero de obsidiana.
Ni bajo la luz afilada por los tajos.
No vacila la mano que tiembla
cuando roza la noche.
Es tuya, como la voz
que se adelanta a los nombres
para quedarse un rato más.
Es tuya entre dos pausas,
hasta mancharse de sangre y de palabras.
Acércate. Mírala bien.
¿Cuántas veces, te preguntas,
no arrancaste un corazón vencido?
¿y cuántas, desgarrado,
no voló como una mariposa
tu propio corazón?
No es verdad que vivimos.
Ni los dioses duran aquí en la tierra.
Pero me has regalado un puñado de sílabas
donde no hablas de ti mismo sino a ti mismo.
En ellas, balbucientes, leo tus labios.
En ellas, los oigo, respiran un niño y un rey.
Así he podido conocerte.
Eres una ruina que acaba de nacer.
La repetida batalla de dos espejos.
En uno me busco, dices, en otro me borro.
La mano roja y negra.
Solo.
Caracas, 20 de mayo 2003
MILTON
Si en mis sueños
también fuera ciego
no querría tanto a la noche,
que es mi día.
Caracas, 12 de noviembre 2001
ODA
Solo una vez
he oído cantar al ruiseñor.
Fue en tu poema, John Keats.
Caracas, 12 de mayo 2001
RUISEÑOR
Grato tararear su melodía.
Pero inútil.
Cantar sin muerte
para quien no deja de morir
es oficio de pocos.
¿Y cómo seguir su rumbo
a oscuras sin perderse nota a nota?
En vano lo buscarás entre las hojas
del pequeño Libro de Ruth.
Para distraer tu soledad
se ha empinado en otras ramas.
Los puntales batidos del bosque,
que rastrillan las alturas
hasta trazar nuevos signos.
Una oda donde nunca ha muerto.
Alguna página que no has abierto todavía
Mejor búscalo en tu propia sombra.
Llena tus pulmones
de un viento sin siglo ni rima
hasta parecerte un poco a la noche.
En tu casa de irse otra vez
habrá un jardín tan verde
como la nieve del verano.
Oirás el mismo ruiseñor.
Leerás el mismo poema.
Serás Ruth y John Keats.
Ausencia a partir de azogues.
Caracas, 20 de febrero 2004
NO DEL TODO
Quien no se suicida,
no del todo,
nunca del todo,
hable otra cosa
ante el amarillo incauto
de los girasoles, la luz
que a veces parece un rostro,
o una silla, las botas
que pintó descalzo
en su cuarto menguante.
Con ojo de huracán,
no con astuto
reojo de cíclope,
admira el linaje rebelón
de una verdad.
Pero sigue.
Nada queda tan lejos
como la tierra que pisas.
Caracas, 15 de octubre 2001
[http://www.revistasolnegro.com/sol%20negro/octavioarmand.htm]
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