FERNANDO LUIS CHIVITE
Nacido en 1959, ha escrito los libros de poesía La inmovilidad del perseguido (1986), El abismo en la pared (Premio Gerardo Diego, 1995), Calles poco transitadas (Premio Ciudad de Irún, 1998) y Apuntes para un futuro manifiesto (Premio Hermanos Argensola, 2009). En prosa, es autor de la trilogía narrativa La tapia amarilla (Pre-textos1996), El viaje oculto (Bassarai, 2001), La fuga de todo (Bassarai, 2003), y Premio de novela Café Gijón por Insomnio (El acantilado, 2007). Es columnista habitual en algunos periódicos nacionales.
ESBOZO DE MUJER SOLA
Ella sabe que hay algo, intuye
que hay algo más allí donde los otros
hace ya tiempo que dejaron
de buscar.
De manera que espera a que se alejen,
no dice nada
cuando al atardecer le muestran
sus hallazgos en el bar contentos
con su suerte.
Ella sabe que la pieza mejor
sigue enterrada aún
y cuando todos se han ido, incluso el último,
regresa subrepticia.
A la luz de la luna
con sus ojos de loca
se arrodilla y escarba con sus manos.
(Apuntes para un futuro manifiesto)
Antihimno
Nos vigilarán eternamente.
E. M. Foster
No les verás el rostro porque no tienen rostro
no escucharás que llegan ni música ni látigos
no sentirás la sangre debajo de tu ropa
no sentirás el odio la vergüenza siquiera
debajo de tu ropa.
DE: La inmovilidad del perseguido (Pamiela, 1986).
ELLA PONE SU FRENTE
Ella pone su frente y espera lo que ama:
la esquina de su vestido sobresale
al otro lado de la puerta de la noche.
Ella husmea los ruidos que le llegan,
lame galopes, silbidos y sirenas,
abre rincones rojos con su respiración.
Ella tiene en su plato una nevada
y un incendio en su taza
para velar al que se aleja.
Ella sueña descalza por las habitaciones
pisando el aire amigo de la muerte.
(de El abismo en la pared)
AL LADO DE LAS HUERTAS
Veintinueve de noviembre por la mañana.
Solo, en el viejo camino de las huertas,
a eso de las once.
El ladrido de algún perro, el sonido
de algún coche lejano, algunos pájaros.
Y el sol, pálido y vulnerable en el aire frío.
Entonces me detengo. Me paro de repente
y digo para mí: voy a pararme un poco,
sólo para saber que puedo pararme cuando quiera.
Voy a pararme aquí, al lado de las huertas,
durante unos minutos. Quiero mirar despacio esta luz
de noviembre, la luz de esta mañana soleada.
Quiero mirar esta luz y quedarme con ella,
por si en los días futuros nos faltara.
Por si la oscuridad llegara a hacerse
demasiado terrible en los días futuros.
(de Calles poco transitadas)
INVENTARIO DE OMISIONES
Furtivo calienta el rescoldo de lo olvidado
Canetti
La nieve que iluminaba la escalera.
Las farolas del cementerio encendidas
durante toda la noche. La chica delgada
que se juntaba con la chica más delgada.
El muchacho descontento que se unió
al muchacho aún más descontento. Algo
parecido a niebla amarilla dentro de un cuarto.
La voluntad de derrumbarse del puente.
La austeridad de los armarios. Un reloj
que bostezaba. Un olor de años en las mantas.
Los negros cercados. La absoluta
oscuridad que de ninguna manera
nos atrevimos a tocar. Y naturalmente
la elegancia que nacía del dolor.
Y por supuesto la dignidad de los que fueron
humillados y olvidados
después.
(de Apuntes para un futuro manifiesto)
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