SONIA CONTARDI escritora, poeta, investigadora y docente universitaria rosarina. Obtuvo su licenciatura, su maestría y su DEA en letras en La Sorbona, París durante su exilio político. Desde su regreso a la Agentina es Profesora titular de la cátedra de Literatura Iberoamericana I de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. En el 2007 se doctoró en la UBA. Es miembo del Consejo de investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario. Ha sido becaria de la Academie et Rectorats de París, del Conicet y de la D.D.A. de Berlín. Publicó La lengua del destierro (1995) y los libros de poesías Siete Vidas (1998) y El Origen del tiempo (2008). Recientemente ha sido incluida en la antología Las 40 poetas santafesinas (2008). Ha actuado como jurado de poesía de la UNR y desde el año 1999 es responsable del Encuentro Anual Arte, creación e Identidad cultural en América Latina. Es también compositora e intérprete de música folklórica.
1. COPLA PRIMERA
Yo vengo de un canto escrito
por Violeta en su arpillera,
por José en la selva hojosa,
y por César en la guerra.
Yo vengo del alma entera
de los que amaron la tierra
monte, palma y aguacero,
Ernesto muerto en la Higuera
Y canto herida de muerte
y tengo herida la sed.
Ya no hay agua para afrenta
que lave tan dura hiel..
Yo canto con mi guitarra
los versos de mi dolor,
los entonados, los tristes,
los que nos hacen nacer.
Ningún cáliz se apartó
de mi camino ninguno
y al monte de los olivos
llevé mi canto desnudo.
Fui con mi canto desnudo
arrodillada a pedir
que las espinas no dañen
a un nacarado jazmín
Las espinas eran bravas
y en el monte fueron mil
y como espadas hirieron
la blancura del jazmín.
Dolida mis versos digo
aunque suene un cascabel
con sonaja y una caja
hago la pena esconder.
Y he recorrido caminos
que ya no puedo pisar
conozco la ventisquera
la cordillera, el trigal….
También conozco la guerra,
el olvido y la crueldad
la inteligencia del hombre,
también sé de la maldad.
Sólo una vez me ha tocado
el amor sólo una vez
y se renovó en la afrenta
como el canto de la miel
Se repitió en la segunda
en la cuarta, en la bordona
en las cuerdas fue tejiendo
consuelo para el que llora..
2. COPLA SEGUNDA
Angelito vas al cielo
entre rosas y claveles
no te mojes con rocío
arropate cuando llueve.
En el cielo las estrellas
son las velas de los muertos
que nos cantan con sus cajas
preñaditas de silencio
La luna es grande y es blanca
no tiene luz, tiene frío
el sol le presta la ropa
y la pone a beber vino.
De los dos nacen las nubes,
los cardones del camino
cielo y tierra se formaron
para escrbir el destino
La muerte vino a buscarme
pero yo la hice beber
le dije que no me muero
tengo mucho por hacer.
La muerte me replicaba
yo no quería partir
con un gran vaso de vino
pronto la puse a dormir.
Se fue borracha cantando
no se cuando volverá
por las dudas en mi casa
el vino no ha de faltar.
II SILVAS CORALES
1. SELVA Y ESTRELLA
Un golpe brutal
te ha derribado.
Pero la muerte no,
no todavía….
Debes vivir los días
que ha previsto
el que te copia y te borra,
el hacedor de sangre,
el sembrador del cielo.
La fina hebra de la vida,.
aún en tenue filamento
te enamora….
Y entonces decides
ascender…
Y ves
que el cuerpo roto,
no corrompido crece
en un dolor antiguo,
y que en un reto del cielo toma
la majestad de un vuelo.
Hacia lo alto,
en un sueño
que sube hasta profundas grietas
la virgen de Guadalupe...
miras debajo de la medialuna,
sus pies desnudos,
un arco de luz,
desordenadas rosas,
el tosco sayal...
Y escuchas ingenuas letanías...
Coros de niños indios,
santos espejados
que duplican con sus ecos
veinte veces la bóveda del cielo.
Santa Rosa de Lima
que con su corona puesta
y su pesado crucifijo escribe
lo que sueñas...
Los siete recoletos
que fabrican el vino de la misa
pasan cabizbajos con sus
rollos de papeles amarillos
sellados con un lacre,
entre el olor a incienso,
a terciopelo ajado,
a mantilla recién puesta
en cabeza de niña.
Luces de ventanales catedralicios
te ofrecen la visión de los altares.
prendidos a las nubes
como maderos,
como rocas
con sus fuentes de agua bendecida.
Con sus cálices bruñidos
los altares tienen rostros,
oscuros rostros,
manos que aprietan
hojas de yerba mate
espadas y arcabuces...
Todo está puesto en tu sueño,
imágenes escritas con la sangre,
podeross trípticos, tablados,
altivas estatuas
alas de ángeles...
Pero de pronto...
como acuarelas mojadas por la lluvia
santos, vírgenes, arcángeles...
milicias celestiales
se desvanecen, lloran
y por la fina línea del horizonte
que separa el cielo de la tierra,
por el cerco y el junto
en el que reina el dios de las esferas
lo terrenal vuela a las alturas...
Suben como tirados por cordeles
la selva horadada por la espada,
el vapor de las aguas pantanosas,
las hojas del gomero,
los platanares,
las solitarias palmeras
el mar...
Pescadores de cangrejos,
con sus bolsas repletas
golpeadas en la roca,
mujeres que cantan
debajo de la luna
para que sus hombres
vuelvan...
Hileras de artistas,
fraguadores de cántaros,
artistas de la turquesa,
de la obsidiana,
del jade...
hombres de espalda cobriza
que en una feria truecan
raros huipiles,
esteras sobre las que reposan
semillas de cacao,
plumas de quetzal,
hilos del henequén,
vasijas de oro,
cueros de jaguar,
sonajas y atabales.
Y ves entonces
que el anverso y el reverso
se hacen uno
Los siete cielos,
el amarillo, el azul,
el verde, el negro,
el blanco, el rojo y el morado
se confunden ante el genitor dominio
de los ríos, de las piedras habladoras,
de los montes con alma
de las lloronas
de las huacas...
olvidas así el cuerpo que dejaste,
el dolor, la carne, el beso...
Ninguna farmacopea
ungüento alguno
llevas en tu viaje
sólo el nocturno vuelo
es tu equipaje.
Entierras tus sentidos
como los de la pobre Juana
que pidió con pulso trémulo
olvidar en su carta interrumpida
Y entras al fin en un mundo
Único y unido
Ves que el abajo es el arriba
Por el ojo dimiuto, infinito
del cielo y de la tierra
la selva se hace estrella
Y entonces, sólo entonces tu vuelo se detiene.
2. SILVA DE LA ROSA
El negro crespón,
la negra rosa
que sube al cielo
no es la rosa….
la rosa,
la rosa es otra cosa
que aletea deshecha en las alturas
y vuela tan suave que averigua
las siderales voces que se esconden
en las grietas del firme firmamento.
Y ásí el negro crespón,
pues, no es la rosa,
la rosa es otra cosa
que descansa en los pechos de los hombres
dulcemente niña, gualda,blanca,roja
y se espeja en el cielo constelado
donde la cruz del sur duerme su sueño
y ni el gran Don Luis de Góngora y Argote,
ni la Sor Juana en su celda abarrotada
de astrolabios y de libros
profanos y sagrados
pudieron ver ni comprender siquiera.
Las tres Marías sí que son tres rosas
que al azur del cielo sur
bien lo sostienen
como aquellas que cantó Petrarca
y que al ajarse con el tiempo mudan
la joven piel en surcos graves, hondos pero justos.
Es la misma que el ingenio de Quevedo
hizo escoger a la tonta reina coja.
"Fernando Sabido Sánchez agradece a Luis Alberto Vittor, Director Editorial y Fundador de la publicación argentina Analecta Literaria. Revista de Letras, Ideas, Artes y Ciencias[http://actaliteraria.
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