Álvaro Solís (Villahermosa, Tabasco, México 1974)es licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y cursó la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado en diversas revistas nacionales e internacionales como Sibila (España), Punto de Partida, Este país, Crítica, Trilce (Chile), La estafeta del viento (España), Cultura Urbana, Biblioteca de México, Luvina, Reverso, Revista Tierra Adentro, etc.
Su poesía aparece en diferentes antologías como, Anuario de Poesía Mexicana 2006 (Fondo de Cultura Económica), Muestra de poesía mexicana 1964-1985 (Blanco Móvil, 2006). Los mejores poemas mexicanos edición 2005 (Joaquín Mortiz/Planeta). Anuario de poesía mexicana 2004 (Fondo de Cultura Económica), “Un orbe más ancho” 40 poetas mexicanos jóvenes (UNAM). Chants de Pierre, (Maison de la Poésie Du Nord/Pas de Calais), Encuentro en la Pirámide Antología de poetas mexicanos, (Colección Altazor de poesía), Madrid, 2005, etc.
Ha publicado los libros de poesía Los días y sus designios (Educación y Cultura/El errante editores/Profética, Puebla), Cantalao (Universidad de Guanajuato), Solisón (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2005), También soy un fantasma (Gobierno del Estado de Tabasco, 2003), y el libro infantil Querido Balthus, yo también perdí a mi gato (Gobierno del Estado de Tlaxcala). Tiene en prensa un libro más: Los ríos de la noche oscura (Gobierno del Estado de Nayarit). Es coautor de La luz que va dando nombre: Veinte años de la poesía última en México 1965-1985 (Gobierno del Estado de Puebla).
Ha obtenido los siguientes reconocimientos: el Premio Tabasco de poesía José Carlos Becerra 2003, el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2006, el Premio Nacional Clemencia Isaura de Poesía 2007 y el Premio Nacional de Poesía Joven Gutiérre de Cetina 2007. Ha sido becario en dos ocasiones de la Fundación para las letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en la categoría de Jóvenes Creadores en la emisión 2005-2006. Actualmente es becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Tabasco en la categoría de Creadores con trayectoria. Fue Director Adjunto del Encuentro Iberoamericano de Poesía de la Ciudad de México 2006.
LOS DÍAS Y SUS DESIGNIOS
A Ramón Cote Baraibar
"La edad del Cristo Azul se me acongoja
porque Mahoma me sigue tiñendo
verde el espíritu y la carne roja,
y los talla, al beduino y a la hurí,
como una esmeralda en un rubí."
Ramón López Velarde
"Nací a los treinta y tres años
el día de la muerte de Cristo."
Vicente Huidobro
Poemas de la dicha
He regresado a los portales de la infancia
y he descubierto que allí el mundo es bueno.
He regresado con los ojos de mi sangre
en otro cuerpo más pequeño y más adolorido.
He regresado con los pasos temblorosos,
con la duda en cada verbo apenas conjugado.
He regresado y los días duran años,
he regresado y me saben a miel aun los dolores.
ENTRE LA DUDA Y EL LLANTO
¿Cuál de las casas de mi infancia es la casa
donde pululan, cristalinos, los recuerdos.
Cuál de los barrios de mi infancia, en dónde
aquella luz mitigada por el insomnio.
Cuál de los hornos, donde mi madre preparaba el pan, está dispuesto.
Cuál de las ventanas hacia el patio de los cuáles,
cuál de las noches y los techos, cuál de las tejas,
la de asbesto, la de lámina, cartón, el crudo cemento.
Cuál de las casas de mi infancia es la casa
donde mi abuelo me espera sin saber que morirá mañana,
sin conocer mis pasos que el nombró.
Cuál de los insomnios infantiles no me deja dormir.
Cuál de los gallos, que amanecían mi sueño,
canta en el patio del vecino, cuál.
Cuál de los llantos de mi madre, cuál
de los ecos, cuál de sus prodigiosos ungüentos me curaba.
Cuál de sus cantos que no escuchaba por dormir, cuál
de los sueños que inventé hace tiempo
entre los patios de la noche y la comida puesta.
Cuál de aquellos niños era yo?
LAS TARDES
Había en el patio un arroyo.
La casa rodeada por pitales,
por naranjas, por limas, un viejo tamarindo
y un árbol de mango como sauce.
Había un arroyo en el patio de la casa
y pavos, y gallinas agresivas que peleaban con los perros
y perros que comían a escondidas
los zorros de la noche.
Los gavilanes sobrevolaban la casa en busca del descuido,
los gallos se escondían en los pitales
cazando al gavilán.
Todo era un círculo perfecto:
el arroyo inundaba de rumor todas las tardes
y salíamos al patio en busca de la brisa
que no siempre llegaba. Pero estábamos ahí,
y la lentitud del tiempo espantaba hasta los muertos.
¡Tardes! decía el viento,
cuando la noche era ya una sustancia inevitable.
Entonces prendíamos el monte seco
y el humo se elevaba blanquecino hasta la noche.
EL AGUA Y LOS SUEÑOS
"… Luego todas esas aguas calmas son de leche
y todo lo que se derrama en las blandas soledades de la mañana."
Saint-John Perse
Siempre quiso ser un pez.
Caían rayos y nadaba sin parar, se negaba al cansancio,
buscaba el rostro de mi abuela en las aguas del río que le vio nacer,
nadaba por horas y extrañas aletas se le emparejaban,
lo miraban como si fuera un pez
y mi padre dormía bajo el río, pero despertaba antes de ahogarse,
soñaba que un inmenso cuerpo de agua lo tomaba por el cuello,
lo sacudía una y otra vez,
entonces despertaba y seguía nadando contra la corriente,
siempre contra el río a quien nunca pudo vencer.
Mi padre, solo por el mundo de las idolatrías,
esperaba la vuelta de mi abuelo que se embarcaba en el Carmen
y se dormía al esperar,
soñaba que un inmenso cuerpo de agua,
que lo sacudía por el cuello,
lo injuriaba.
Y mi padre se despertaba entonces,
subía al mástil de los barcos,
se lanzaba al río
queriendo ser un pez que sabía volar,
nadaba por horas contra la corriente
hasta el cansancio, hasta el sueño
donde un inmenso cuerpo de agua lo sacudía por el cuello
y le cantaba las canciones que mi abuela no pudo.
Mi padre pasaba horas enteras sentado en las bancas del parque
creyendo que Dios era una mierda,
se quedaba dormido y sudaba las aguas del aire,
soñaba que un inmenso cuerpo de agua lo abrazaba de pronto
con cariño maternal,
y se reconocía en el sueño, sin querer despertarse
recordaba los bailes alrededor de mi abuela
y nadando de frío por las calles silenciosas de la ciudad,
se emparejaba a furibundas aletas describiendo diminutas eses en el agua.
Mi padre encontró la felicidad en el nado,
en la imagen femenina del agua, diría por esos mismos años Gaston Bachelard,
quien trabajaba en lo mismo,
quien soñaba con inmensos cuerpos de agua que lo tomaban
por el cuello queriéndolo injuriar,
y muy temprano con el canto de las aves, mi padre y Gaston
salían a las rutas que el servicio postal les asignaba,
repartían las cartas mientras ambos pensaban en el agua,
en los sueños femeninos, en la imagen ausente de la madre
y nadaban,
uno por el agua de los sueños,
mi padre contra el agua lunar.
MARÍTIMO
He inventado un mar muy pequeñito
para ponerlo entre mis cosas,
un mar que no enfurezca con la luna,
que no se robe las almas de los náufragos,
que no pregunte cosas indebidas
ni se oscurezca con la noche.
He inventado un mar para mis manos.
DOPPELGANGER
Allá van otros pasos que son como los míos
y han brotádome otros brazos de la mujer que amo.
Allá corren mis ansias
hacia juegos nunca vistos,
corre mi sangre por el llanto de otro cuerpo
apenas pequeñito.
NOSTALGIA
Era el día un parque abierto,
un columpio de colores fue mi llanto.
RETRATO
Mi madre miraba el mar de Veracruz, cuando pequeña,
sentada sobre una piedra en la playa.
La luz del faro volvía cada diez segundos,
—¿a dónde va la luz, cuando no la miro?— preguntaba.
Mi madre miraba el mar
abrazando aquella muñeca que no envejece en las fotografías.
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CANTALAO
Pablo Neruda quiso fundar un pueblo no muy lejos de Isla Negra. Para ello adquirió un terreno, que terminó de pagar en los últimos años de su vida, donde las olas golpean con tanta fuerza, que se levantan a varios metros de altura y era llamado por los araucanos como Punta de tralca, que quiere decir Punta de trueno. Era la intención del poeta chileno construir varias casas para que los artistas pudieran llegar a trabajar en sus obras. Desgraciadamente el régimen de su país impidió la edificación de aquel lugar del que hoy, solo queda el nombre: Cantalao.
¿Quién es el mar, quién soy?
Jorge Luis Borges
Mi casa es la última de Cantalao,
y está frente al mar estrepitoso,
encajonado contra los cerros.
Pablo Neruda
C
Piedra sobre piedra y en medio la arcilla
que se niega a los estruendos.
Arriba rústicos maderos soportando el tejado
y más arriba la tormenta, el cielo allá afuera,
amplitud numérica de astros.
Adentro la casa, las herramientas,
las manos duras que nunca serán utilizadas,
el agua que penetra por debajo de la tierra.
Adentro la casa que resistirá al invierno,
un par de ventanas cubiertas con bolsas
que han persistido ya varias noches.
Adentro la casa y el tálamo,
la noche matizada por la luz de las velas.
Allá el frágil cementerio junto al mar.
En medio de la arcilla está la piedra,
invisibles telarañas que he tejido en las noches de insomnio.
Afuera el viento,
y aquí
esta casa vacía.
A
En el fondo del mar
el agua pesa como una tumba.
N
Al inicio fue la noche,
todo era sombra de la luz que no nacía.
Al inicio fue el canto de la muerte,
el invierno sin la nieve,
ruina bajo la tierra, sin forma aún,
la sombra luchaba,
desprotegida luz negra.
Al inicio fue la noche,
la del alma que no conocía el cuerpo.
Luego con las manos todo fue dicho,
antes la roca y el fuego,
el cielo azul y el agua clara,
antes del hierro de la mujer y el barro,
silencio.
Sólo se escuchaban pasos
que venían y se alejaban sobre la tierra,
Dios no había descendido de su reino.
Al inicio los días se medían por el cansancio,
por la llegada del sueño
donde tampoco la luz había fundado sus encantos,
los hombres dormían sobre los árboles
cerca del agua oscura
de los ríos sin fondo,
también del mar
que era una noche invertida.
En el principio fue la sombra.
T
Cantalao a media noche
es como el velorio de mil hijos.
A
Desde aquí se escuchan las palabras que dicta el mar,
y habrá que transcribirlas sin su forma nocturna.
Mejor ser como el marino que evita el nado en el naufragio,
inerte cuando arrecia la tormenta,
tres veces hasta que de nuevo el mar nos regrese del silencio.
El mar adentro robándose los sueños de huérfanos y viudas,
28 días ardiendo en la entrepierna de la tierra fértil.
Quebranto del mar.
Sin calles, sin casas,
escribo en la noche de diciembre,
en los gemidos de estas ni siquiera paredes,
en esta metralla de incendios bajo estrellas que nada dicen ya.
Aquí en esta sangre verde y azul,
en esta tinta donde las palabras son un cansancio
por la llegada de la noche y de la lluvia otra vez.
Digo que algo marino vive dentro.
También en la partida algo se incendia debajo de la piel.
Quebranto del mar.
Nada queda en pie bajo la sombra.
L
Si anuncias la muerte, llévame a tu lado.
Si anuncias la palabra, dímela en secreto.
A
Dulce o salada,
oscura en el abismo.
El agua dormida por dentro,
la del reino de las sombras.
El agua rodeándolo todo,
en crispación,
en sí misma
ampliando sus dominios
sobre la tierra mojada,
ora lodo,
ora arcilla,
ora roca debajo de la tierra
o a la orilla del mar,
que se descubre a los ojos
de quien mira sin recelo.
Dulce o salada,
el agua forjando la costa
donde un pueblo, sin lugar sobre la tierra,
se anunciará mañana.
O
Este es el pueblo sin lugar bajo la noche.
Todo termina en el abismo. Punto.
Es hora del trueno.
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SOLISÓN
Estos poemas para lavar el nombre
Un hombre con el corazón lleno de piedra de sapo fue Solisón.
Era un hombre […] que cuando le ponía a uno su mirada le quería pasar de lado a lado. Gustaba de dar paseos alrededor de la plaza de deportes con las manos para atrás, y si un reo le saludaba ni siquiera le devolvía el saludo. Su nombre era Álvaro Solís y el reo le llamaba de apodo Solisón por lo pedante y engreído que era.
José León Sánchez
La isla de los hombres solos
Esta cárcel fue primero
cementerio. Yo era niño (…)
Nuevo cementerio alzaron
para los vivos.
José Hierro
MANIFIESTO A CONTRA LUZ
Ocúltate de la luz que tanto quema
Que no penetre en tus sueños
Que jamás pronuncie tu nombre
Que nunca ilumine tus manos esta luz verdadera
PRIMER DÍA
Era el año que no se registró en el tiempo
El día que los presos llegaron del mar
Las gaviotas miraban
Los presos llegaron del mar en silencio
Y nunca nadie se marchó de esta isla
En secreto recuerdan sus casas
La última lágrima porque aquí en San Lucas no se llora
Y desde entonces tampoco ríen
Y desde aquel día no conocen el amor
Ellos llegaron en grandes barcas sin mirar el rastro en el oleaje
Entraron a los pabellones en silencio
Se acostaron sin sueño a recordar la cama
Las mañanas con el cuerpo a un lado de la mujer cansada
El grito del hijo hambriento
Cuando los presos llegaron del mar
No estaban enterados de la soledad
Del mar sonorizando cada día
De los muertos madurando bajo un árbol
Tristes y solos en espera de un poco de luz
DECÁLOGO DEL ASESINO
Para que el círculo nunca se cierre
No vuelvas a la escena del crimen
Olvida a tu padre y a tu madre
Jamás tengas hijos
Cuando encuentres el amor
Escóndelo del enemigo
SAN LUCAS
Esta isla es soledad
Aquí las noches se prolongan atan los árboles
Esta isla es abismo que se sufre a diario
Y el dolor es himno
Cuando el hambre da sus primeros retortijones en el alma
Esta isla es San Lucas
Ataúd que flota en medio del mar
Sin esperanza
ÁRBOL DE LA LOCURA
En San Lucas
Muchos perdieron la cordura
Olvidaron la duración del tiempo
El nombre de su estirpe
La fuerza necesaria para cerrar los párpados
En San Lucas los locos se atan a los árboles
LA CÁRCEL VERDADERA
Aquí no hay nadie
Ni siquiera nosotros
Sólo unos cuerpos tirados en camastros
Que de vez en cuando encienden un cigarrillo
Esta es la cárcel verdadera
INSTRUMENTO DE TORTURA
El látigo hiere la delgada epidermis que cubre a los sueños
El látigo debe tomarse con suavidad
Que el golpe anteceda al desmayo
Y que la sangre funde nuevos ríos
Y las moscas ronden en espera de su nuevo alimento
El látigo hiere la delgada epidermis que cubre a los sueños
LAS HORAS DE LA TARDE
En estas cuatro paredes
Sin espacio para correr hacia cualquier parte
Con luz apenas para mirar las manos
Este soy
Celador de mi propio encierro
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