BUSCAR POETAS (A LA IZQUIERDA):
[1] POR ORDEN ALFABÉTICO NOMBRE
[2] ARCHIVOS 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª 14ª 15ª 16ª 17ª 18ª 19ª 20ª y 21ª BLOQUES
[3] POR PAÍSES (POETAS DE 178 PAÍSES)

SUGERENCIA: Buscar poetas antologados fácilmente:
Escribir en Google: "Nombre del poeta" + Fernando Sabido
Si está antologado, aparecerá en las primeras referencias de Google
________________________________

domingo, 3 de octubre de 2010

1561.- GABRIEL JAIME FRANCO


Medellín (Colombia), 1956. Autor de En la Ruta del Día (Ediciones Otras Palabras, Colección "Cuadernos", 1989); La Tierra de la Sal (Colección de Poesía PROMETEO, Serie Hipnos, número 2); Reaprendizaje del Alfabeto (Premio Nacional de Poesía Fuego en las Palabras, 1996); La tierra memorable (Universidad Nacional de Colombia, 2006), Diario del incierto (Ediciones El Tambor Arlequín, 2008). En 1998 gana la Beca Nacional de Colcultura, con el proyecto Las Voces Escindidas. En 2005 gana el concurso de apoyos a la creación de la Alcaldía de Medellín, con el proyecto “Diario del Incierto”. Ha sido incluido en algunas antologías, entre ellas las siguientes: Disidencia del Limbo. 1981. Cinco Poetas Jóvenes. Colección Poliforo de Oriente. 1985. Poetas en Abril. 1985 y 1987. Conozcámonos Mejor. Brasil- Colombia. 1995. Postal de Fin de Siglo. 1996. Quién es Quién en la Poesía Colombiana, de Rogelio Echavarría, 1998. Antología de la Poesía Colombiana, de Rogelio Echavarría, 1998. Ha sido incluido en dos antologías de poesía colombiana que se publicaron en España en 2007. Miembro del Consejo de Redacción de la revista Prometeo. Miembro del Comité de Dirección del Festival Internacional de Poesía de Medellín, del cual es el Coordinador General.



LA TIERRA MEMORABLE (fragmento II)

“¿Qué es el yo en medio de esta hoguera?
Delmore Schwartz


Toda poética excluye e
intenta
construir su onanista paraíso.
Lo que mis ojos no vieron
lo vieron otros ojos.

Donde mi corazón no estuvo
otro se exaltó de dicha o de dolor.

Toda poética se ciega a sí misma,
despedaza su sextante,
así se siega.

De donde no extrajo nada
mi razón ofuscada por su obsesión de soles,
otro trajo su porción de luz.

Toda poética construye su casa
con ladrillos que también son míos.
Por qué entonces hacerla sin ventanas?

Lo que no alcancé a soñar otros lo soñaron,
y mi pasión no fue más alta ni más baja,
sino tan sólo mi pasión.

Toda poética es orín de perro,
límite,
miedo de ser lo que ya se era.

De donde no penetró mi ojo limitado
otros trajeron su fulguración, su chispa.

Allí donde no pensara otros pensaron.

Un alguien que algo supo a mí me hizo saber.
Yo nunca miré solo. Yo nunca miré solo
Cuando tu muerte se te acerque
no veras sino

tu ojo,
tu ojo,
tu ojo.






LAS VOCES ESCINDIDAS (fragmento III)

“Sentir, es magnífico; Escribir, exultante; Habitar, lo sumo;
Pero, ¿dónde está el lugar aplacado, el sitio de reunión,
el punto del encuentro solvente?”
Rafael Cadenas
Y es que un día supimos,
mientras íbamos a la búsqueda de dioses más benévolos,
que también nosotros éramos hijos de la guerra,
que nuestros padres habían escapado de la muerte
en una noche oscura,
extensa de pájaros de sombra,

que su duro aprendizaje fue la huida,
el aplazamiento y el desplazamiento de la esperanza.

Supimos que habían huido protegiendo a sus cachorros,
abandonando sus cotos de caza,
los campos roturados,

con el corazón a punto de estallar
y el vientre oprimido por el miedo,

sin porvenir, des-olados,
sin tiempo y perseguidos por la muerte.

Y vimos las cruces anónimas,
las decapitaciones,
los empalamientos,
las migraciones,
las aguas míticas enlodadas de muertos.
los campos en los que habría transcurrido nuestra infancia
cultivados por la muerte.







LAS VOCES ESCINDIDAS (fragmento XI)

Y hubo quienes cayeran sobre sí mismos,
confiando en que la realidad no era más que interior,
que el mundo era una enfermedad del ojo.

Estaban quienes se juzgaron tránsito sin fruto,
accidental forma de lo vivo,
quien creyera que la muerte justificaba toda acción,
todo olvido y toda traición,
y que no existía más que el presente
con una sombra ensanchándose en su vientre.

Otros fueron a puestos de avanzada provisionales,
febriles, llenos de esperanza
donde la esperanza de un continente
hervía de un triunfo insular.

Todos buscábamos un sitio.

Rayo.
Vértigo.
Epitelio.
Flor.
Estrella.
Luz y penumbra del día que desciende.
Arco iris.
Viento que agita el follaje.

Palabras en las que el hombre antiguo
aún puede sangrar por nuestra boca.

Hoja.
Estrella.
Inmenso deslumbramiento ante el mar
visto por los ojos de quien estaba solo
y quizás tenía miedo
y no tenía palabras,
y una innombrable alegría temblaba
en su boca de niño.

Infancia del hombre a la que me debo ahora,

su amor innominado

su sed de Dios

su soledad perdida para siempre en la mañana primera del mundo.


REVISTA PROMETEO


No hay comentarios: