Salvador Moreno Valencia nació en Setenil de Las Bodegas, Cádiz, 1961. Escribe artículos de opinión, novela, poesía en verso libre, relato breve y cuentos. Realiza entrevistas a escritores, políticos, cantantes, y poetas. Una de sus últimas entrevistas ha sido a Miguel Oscar Menassa, candidato al Premio Nobel de Literatura 2010. Es director de la revista cultural Letras (Fuengirola): http://www.alvaeno.com/letras.htm, y subdirector del diario Online El Librepensador: www.ellibrepensador.com, dirige Fuengirola Art: www.fuengirolaart.com, y es presidente de la Asociación Cultura K de Cultura de Fuengirola: http://kdecultura.alvaeno.com
Socio de AIPEP (Asociación independiente de periodistas, escritores y profesionales en nuevas tecnologías de comunicación), con el número 118/08: http://www.aipep.org. Es miembro de la Biblioteca Digital Siglo XXI, de Poetas del Mundo y de REMES.
Su primera novela Una puerta en el laberinto se publicó en 2004 (Imagine Ediciones). En bubok.com ha publicado sus novelas Así en el cielo; Pasos Largos, el último bandolero; El sonido lacónico de las balas; y los libros de relatos Dosmásuna; El defecto mariposa y 7 (Siete) cuentos de pan y pimiento. Es coautor junto a cinco escritores del libro de relatos El trueno en la memoria, de Ediciones Rubeo, publicado en 2009.
Como artista plástico ha realizado más de cincuenta Exposiciones en España, Portugal, Argentina, y Francia.
POESÍA:
Barro en los zapatos (1997).
Tenue Poseidón (2004) inédito.
Trece náufragos (2006).
De como el pez se hizo niño (2009)
-NOVELA:
Una puerta en el laberinto, Imagine Ediciones (2004).
Así en el cielo, bubok.com (2008).
Pasos largos; el último bandolero, bubok.com (2008).
El sonido lacónico de las balas, bubok.com (2008).
EL NIÑO PEZ
Cómo el pez se hizo niño
Y el hombre sin darse cuenta se hizo pez.
En silencio se sentó el pez cerrando los ojos
Cuando los abrió ya era hombre.
El niño durmió sin sueños más allá de su mundo
el pez de ojos saltones se deslizó en la noche
por un mar de incienso.
LA MANZANA PODRIDA
Ahora que soy un gusano dentro de la gran manzana
Ni siquiera puedo llegar al corazón.
EL HORIZONTE
Vuelve la copa a cegar mis sentidos
y en la maraña de la niebla
tus ojos miran al infinito
buscando el rostro del niño.
HUESOS
Tengo el alma desnuda
sin piel
Sólo huesos en mi corazón.
MIRABA
Miraba, esta tarde, por el ojo de una aguja, y allí, tras el infinito agujero pude ver, pude contemplar en toda su extensión el huracán, sí, el ojo del huracán que me guiñaba desde el pasado que se convirtió en presente y futuro para derrotar, a la vez, las mismas raíces del mismo, el tiempo.
Un hombre, tan solo un hombre, debería tener el derecho a soñar sin que luego el sueño lo contradiga.
¿Qué hay de esa quietud exasperante que muestran las ranas sin su charca?
¿Dónde se fueron los pájaros? Ni siquiera les dio tiempo a emigrar.
Sería la cuenta de la vieja, al fin y al cabo, la que inclinaría la balanza hasta el final.
Socorremos a los desvalidos perros, pero miramos y escupimos con indiferencia al vecino.
Ella habla con su perro, incluso lo besa, pero sigue odiando al pedigüeño.
Bastarían unas monedas para amaestrar al mono, pero el mono se volvió avaro.
Ni que decir tiene que lo único que les importa es la cuenta.
Colonicemos la cultura, privaticémosla, así no escapará nada a nuestro control.
(El Estado Demócratatotalitario)
Un pez es ajeno a este trasiego, me identifico con él, y olvido que es de necios, olvidar.
Ayer ganó mi equipo de fútbol, mientras lo hacía, murieron millones de inocentes víctimas del verdugo que paga los jugadores.
La prensa: montón de páginas que coleccionan la mentira.
Si venciera la razón seríamos exterminadores del la sin razón y la falta de sentido común.
(Del poemario De cómo el pez se hizo niño, 2009).
DESCONOCIDOS VIAJEROS
Por muchos muros que construya la intolerancia de los hombres,
siempre habrá una grieta por la que podrá colarse la esperanza.
Soy hombre de tierra,
por primera vez navego,
tengo sed, hambre, y frío.
Somos almas afligidas
que atrapadas por un sueño,
navegan hacia la orilla de Ítaca,
esperando ser recibidos
por Penélope.
Por muchos muros que construya la intolerancia de hombres poderosos,
más derribarán las esperanzas de hombres honestos.
Del poemario 13 Náufragos
AYER, HOY Y MAÑANA
Ayer me sorprendió el huracán de tu amor.
Hoy me sorprende el huracán de tu olvido.
Mañana, mañana, quizá,
me sorprenda la desesperación.
Del poemario Barro en los zapatos 1997
RESTOS
Yo soy un resto
de unas piernas
y unos brazos,
y no me queda tronco
donde asentar la cabeza.
Yo soy el náufrago
que se estrella cada noche
en esas playas de blanca arena.
Yo soy pedazos rotos de una esperanza.
La barca se hunde,
caemos a un inexplicable vacío
donde reina una tenebrosa oscuridad.
Yo soy el sol de rayos encendidos.
Del poemario 13 Náufragos
EL EMBARCADERO
El viejo embarcadero, está
Como tantos otros; cansado.
El viejo embarcadero se
Sumerge en las aguas del lago;
De cualquier lago donde brillan
Opacas sus negras aguas.
Hay movimiento de libélulas
Que sortean con sus transparentes
Alas, florecillas silvestres.
Yo pienso, miro el horizonte
De árboles verdes y puntiagudos
Que señalan al cielo como flechas
Vengadoras;
Y,
Las aguas mansas acarician al viejo embarcadero;
Hace ya tanto tiempo
Que las barcas oxidadas navegan por los sueños...
El viento suave y lleno de pájaros.
Hondos y próximos
Caminos se pierden en un laberinto de bosques.
Un motor suena a lo lejos,
Y un coro de distintos
Sonidos de aves flota en el aire
Como una musaraña.
Las casas como solitarias islas
Enseñan sus luces
En las ventanas;
Hilos de humo
Emergen de sus tejados y
En el cielo de óxido
Una tarde se desprende
Del vaporoso día amortajado;
Cinceles de Artista en las plumas del viento.
Esculpe la tierra colores
Sobre el agua y las maderas
Troncos de verdes ramas
Encienden la niebla,
A lo lejos, nuevamente, me detengo
Y unos ojos me miran,
Simplemente, me miran.
En el granero posan sus patas
Los grises cuervos y
Como urracas negras
Vacas dan lamentos
En el prado.
Yo disiento y caigo
En la maraña, musaraña
De mis ojos, miro, observo
Y guardo silencio.
En la orilla dos jóvenes
Se divierten con sus trajes
De baño, y, un pato se deja
Llevar por la corriente.
Los gritos de las locas
Gaviotas se mezclan con
Los de una bandada de grajos.
En el horizonte hay sirenas
De arena custodiadas
Por un Fauno.
El sol se asoma tímidamente
Manchando con dorados trazos
Las aguas de este lago y
El viejo embarcadero sigue
Viendo pasar el tiempo
De oxidadas barcas en el cielo.
Una nube de mosquitos
Baila su danza y
El viento los arrastra
Hacia cuerpos tumbados
Al sol.
Corre el hielo por la punta
De hierro oxidada, de
Tiempo la hora maga
Que ésta luz deshaga
Cobardes contradicciones
Y luchas para nada;
Si vuela el pez,
Al de diez, con un
Guiño yo me subo
A la sirena de arena que extendiendo sus alas
Me invita a volar por los sueños.
Digo adiós a éste viejo embarcadero,
Sobre tablas que envejecen y
Oxidan su tiempo al sol.
Me voy, compro champagne.
Luego me evado y
En familia oigo voces en Babel,
Que hablan o discuten y aun
Sin entender nada
No me pierdo en absoluto
Que de trivialidades
Ya tengo un saco
De conversaciones vanas.
Del Poemario Tenue Poseidón
EL MISTERIO
Tus ojos me miran con esa expresión entre perdida y compasiva
porque crees que soy un pobre desdichado
no sueñes con otros mundos paralelos
tres son uno, en uno vivo y en los tres muero
Poema incluído en la novela Buscando versos malditos
I
X y A se hicieron amigas
Por que yo andaba con C y
Una amiga suya
Despiadada e insatisfecha.
Estuvimos todo el día en aquel bar,
Bebimos, bebimos,
Algunos, incluso, comimos.
El vino comenzó a poner
Gotas brillantes en algunos tejados;
Al mío se subió temeraria
Una veleta con forma de flor;
Pero otras (veletas), en forma de gallinas
Deshojaron sus trémulos
Pétalos rojos.
II
A C la conocí en la calle;
Iba algo desorientada
Se dirigió a mí
Y preguntó dónde estaba
Tal calle.
En ella estamos, respodí.
Voy al número 13 dijo C
Y yo, sorprendido, dije:
Yo también; estoy invitado
A una cena en casa de A.
C, sin salir de su asombro preguntó:
¿Vamos juntos?
Sí, ya que vamos, vamos, sonreí yo
Hasta hoy.
III
No me quedé con C
Decidí gastar mis últimos
Cartuchos
De bar en bar
Observando como un degenerado
Pervertido
A niñas de catorce años
Vestidas de prostitutas
Y en alguna ocasión
Conseguí llevarme a la cama
Alguna de diecisiete.
Pero, no, no nos quedamos C y yo;
Nuestra relación se ha limitado
A esporádicas cartas vía email, y
A vernos una vez cada dos años.
C, viaja, yo tras tanto navegar
Y naufragar
Llegué a puerto firme
Y ahora soy un náufrago
Rehabilitado.
IV
¿Qué hubiera sido de nuestras vidas?
Sí, la de C y la mía…, es ridículo pensarlo.
La vida es un continuo ir y venir,
Un girar eterno en el que siglos antes
O siglos después,
C y yo volveremos a encontrarnos.
Somos viajeros errantes
En estas dimensiones conocidas,
Pero sabemos el secreto,
Conocemos la puerta por la que se sale de ellas.
Y por la misma, C y yo nos convertimos,
Al cruzarla, en eternos amantes.
V
Vestido estaba el ocaso,
Al alba, más tarde, cantaron
Unos republicanos
En la casa del Che;
Un Poeta y un Periodista
Se largaron con A y X.
La amiga insatisfecha y despiadada de C
Compró algunas anfetaminas
Y se piró con el camello que se las vendió.
Yo desperté en un coche desconocido,
Allí tan sólo estaba yo, un árbol que me cobijaba
Bajo su frondosa sombra,
Y el recuerdo imborrable de la presencia de C
Pero era como un espejismo.
VI
Subí las escaleras del otoño
Y bajé raudo hacia el agujero
Del frío invierno
Donde me refugié
En los brazos de la madurez
De E.
Luego las flores despertaron
del letargo y el hechizo
rompió las llave
del corazón de E.
Volví a bucear
En las oscuras y vacuas
Aguas de la calle, de los bares
Y de las ausencias
Donde seres femeninos extendían
Sus brazos hacia mí
Como lujuriosas arpías
Dispuestas a devorarme.
VII
C, volaba en aquel momento
Hacia algún país exótico
Cobrando su óbolo de azafata.
Yo, planeando a ras de suelo
Fui a aterrizar, casi sin voluntad,
Desequilibrado por los hechizos
Del dios Baco,
A los brazos de L.
Un gato ronroneó, una tarde,
En el alfeizar de alguna ventana,
Luego, el desequilibrista equilibrado, yo,
Abrí la puerta y la gata que maullaba
En ella entró para arrancarme
Azarzazos mi maltrecho corazón.
VIII
Y C seguía volando
De isla en isla
Cobrando su óbolo de azafata.
Una tarde, estando ya
En mis primeros escarceos
Con Baco, ya ebrio
Y esperanzado,
C se hizo tan real como mis ojos,
Mis labios o mis manos
Que se abrieron para abrazarla.
C ya soñaba
En el corazón del hombre
Que estaba a su lado,
Un tal T.
I venía por las tardes
Tomaba café con sus amigas
Y me miraba, o más bien,
Me devolvía las miradas
Que yo le ofrecía: lascivas,
Iracundas y plenas de pasión
Como gatos en celo empuñando
Maullidos y arrumacos
Provistos de sus armas
Al filo de un tejado.
Volé por una tarde
En los brazos de I,
Luego, más tarde
Cuando la línea del horizonte
Tendió su lazo infinito
Sobre los cuellos de ilusos amantes
I se esfumó como lo habían hecho
Antes todas mis amantes.
X
C seguía volando y
Cobrando su óbolo
De azafata.
Yo caí en picado
Con el único motor, que tengo,
Roto, sobre los pechos
Dorados y tersos de M
Que me enseñó
Que la lujuria no es un pecado
Sino el mayor de los placeres.
Desperté dos días más tarde
Quizá tres, en un coche desconocido
Bajo un árbol cuya frondosa
Sombra me cobijaba
Y con la impresión
De un momento vivido con C
Y las caricias del sueño.
Luego, más tarde vendría R a rescatarme.
Del Poemario C y las caricias del sueño
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