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martes, 26 de agosto de 2008

40.- JUAN ANTONIO GONZÁLEZ-IGLESIAS



Juan Antonio González-Iglesias (Salamanca, 1964) es un poeta español en lengua castellana. Está incluido en las antologías poéticas Selección Nacional, última poesía española, de José Luis García Martín (1995) y en Feroces: muestra de las actitudes radicales, marginales y heterodoxas en la última poesía española (1998) de Isla Correyero. Tras su tesis doctoral Estudio del género del diálogo en autores latinos tardíos dirigida por Carmen Codoñer y premio extraordinario de tesis doctoral, completó su formación en teoría de la literatura y del arte en Florencia y en París (École des Hautes Études en Sciences Sociales). En la actualidad es profesor titular de Filología Latina en la Universidad de Salamanca.

.
Obra poética [editar]La hermosura del héroe (Premio Vicente Núñez 1993)
Esto es mi cuerpo (Visor, 1997)
Vayamos hacia el norte aunque sea dando la vuelta por el sur (2001)
¿Qué consideración no merecen quienes han cometido atentados contra la belleza del mundo? (2002)
Más hermosura (CELYA, 2002)
Un ángulo me basta (IV Premio Internacional de Poesía Generación del 27, Visor, 2002)
Olímpicas (El Gaviero Ediciones, 2005)
Eros es más (XIX Premio Loewe, Visor, 2007.





TIENE MI MISMA EDAD



Tiene mi misma edad. Es minusválido
psíquico. Ha conseguido
uno de los mejores trabajos de este mundo.
Es jardinero. Cuida
césped, setos de varias
urbanizaciones en
la periferia de Madrid. Se encarga
de regar los fragmentos
del paraíso próximos a casa.
Cuida cipreses rotos. Un poeta
de veinte años diría
que es el auriga del amanecer.
Hablaría de caballos,
del devenir silente de las cosas.
El desprecio del oro
podría ser emblema
de este hombre libre que no necesita
emblemas.
Trata directamente con la tierra.
Dialoga con el sol de tú a tú.
Virgilio en la Geórgica segunda
lo llama afortunado.
Yo aquí canto
que desconoce la mordedura
de la envidia. Que está
lejos de los jerárquicos, ajeno
a la soberbia de los sabios,
como quiso Francisco
de Asís. Que su paciente
azada es medicina contra la melancolía.

( Juan Antonio González Iglesias. Un ángulo me basta. Visor. 2002)

You light up my life

Aristóteles dice: un cuerpo bello
debe ser percibido en su totalidad.
Así te vi llegar esta mañana.
Venías de correr una hora en bici
por la orilla del río. Te duchaste.
Estuvimos nadando juntos. Varios
largos en la piscina transparente.
Nos amamos después, enamorados
de ser distintos y de ser iguales.
Por la tarde estudiabas o leías.
Te vi algunos instantes. Pero ahora
que duermes a mi lado respirando
desnudo en el calor de junio, a oscuras,
creo que el filósofo no se refiere
sólo a la epifanía en el espacio,
al golpe único de la materia,
sino también al cuerpo hecho de tiempo,
a la suma sencilla de momentos
que queda para siempre en el registro
general de los días de este mundo.
Aristóteles dice: un cuerpo bello
debe ser percibido en su totalidad.

Aikido

Estamos preparados
para sobreponernos.
Es un arte. Se aprende.
Está en nuestra memoria desde niños.
Los juegos, los poemas,
las tardes traduciendo,
palabra por palabra,
las tragedias, el cruento
latín de los historiadores.
Todo va al corazón y, transcurridas
las décadas, se vuelve
serenidad. Y ahora
alguno de los textos
de los filósofos occidentales
que he leído estos días
me lleva hasta la fórmula
que con reverencia
mutua se intercambian
discípulo y maestro en el aikido.
Uno a otro se dicen:
Gracias por enseñarme.


Exceso de vida



Desde que te conozco tengo en cuenta la muerte.
Pero lo que presiento no se parece en nada
a la común tristeza. Más bien es certidumbre
de la totalidad de mis días en este
mundo donde he podido encontrarme contigo.
De pronto tengo toda la impaciencia de todos
los que amaron y aman, la urgencia incompartible
de los enamorados. No quiero geografía
sino amor, es lo único que mi corazón sabe.
En mi vida no cabe este exceso de vida.
Mejor, si te dijera que medito las cosas
(fronteras y distancias) en los términos propios
de la resurrección, cuando nos alzaremos
sobre las coordenadas del tiempo y el espacio,
independientemente del mar que nos separa.
Sueño con el momento perfecto del abrazo
sin prisa, de los besos que quedaron sin darse.
Sueño con que tu cuerpo vive junto a mi cuerpo
y espero la mañana en la que no habrá límites.



Juan Antonio González Iglesias


CAPOEIRA
.


Felices los flexibles.
Sus tobillos son súbitos
puntos en el espacio, como estrellas fugaces
en el atardecer. Sus pies alados
no pisan las cabezas de los hombres
porque no quieren. Cercan,
sobrevuelan los cinco centímetros de aura
donde el otro se guarda.
Nadie
diría que han estado durmiendo hasta hace poco,
que han trabajado duro a lo largo del día,
o han estado metido en rollos malos, porque
ahora
levantan un tobillo por encima
del horizonte
y con el otro pie tocan la tierra.
Así proyectan arcos instantáneos,
con las extremidades inferiores.
Son preferibles a los arquitectos,
y a los programas de diseño gráfico
más potentes. Benditos
los acróbatas nuevos.
Luchan de dos en dos, como los que se aman.
Se atrapan mutuamente en un deseo
que los hará volver. Con golpes inaudibles
se aproximan. Se alejan de los demás mortales.
Tan simbólicamente
tan intrincadamente
combaten, que los ángulos
los pantalones blancos de algodón intangible
las líneas y los músculos euclídeos
trabajan
como instrumentos de alta precisión
al servicio de una sorprendente pureza.
Nada les interrumpe durante media hora.
Jóvenes conflictivos de barrios marginados
cada tarde reducen a cero la violencia.
Felices los descalzos
que conocen a ciegas
el número perfecto de la arena.
Nadie más libre que estos descendientes
de esclavos.
Felices los flexibles.
.
.
Juan Antonio González Iglesias

Déjame que te abrace, ahora que todavía
tu piel no lleva escritas las mentiras del mundo
y tus labios son sede sólo de la hermosura.
Porque sólo he querido ser bueno y verdadero,
y tú puedes hacerme,
déjame que te abrace.
.
Juan Antonio González Iglesias


ESTO ES MI CUERPO
.

Esto es mi cuerpo. Aquí
coinciden el lenguaje y el amor.
La suma de las líneas
que he escrito ha dibujado
no mi rostro, sino algo más humilde:
mi cuerpo. Esto que tocas es mi cuerpo.
Otro lo dijo
mejor. Esto que tocas
no es un libro, es un hombre.
Yo añado que esto que te toca ahora
es un hombre.
Soy yo, porque no hay
ni una sola sílaba que esté libre de amor,
no hay ni una sola sílaba
que no sea un centímetro
cuadrado de mi piel.
En el poema soy acariciable
no menos que en la noche, cuando tiendo
mi sueño paralelo al sueño que amo.
No mosaico, ni número, ni suma.
No sólo eso.
Esto es una entrega. Soy pequeño
y grande entre tus manos.
Ésta es mi salvación. Éste soy yo.
.

Este rumor del mundo es el amor.
.
.
Juan Antonio González Iglesias


HAY ALGO EN EL AMOR
.

Hay algo en el amor que pertenece
a este mundo. En los múltiples
instantes en que todo
tiene sentido desde que llegaste,
en toda la materia de pronto convertida
en regalo, pradera que pisamos,
terraza que se asoma o muralla que guarda,
también en la dulzura de los días,
en la rutina humilde de tenerte
a mi lado,
lo noto.
Pero algo en el amor no es de este mundo.
Algo que no es abstracto.
Lo pruebo, por ejemplo, en la temperatura
de tu piel, cada vez que nos quedamos
dormidos juntos, y cada mañana
en que no espero más que tu primer
beso, cuando recobras
a ciegas tu lugar entre mis brazos.
Entonces se anticipa lo que un día tendremos
definitivamente.
Para poder nombrarlo
se me hace necesaria la noción de solsticio.
No lo razono más. Es una especie
de primicia.
.
.
Juan Antonio González Iglesias
(de Eros es más)


Monte Victoria
.
Todas y cada una de las cosas
del mundo tienen hoy exactitud
matinal. Esta dulce luz de Málaga
declara una vez más la equivalencia
entre la realidad y el paraíso.
Está el pequeño hotel en la subida
al monte donde se alza el santuario
que toma el nombre de una diosa antigua
para honrar a María. En el jardín
hay dos pequeñas mesas preparadas
con los dones más simples. Agua. Leche.
El vidrio, diferente del cristal.
Superior al cristal. La brisa en torno.
La jarra con el zumo de naranja.
El limón al alcance de la mano,
en el árbol. Los frutos más nutricios.
El cruasán recién hecho y el pan tierno.
Sal, aceite de oliva, mermelada.
Una frase latina que comprendo
íntegramente ahora: “si no hubiera
amenidad, no habría vida humana”.
La cortesía de los anfitriones.
El valle entre los montes. La ciudad
que desde aquí parece silenciosa.
Promesa es la jornada que se inicia
bajo esta cobertura de palmeras.
.
Juan Antonio González-Iglesias

Octubre, mes sin dioses
.
Los japoneses piensan que éste es el mes-sin-dioses.
Lo celebran así. No aliteran octubre
con oro desprendido de los árboles frágiles,
ni con revoluciones que cambiaron la historia.
Octubre como tregua. Como ausencia de todo
lo que excede los límites. Así para nosotros
sea: liberación. Porque ya no se exhiben
los implacables dioses desnudos del verano,
los demasiados dioses, y falta todavía
mucho para que nazca el niño del invierno,
y más allá no alcanza la vista, desde este
mes de distancias, mes de lejanías,
imperfecto, logrado, fortuito. Que así
sea para nosotros. Sin los ocho millones
de dioses que se esconden en la ciudad o el bosque,
las escalas coinciden con nuestras estaturas.
Dejémonos llevar por los presentimientos.
Escribamos las cosas con las letras minúsculas.
Celebremos octubre por su ausencia de dioses.
Disfrutemos su nombre porque sólo es un número
de una serie truncada. Y olvidada. Es octubre.
Tenemos treinta días sólo para nosotros.
-
Juan Antonio González Iglesias
.

Procede de Cervantes
.
Procede de Cervantes,
pero está en una página
de Seferis: la idea
de crear un alter ego
y decidir hoy mismo
que exista un Caballero
puro nombre, poeta
que prepare el milagro.
.
.
Juan Antonio González Iglesias


Rara vez la belleza es subversiva
.

Rara vez la belleza es subversiva.
Rara vez la hermosura
es calidad moral.
Sólo en el equilibrio
cuando ya no es belleza transmitida
y
todavía no es belleza transmisible,
cuando
es sólo mensurable con las manos
de otro. Y aun así
no siempre el brote nuevo el miembro nuevo
recibe el sorprendente
regadío
de la savia rebelde.
Rara vez la hermosura
alcanza cualidad de delincuencia.
Pero cuando sucede
¿cómo no estremecerse ante el milagro
de la mirada peligrosa, el guiño
que el instinto ha enseñado, la cultura
y la naturaleza en alianza,
movidas a esplendor dentro de un cuerpo?
Fuera también del cuerpo. Sobre el mundo.
A la vez luminosa y destructiva
la hermosura del héroe
como el rayo
como viva señal de lo divino.
.
.
Juan Antonio González Iglesias


SEGUN PROTAGORAS
.
Tres tipos de hombres acuden a los Juegos Olimpicos.
Los primeros vienen a competir:
son los atletas.
Los segundos vienen a comerciar:
son negociantes.
Pero los mejores
segun Protagoras
son aquellos que vienen
tan solo a contemplar.
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Juan Antonio González Iglesias

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