Frank Estévez Guerra nace el 18 de octubre de 1963 en Gáldar. Vive en esta histórica localidad del norte de la isla de Gran Canaria hasta los doce años de edad, fecha en que se traslada a vivir a la capital insular (Las Palmas de Gran Canaria). Es Licenciado en Filología Hispánica y profesor en Secundaria. Estudios de Teología y Antropología. Mediador Intercultural. Ha publicado varios libros como poeta y ensayista.
Ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués, sueco, croata, japonés y árabe.
Ha realizado ponencias, conferencias, seminarios, talleres y lecturas literarias. Ha elaborado también reseñas y artículos periodísticos de carácter histórico, filosófico, teológico, lingüístico y de crítica literaria en páginas culturales de la prensa internacional y nacional, así como en revistas literarias especializadas: Diario de Las Palmas, La Provincia, El Día, Aguayro, Anarda, La Plazuela de las Letras, La Página, Cuadernos del Ateneo (Islas Canarias), Protestante digital (España), Diario Co-latino (El Salvador), Puerto Norte y Sur (Michigan, USA), Alaluz (California, USA), Zeta y Edizioni Le Nuove Muse (Italia), Barataria (Argentina), Noceda Editores (Perú), Lands and Sea Winds (Kyoto, Japón), Cultura de Veracruz (México), etc.
- POESÍA:
Como del mar, las olas (1992).
Alas para no volar (1997).
Convidado a vivir (1998).
Del barco del recuerdo (1998).
Pretéritas sombras (1998).
Vino nuevo en odres tiernos (1999).
Ayer que fuimos (1999).
En el espejo de la memoria (2000).
Décimas teocéntricas (2000).
Peregrino hacia el Jordán (2001).
Atravesando el Jordán (2009).
MEZQUITA
Llega la hora que anuncian los almuédanos
a una voz que en la altura es más inmensa;
desde aquel alminar que imaginamos
el muadín va invocando a los creyentes
para clamar a Dios en su santuario:
¡Alá, El, Elohim, Yahveh...!
Oración y abluciones van lavando
la sucia terquedad pecaminosa
que invade el interior de tanta fe.
El imán pronunciando las azuras
tras aleyas que forjan sus principios.
El jatib este viernes no aparece.
Qué solo está mi espíritu, qué ausente,
sin el sermón propicio que le adiestre;
qué palidez recubre este aislamiento,
en el rubor incierto que lo embarga.
En el templo que invade mi presencia
siento la finitud del ser que siento.
(De Cantar de Túnez, inédito).
IX
El poeta se adentra en la espesura
del bosque blanquecino que sortea,
se torna explorador de los espacios
y excava monumentos del pasado.
El poeta convive en la espesura,
destila soledades en silencio
hablando en su interior consigo mismo
para gritar después a los lectores.
El poeta rezuma la espesura
entre tanto ramaje que le acecha,
se enreda entre los árboles y piensa
si acaso no estará dejando paso.
El poeta también es la espesura
porque habita este bosque que le cerca,
no busca ser el lema de las horas
pero inunda de tiempo los minutos.
El poeta fallece en la espesura
porque apenas comprenden sus pesares;
el bosque blanquecino ya se enluta
y hospeda un cementerio de epitafios.
(de En el espejo de la memoria, 2000)
DE "Como del mar, las olas"
POEMA I
Chozas, cañaverales;
sureña estampa.
Origen del tomate
agarrado a su tallo.
Pedregosas imágenes
de sequía, talladas
por un dolor de manos.
Antebrazos que arrancan
de un golpe brutal, tosco,
las gotas de tesón que habitan en la frente.
POEMA III
Para llegar, tal vez,
al origen del cielo,
con la azada, un muchacho
cubre su espalda de abrasión difunta
por la esperanza seca.
El color dominante
sobre su techo,
extiende con el viento
una alfombra azulada
para cubrir de claridad su entierro.
DE "Alas para no volar"
POEMA I
Cuántas veces, valor, te he procurado
la palabra confusa que se asoma
al declive del verso pronunciado,
que por alas llevó blanca paloma.
Con laurel en el pico denostado
sobrevuela los montes pedregosos
que el uranio dejó deshilachado
por dementes vestigios peligrosos.
Cuántas veces, dolor, te he confinado
a prisión de noticias, cada día,
para ver lo penoso publicado.
Con la venia de usted, mi señoría,
quiero hablarle de un pájaro enjaulado
pues soñé que en la cárcel fallecía
DE "Del barco del recuerdo"
El poeta se adentra en la espesura
del bosque blanquecino que sortea,
se torna explorador de los espacios
y excava monumentos del pasado.
El poeta convive en la espesura,
destila soledades en silencio
hablando en su interior consigo mismo
para gritar después a los lectores.
El poeta rezuma la espesura
entre tanto ramaje que le acecha,
se enreda entre los árboles y piensa
si acaso no estará dejando paso.
El poeta también es la espesura
porque habita este bosque que le cerca,
no busca ser el lema de las horas
pero inunda de tiempo los minutos.
El poeta fallece en la espesura
porque apenas comprenden sus pesares;
el bosque blanquecino ya se enluta
y hospeda un cementerio de epitafios.
(de En el espejo de la memoria, 2000)
DE "Como del mar, las olas"
POEMA I
Chozas, cañaverales;
sureña estampa.
Origen del tomate
agarrado a su tallo.
Pedregosas imágenes
de sequía, talladas
por un dolor de manos.
Antebrazos que arrancan
de un golpe brutal, tosco,
las gotas de tesón que habitan en la frente.
POEMA III
Para llegar, tal vez,
al origen del cielo,
con la azada, un muchacho
cubre su espalda de abrasión difunta
por la esperanza seca.
El color dominante
sobre su techo,
extiende con el viento
una alfombra azulada
para cubrir de claridad su entierro.
DE "Alas para no volar"
POEMA I
Cuántas veces, valor, te he procurado
la palabra confusa que se asoma
al declive del verso pronunciado,
que por alas llevó blanca paloma.
Con laurel en el pico denostado
sobrevuela los montes pedregosos
que el uranio dejó deshilachado
por dementes vestigios peligrosos.
Cuántas veces, dolor, te he confinado
a prisión de noticias, cada día,
para ver lo penoso publicado.
Con la venia de usted, mi señoría,
quiero hablarle de un pájaro enjaulado
pues soñé que en la cárcel fallecía
DE "Del barco del recuerdo"
Con un pañuelo de algas...
No quiero al remolino...
Con un pañuelo de algas me despides
sirena de los mares,
musa, náyade, ninfa,
soledad de resina en que me impregno.
Tu destello emigrante me saluda.
Me despides y zarpas a otro clima
que le agrade a tu cuerpo.
Buscarás el calor de otras mareas,
la calma en otro lecho.
Hallarás la más cómoda corriente
con destino a otro puerto.
Y en la estrella polar
observa mi pupila dilatada
goteando
al unísono llanto de la luna.
DE "En el espejo de la memoria"
IV
Silencioso gemido nos persigue
con ávido fulgor esta mañana
entre las simples cosas matutinas
y bajo las tenues voces cotidianas;
advierto tras la sombra otro sentido
que el que otorga este sueño a su morada.
Resisto las pasiones y se angustia
esa frágil ternura que me embarga.
No soy yo quien me obliga a ser yo mismo.
Siento pasos buscando la fragancia
donde emana el aroma enloquecido;
ah, los gestos fugaces nos delatan
por arropar secretos bajo auroras.
En los ojos reposan nuestras voces
y se esconden más voces que le aguardan
agitando el rumor de los silencios
en la noche tenaz que nos abrasa.
Barrio antiguo de casas coloniales,
manantial silencioso de la plaza
donde brilla el latido del deseo
contenido en la esencia que le ampara:
ya se alejan dos sombras por las calles
y en opuestos sentidos van sus ansias.
No quiero al remolino...
Con un pañuelo de algas me despides
sirena de los mares,
musa, náyade, ninfa,
soledad de resina en que me impregno.
Tu destello emigrante me saluda.
Me despides y zarpas a otro clima
que le agrade a tu cuerpo.
Buscarás el calor de otras mareas,
la calma en otro lecho.
Hallarás la más cómoda corriente
con destino a otro puerto.
Y en la estrella polar
observa mi pupila dilatada
goteando
al unísono llanto de la luna.
DE "En el espejo de la memoria"
IV
Silencioso gemido nos persigue
con ávido fulgor esta mañana
entre las simples cosas matutinas
y bajo las tenues voces cotidianas;
advierto tras la sombra otro sentido
que el que otorga este sueño a su morada.
Resisto las pasiones y se angustia
esa frágil ternura que me embarga.
No soy yo quien me obliga a ser yo mismo.
Siento pasos buscando la fragancia
donde emana el aroma enloquecido;
ah, los gestos fugaces nos delatan
por arropar secretos bajo auroras.
En los ojos reposan nuestras voces
y se esconden más voces que le aguardan
agitando el rumor de los silencios
en la noche tenaz que nos abrasa.
Barrio antiguo de casas coloniales,
manantial silencioso de la plaza
donde brilla el latido del deseo
contenido en la esencia que le ampara:
ya se alejan dos sombras por las calles
y en opuestos sentidos van sus ansias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario