Mario Porro (Trenque Lauquen, ARGENTINA 1921 – City Bell, 2001).
OBRA:
“Búsqueda por el amor” (1950); “En amor por el tiempo, el tiempo” (1956); “La vigilia y la roca” (1957); “Entremundo” (Altamar, Buenos Aires, 1960) y “Mundo despierto”
(Ediciones El Búho, 1983).
BÚSQUEDA POR EL AMOR
I
En cada pétalo que vuela,
pongo mi amor.
Gozo, al verlo escapar
con la brisa.
Tiemblo, al pensar
en mi amor malgastado.
Sonrío, al saber todo
el que me queda aún.
II
En la serenidad de mi canto
adivino la pureza de mi amor:
mas cuando lo busco
para mostrarlo al mundo,
todos los que me oyen,
me miran y ríen maliciosamente.
De: Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, Edición Moreno, 1950.
Mundo despierto, 1983
analógicamente
un sutil movimiento
de la naturaleza
despierta otro
en nuestro ser profundo
solidez.
la informe soledad en derrotero
desliza el fondo del amanecer.
despierta el pez contento.
hay un salto sigiloso sensible
un derivar envolvente.
los ojos irritados híspidos
intercambian el viento y la luz.
la límpida señal
curva pacientemente la bruma.
acudes
sin saber todavía.
temblor.
la escasa linfa verdosa lúcida
ha reconocido.
es inútil el grito
llega lentamente aplacado
apacible ya.
tu carne es un pez
tiempo queda apenas sostenido
luego asombrosamente sube.
sorprende la brisa
caracolea un aire
restalla el torso ocre
de la cansada espuma.
inseguro palpitante horizonte
y arena.
entre ellos la antigua recelosa
amistad del agua y del silicio.
un pie estremecido
demora
busca
eterniza el signo.
el mundo se abre
a un sencillo respirar
pleamar de dos ámbitos.
el silencio sólo
aguardando en la playa.
un vuelo pesado de soledad
se corta y cae
sobre el pez alucinado.
cada gaviota con su pico desgarra
encarnizadamente el abandono.
todos se han ido.
una silueta muy lejana los recuerda.
lampos de sol amarillo
reúnen un poco de calor
mucho menos que sombra.
el mar asiduo
teje y desteje nuestros nombres
que alguien sin saber
dejó en la arena.
-¿estás ahí?.
va y vuelve la ola
como cada acudir
de la sangre a mi corazón
dejándote y llevándote.
la sal y el hierro endurecen
los deseos anhelantes del mar.
y allí dejan esos bordes exangües
sucios
olas quietas para siempre
que sin embargo tú rompes
tan fácilmente con tus pies
buscándome.
el mar desposa su silencio
en un vuelco sereno
de cristales verdes
sobre tu piel irisada.
cósmico intento húmedo de mi mano
que inicia la forma tangible
de tu amor recogido.
un enamorado bullicio
estremece el aire.
anuncia el despertar
sensible interior
que fuga y crece
por las voces anónimas
y las alas olvidadizas
de las gaviotas indiferentes.
nuestro mirar se adivina y extravía
en los milenarios reflejos de sol.
vive el mar casi ausente.
toda la luz se apoya en una roca
espléndida y segura.
sufre el agua
el corte ávido de las valvas pardas
que realizan su rutina nutricia.
la calma es tan profunda y sosegada
como si dos niños
tomados ya de eternidad
se cantaran la infancia.
- yo tenía en el fondo de mi casa
un sauce
que aplacaba el verano de mis juegos.
- yo una muñeca con los ojos abiertos
que mostraban
el asombro de la vida
¿pero dónde estamos
tú y yo ahora
con este estremecimiento
de ternura
que el mar paciente
acopia y acumula?
viene otra vez la ola y cubre plena
el lomo hiriente, soleado de la roca
después escurre
su ensimismado blancor
laciamente
como una mano maternal
que regresa de amor
hacia su propio ser
atento y clausurado.
tu pie es eco de mi pie.
habita ya el rumor grávido
de la amorosa arena.
la mar también ensimismada
reverbera serena
su cantar en la noche.
ágil el viento atraviesa
el interior húmedo del aire
y enciende sobre el cielo
la ansiedad
de los rostros predestinados.
en tu mano y mi mano
tiembla
un reservado amor absorto
que reconoce tímido
la pura oscuridad.
¿quién espera?
- ¡amor mío, amor mío!
se oyen las voces altas
que despliegan
temblorosas, iridiscentes
su infinitud indefinible.
la canción es ahora
un incierto sonreír,
blanquísimo, que rueda
acaricia la arena
y se deja estar
reteniendo su amor con regocijo
nuestras manos se desean
se rozan
en los últimos dedos de la noche
casi en el horizonte
ceñidor extasiado
de un mundo despierto en el amor
ingrávido - ámbito de gratuidad-
que humildemente espera el alba.
en el dudoso equilibrio
de la más alta ola
-arrolladora espuma
verde, blanca, inocente-
afloran las voces todavía.
- amor mío, amor mío -
bogan, vuelan, se deshacen
teñidas aún de oscuridad
aureoladas de espera.
hace frío en la playa.
la soledad es destino implacable.
toda la vida
teme y fluye angustiada
permanece indecisa.
los moluscos y las algas muertas
trasuntan vértices temblorosos
reducidos puntos
de anterior alegría.
el lento cambio
de los azules profundos
remonta la antigua señal.
¿la gran centreidad
- pleamar del espíritu-
es ser uno en el último ser
o ser dos
en la diversidad para la vida?
ENTREMUNDO
Tierra debajo del mar
a
Arturo
Cacho
Jorge
I
Tierra debajo del mar
insólita
deseada para la muerte
y sin embargo ser.
Extrema y abundante de luz
transfugada.
Los deseos que llegan a ti
se sonrosan
igual que los barcos
ya blandos
cerca tuyo.
Habitante
aunque la sal se interrumpa
arrancada del agua
y abrume su peso.
Tal vez todo esté allí.
II
No eres fondo de mar
sino plenitud suspendida
y tiernamente absorta
por la voz entre alga y trino
que te anda.
Dócil
al lento resbalar
amas sin pausa
y sin destino.
No agua.
Riesgo.
Tú contienes.
Y dejas
como si te envolvieran.
III
De inmemorial cautela
que huye
junto a tu piel
detiene la ansiedad de los muertos.
Cada uno llega
palpa el lugar
descansa
crece
escala tu forma
y todavía espera.
Ellos no saben
que puedes recogerlos
y abrigarlos
pero contienen la a esperanza
en su materia innumerable.
Se han cumplido.
Siempre tú juegas
entre un punto de fuego
y la inocencia del mar.
IV
Se transparenta el mar.
Endurece en quietud.
- Si tú hablaras un día -.
Tu voz no tiene muerte ya.
Aire y espejo diversos
en alegría
adormecen la ingenua soledad
brutal
del hombre.
El amor
es leve intento que abre
llega
llega como a un núcleo
recogido
pero vuelve a salir.
No hay tiempo donde es.
Y el mar tiembla
porque los peces
quieren la vida apresuradamente.
V
Desprenderse
ir
adonde centro y luz
juegan
uno y otra felices
de ser lo mismo
sin que gravite la esperanza.
Y nosotros jugar
sin el roce de ayer,
hoy, mañana
reclamándonos en la memoria.
-Tantos atardeceres
con el sol partido
por los que lentamente
se acuestan
y los que somnolientos
comienzan a vivir-.
Nubes y agua
jugar
trasponer la línea
que no separa.
VI
Después de la última sonrisa
del agua
crujir brevemente
sobre ese limite
que aplasta la memoria.
Sentir
cómo crece el nuevo instante
en la fuerza
de habernos contemplado
siempre.
Allí
el gran cansancio del mar
y nuestra madre
rápido el viento entre la luz
la infancia.
Crece.
Somos nosotros.
no importa qué.
Sólo reconocemos secretamente
todo.
Superficie
I
Ahora aquí
en este sobresalto del pan
de nuevo
la mano y la mano
la voz.
Un eco oscilando
en el tiempo
Paso sin apoyo
que los hombres escuchan
entre palabras.
Reencuentro de lo olvidado
restaurándose ante la luz.
Deseo y deseo creciendo
del pleno movimiento
puramente de sí
solo
sin tocar.
II
Aquí
donde los dientes
en hilera del hambre
ignoran el lugar.
Los puntos fijos recogen
destruyen la mirada.
Es lo mismo pasar iluminadoscuro
ese equilibrio
se rompe con el pan.
Superficie. Desgaste empecinado.
Dar. Cansarse. Consumir la forma.
Latir.
III
Densidad perdida
sol y aire dispersos
trasluz.
Difícil abandono
que crece hacia el fin.
El habitual movimiento
altera lo anterior
y ayuda.
Tu corazón excluye la mirada.
Eres un tiempo insostenible.
Aprietas. Contener es impuro.
Lo ya habitado ordena la ilusión
y te somete.
Un día
habrá otro tiempo
en que podrás desplazarte.
IV
Yo también
aero-imbricado-tenso
estoy así
sobrevivo.
Hambrientos y alguien más
descienden pura bruma
airadamente
viento a viento.
Hoy es tierra
mañana horizonte
nunca silogismo.
Uno que desciende entero
pierde el equilibrio.
Náufrago.
Sin par es la alegría
entonces.
Todos aplauden la desazón
y se perfuman
al correr, corren corren.
La tierra está lejos-cerca
no está
puede estar
lejos-cerca.
He perdido la luz
la lamparilla
el viento.
Quizá cuando me abra
saldrá otro
combando los ojos descendiendo
amordazado
-sin otro feliz que dos mismo-
originando
ayer todavía
hoy cierto
mañana otra vez horizonte.
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