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viernes, 23 de noviembre de 2012

MARIO PORRO [8637]






Mario Porro (Trenque Lauquen, ARGENTINA 1921 – City Bell, 2001).

OBRA:

“Búsqueda por el amor” (1950); “En amor por el tiempo, el tiempo” (1956); “La vigilia y la roca” (1957); “Entremundo” (Altamar, Buenos Aires, 1960) y “Mundo despierto” 
(Ediciones El Búho, 1983).




BÚSQUEDA POR EL AMOR

I

En cada pétalo que vuela, 
pongo mi amor.
Gozo, al verlo escapar 
con la brisa.
Tiemblo, al pensar 
en mi amor malgastado.
Sonrío, al saber todo 
el que me queda aún.


II

En la serenidad de mi canto 
adivino la pureza de mi amor: 
mas cuando lo busco 
para mostrarlo al mundo, 
todos los que me oyen, 
me miran y ríen maliciosamente.

De: Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, Edición Moreno, 1950.





Mundo despierto, 1983

analógicamente 
un sutil movimiento 
de la naturaleza 
despierta otro 
en nuestro ser profundo


solidez. 
la informe soledad en derrotero 
desliza el fondo del amanecer.
despierta el pez contento. 
hay un salto sigiloso sensible 
un derivar envolvente. 
los ojos irritados híspidos 
intercambian el viento y la luz. 
la límpida señal 
curva pacientemente la bruma. 
acudes 
sin saber todavía.



temblor.
la escasa linfa verdosa lúcida
ha reconocido.
es inútil el grito
llega lentamente aplacado
apacible ya.
tu carne es un pez
tiempo queda apenas sostenido
luego asombrosamente sube.




sorprende la brisa
caracolea un aire
restalla el torso ocre
de la cansada espuma.
inseguro palpitante horizonte
y arena.
entre ellos la antigua recelosa
amistad del agua y del silicio.
un pie estremecido
demora
busca
eterniza el signo.
el mundo se abre
a un sencillo respirar
pleamar de dos ámbitos.





el silencio sólo
aguardando en la playa.
un vuelo pesado de soledad
se corta y cae
sobre el pez alucinado.
cada gaviota con su pico desgarra
encarnizadamente el abandono.
todos se han ido.
una silueta muy lejana los recuerda.
lampos de sol amarillo 
reúnen un poco de calor
mucho menos que sombra.
el mar asiduo
teje y desteje nuestros nombres
que alguien sin saber
dejó en la arena.
-¿estás ahí?.
va y vuelve la ola 
como cada acudir 
de la sangre a mi corazón
dejándote y llevándote.
la sal y el hierro endurecen
los deseos anhelantes del mar.
y allí dejan esos bordes exangües
sucios
olas quietas para siempre 
que sin embargo tú rompes
tan fácilmente con tus pies
buscándome.




el mar desposa su silencio 
en un vuelco sereno 
de cristales verdes 
sobre tu piel irisada.
cósmico intento húmedo de mi mano 
que inicia la forma tangible 
de tu amor recogido.
un enamorado bullicio 
estremece el aire. 
anuncia el despertar 
sensible interior 
que fuga y crece 
por las voces anónimas 
y las alas olvidadizas 
de las gaviotas indiferentes.
nuestro mirar se adivina y extravía
en los milenarios reflejos de sol.




vive el mar casi ausente.
toda la luz se apoya en una roca
espléndida y segura.
sufre el agua
el corte ávido de las valvas pardas
que realizan su rutina nutricia.
la calma es tan profunda y sosegada 
como si dos niños 
tomados ya de eternidad 
se cantaran la infancia.
- yo tenía en el fondo de mi casa 
un sauce 
que aplacaba el verano de mis juegos.
- yo una muñeca con los ojos abiertos
que mostraban
el asombro de la vida
¿pero dónde estamos
tú y yo ahora
con este estremecimiento
de ternura
que el mar paciente
acopia y acumula?
viene otra vez la ola y cubre plena
el lomo hiriente, soleado de la roca
después escurre 
su ensimismado blancor 
laciamente 
como una mano maternal 
que regresa de amor 
hacia su propio ser 
atento y clausurado.
tu pie es eco de mi pie.
habita ya el rumor grávido
de la amorosa arena.




la mar también ensimismada 
reverbera serena 
su cantar en la noche.
ágil el viento atraviesa 
el interior húmedo del aire 
y enciende sobre el cielo 
la ansiedad 
de los rostros predestinados.
en tu mano y mi mano 
tiembla 
un reservado amor absorto 
que reconoce tímido 
la pura oscuridad.
¿quién espera?
- ¡amor mío, amor mío!
se oyen las voces altas
que despliegan 
temblorosas, iridiscentes 
su infinitud indefinible.
la canción es ahora 
un incierto sonreír, 
blanquísimo, que rueda
acaricia la arena
y se deja estar
reteniendo su amor con regocijo
nuestras manos se desean 
se rozan 
en los últimos dedos de la noche 
casi en el horizonte 
ceñidor extasiado 
de un mundo despierto en el amor 
ingrávido - ámbito de gratuidad- 
que humildemente espera el alba.



en el dudoso equilibrio 
de la más alta ola 
-arrolladora espuma 
verde, blanca, inocente- 
afloran las voces todavía. 
- amor mío, amor mío -
bogan, vuelan, se deshacen 
teñidas aún de oscuridad 
aureoladas de espera.

hace frío en la playa.
la soledad es destino implacable.
toda la vida 
teme y fluye angustiada 
permanece indecisa. 
los moluscos y las algas muertas 
trasuntan vértices temblorosos 
reducidos puntos 
de anterior alegría. 
el lento cambio 
de los azules profundos 
remonta la antigua señal. 

¿la gran centreidad 
- pleamar del espíritu- 
es ser uno en el último ser 
o ser dos 
en la diversidad para la vida? 





ENTREMUNDO


Tierra debajo del mar



Arturo
Cacho
Jorge


I

Tierra debajo del mar 
insólita 
deseada para la muerte 
y sin embargo ser.

Extrema y abundante de luz 
transfugada. 
Los deseos que llegan a ti 
se sonrosan 
igual que los barcos 
ya blandos 
cerca tuyo. 

Habitante
aunque la sal se interrumpa 
arrancada del agua 
y abrume su peso. 
Tal vez todo esté allí.



II

No eres fondo de mar 
sino plenitud suspendida 
y tiernamente absorta 
por la voz entre alga y trino 
que te anda.

Dócil 
al lento resbalar 
amas sin pausa 
y sin destino.

No agua. 
Riesgo. 
Tú contienes. 
Y dejas 
como si te envolvieran.



III

De inmemorial cautela 
que huye 
junto a tu piel 
detiene la ansiedad de los muertos. 

Cada uno llega 
palpa el lugar 
descansa 
crece 
escala tu forma 
y todavía espera. 

Ellos no saben 
que puedes recogerlos 
y abrigarlos 
pero contienen la a esperanza 
en su materia innumerable.

Se han cumplido. 
Siempre tú juegas 
entre un punto de fuego 
y la inocencia del mar. 



IV

Se transparenta el mar. 
Endurece en quietud. 

- Si tú hablaras un día -. 

Tu voz no tiene muerte ya. 


Aire y espejo diversos 
en alegría 
adormecen la ingenua soledad 
brutal 
del hombre.

El amor 
es leve intento que abre 
llega 
llega como a un núcleo 
recogido 
pero vuelve a salir. 
No hay tiempo donde es.

Y el mar tiembla 
porque los peces 
quieren la vida apresuradamente.



V

Desprenderse 
ir 
adonde centro y luz 
juegan 
uno y otra felices 
de ser lo mismo 
sin que gravite la esperanza. 
Y nosotros jugar 
sin el roce de ayer, 
hoy, mañana 
reclamándonos en la memoria. 
-Tantos atardeceres 
con el sol partido 
por los que lentamente 
se acuestan 
y los que somnolientos 
comienzan a vivir-.

Nubes y agua 
jugar 
trasponer la línea 
que no separa. 



VI

Después de la última sonrisa
del agua
crujir brevemente
sobre ese limite
que aplasta la memoria.

Sentir
cómo crece el nuevo instante
en la fuerza
de habernos contemplado
siempre.
Allí
el gran cansancio del mar
y nuestra madre
rápido el viento entre la luz
la infancia.

Crece.
Somos nosotros.
no importa qué.
Sólo reconocemos secretamente 
todo.



Superficie



I

Ahora aquí
en este sobresalto del pan
de nuevo
la mano y la mano 
la voz.
Un eco oscilando
en el tiempo

Paso sin apoyo
que los hombres escuchan 
entre palabras.
Reencuentro de lo olvidado
restaurándose ante la luz.

Deseo y deseo creciendo
del pleno movimiento
puramente de sí
solo 
sin tocar.



II

Aquí
donde los dientes 
en hilera del hambre 
ignoran el lugar.

Los puntos fijos recogen
destruyen la mirada.

Es lo mismo pasar iluminadoscuro
ese equilibrio
se rompe con el pan.

Superficie. Desgaste empecinado.
Dar. Cansarse. Consumir la forma.
Latir.



III

Densidad perdida 
sol y aire dispersos
trasluz.
Difícil abandono
que crece hacia el fin.

El habitual movimiento 
altera lo anterior
y ayuda.
Tu corazón excluye la mirada.
Eres un tiempo insostenible.
Aprietas. Contener es impuro.

Lo ya habitado ordena la ilusión
y te somete.
Un día 
habrá otro tiempo 
en que podrás desplazarte.



IV

Yo también 
aero-imbricado-tenso
estoy así
sobrevivo.
Hambrientos y alguien más
descienden pura bruma 
airadamente
viento a viento.

Hoy es tierra
mañana horizonte 
nunca silogismo.

Uno que desciende entero
pierde el equilibrio.
Náufrago. 
Sin par es la alegría
entonces.

Todos aplauden la desazón 
y se perfuman
al correr, corren corren.

La tierra está lejos-cerca
no está 
puede estar
lejos-cerca.

He perdido la luz
la lamparilla
el viento.
Quizá cuando me abra
saldrá otro
combando los ojos descendiendo
amordazado
-sin otro feliz que dos mismo-
originando
ayer todavía
hoy cierto
mañana otra vez horizonte.









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